Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Escribe Mariana Morena

Se hizo finalmente justicia para las 52 víctimas fatales y 789 heridos de la masacre ferroviaria de Once, ocurrida el 22 de febrero de 2012. El pasado jueves, la Cámara de Casación Penal rechazó los recursos extraordinarios de apelación a la Corte Suprema, por lo que se ordenó la detención inmediata de los ex funcionarios kirchneristas y empresarios y directivos de la concesionaria TBA juzgados en diciembre de 2015. Un total de 21 condenas “por estrago culposo y administración fraudulenta contra el Estado”, con penas de 3 a 8 años. Quedaron detenidos los ex secretarios de Transporte Juan Carlos Schiavi (5 años y medio) y Ricardo Jaime (7 años, ya preso por otras causas), junto con el ex dueño de TBA Claudio Cirigliano (7 años).

También se confirmó la detención del maquinista Marcos Córdoba (3 años y 6 meses), hecho que repudiamos por considerarlo una víctima más de la trama de corrupción kirchnerista orquestada por De Vido, Jaime y Schiavi para desviar fondos millonarios del ferrocarril Sarmiento. El juicio demostró que la consiguiente falta de inversión de la operadora en mantenimiento y repuestos, su desidia e improvisación, sumada la falta de control por parte del Estado, terminaron en el “Cromañón ferroviario” de Once. Tal como venía denunciando el cuerpo de delegados del Sarmiento, contrariando el relato kirchnerista de la “revolución del transporte” y condenando la maniobra encubridora de la ex presidenta Cristina Kirchner de culpar al motorman por no frenar, cuando en realidad fue forzado a trabajar en condiciones de precariedad.

La cárcel para Jaime, Schiavi y Cirigliano es una conquista de la lucha inclaudicable de los familiares de las víctimas, de los ferroviarios del Sarmiento y de las organizaciones de usuarios. Quedamos a la espera del veredicto del segundo juicio por esta causa, conocido como Once 2, que se dará a conocer este miércoles sellando la suerte de De Vido, el ex ministro de Planificación, que podría ir preso por hasta diez años.

El paso dado es muy importante. Seguimos luchando porque todos los corruptos vayan presos y contra el vaciamiento ferroviario, que ahora lleva adelante Macri incluso con el cierre de ramales. Reafirmando que la única salida es la reestatización del ferrocarril bajo control de sus trabajadores y usuarios, única manera de garantizar un servicio eficiente y seguro para el pueblo trabajador.

Escribe Rodolfo Sánchez

Del 8 al 24 de octubre se llevará a cabo el juicio por homicidio culposo a los ex jefes policiales Cufré, Villanova, Hermosa, Veroiza y Carrizo por la muerte de Sergio Cárdenas (27) y de Nicolás Carrasco (16), víctimas mortales de la violenta represión ocurrida el 17 y 18 de junio de 2010 tras una pueblada en los barrios del Alto. En 2011, el cabo Sergio Colombil fue condenado a 20 años por matar de un tiro en la cabeza a Diego Bonefoi (15). Este caso de gatillo fácil fue la gota que rebasó el vaso del hartazgo y el maltrato policial hacia los barrios que originaron la pueblada. La represión con postas de acero ocasionó una decena de heridos y las muertes de Sergio y Nico.

Entre las maniobras de impunidad, tres policías solo serán juzgados por homicidio en riña y el ex gobernador Saiz, máximo responsable político, apenas será testigo.

Tras la pueblada se formó la Multisectorial contra la Represión, en la cual Izquierda Socialista participa activamente, manteniendo la memoria, apoyo a familiares y la movilización por justicia.

Editorial

“Por este camino van a llegar los resultados”, dijo nuevamente Macri. Y agregó: “Estoy listo para competir”. Relanzó la campaña electoral como ya lo había anticipado en Estados Unidos la semana pasada. Es lo que las usinas electoralistas de PRO le aconsejan: mostrarse como el único político patronal para que siga con el ajuste perpetuo.
Macri aprovecha para su plan descabellado el respaldo que le ha redoblado la titular del FMI, Christine Lagarde, con el nuevo acuerdo que ha pactado, y el del jefe del imperialismo norteamericano, Donald Trump, entre otros presidentes como Angela Merkel. Hasta el Papa dicen que pregona “hay que cuidar a Macri”.

El presidente trata de mostrar que su gobierno es “fuerte”, pero eso solo está en sus fantasías. Primero, porque el nuevo pacto con el FMI es más ajuste y entrega y no es ninguna salida para el país, mucho menos para el pueblo trabajador. La Argentina navega en la combinación explosiva de recesión e inflación. Y segundo, porque la plata que va a adelantar el FMI no es para reactivar la economía, sino para pagar la abultada deuda externa (reconocido por los propios economistas patronales) y para salvar a la timba financiera ante una nueva corrida del dólar.
Macri, de la mano del FMI, vuelve a tomar oxígeno para redoblar el ajuste asegurando la salvación de banqueros, usureros y grandes empresarios nacionales y extranjeros. Pero su plan hace agua ante el nuevo tarifazo en el gas de 35%, los aumentos de las naftas o la caída de la actividad industrial, con los consiguientes despidos como en Alpargatas de Catamarca, entre otros males. Por eso el “esto no va más” empieza a ser compartido por millones.

El plan de Macri de continuar con el ajuste, intentar llegar a 2019 y ganar las elecciones ha encontrado un gran escollo, no precisamente por obra de los políticos patronales del PJ o del kirchnerismo, o por la CGT, sino por millones de trabajadores y sectores populares que volvieron a protagonizar un gran parazo general y repudian cotidianamente los tarifazos, los salarios de miseria, el crecimiento de la pobreza y la desocupación. El contundente paro del pasado 25 con una movilización de decenas de miles el día anterior muestran la enorme predisposición por parte del movimiento obrero para derrotar el ajuste. A esto se agrega la ruptura de otros sectores, como lo reconoció el ministro Frigerio en una reunión de gabinete cuando dijo que “crece la desilusión de la clase media”. Y hasta el propio diario Clarín de este lunes 1° de octubre volvió a revelar que “vuelve a caer la imagen económica y política de Macri”.

Ante la continuidad de la crisis económica y política del gobierno, se apresuran también los armados electoralistas de la oposición. Pero la realidad es que ninguno de esos políticos patronales y dirigentes sindicales son salida para los trabajadores (sean del peronismo “dialoguista”, “duros”, “flexibles” o hasta de un famoso, como el intento de jugar a Tinelli para las elecciones). La foto entre Massa, Urtubey, Schiaretti y Pichetto es para intentar mostrar que ante Macri y Cristina “hay otra salida”, la del peronismo “serio”. Por parte del kirchnerismo, sus candidatos están de campaña electoral. Agustín Rossi y Kicillof están haciendo distintos actos; Scioli lo fue a visitar al gobernador Uñac de San Juan, y así sucesivamente.
Lo mismo pasa con los dirigentes sindicales que trabajan dentro del movimiento obrero para no hacer nada (CGT), o anuncian una marcha para el 20 de octubre como lo hacen Moyano y Pignanelli, para ir a rezarle a la Virgen de Luján. La burocracia sindical de la CGT se niega a darle continuidad al paro. Esto se da en medio de un nuevo pico de su crisis con la renuncia al triunvirato de Juan Carlos Schmid, que es consecuencia por un lado del propio desprestigio del ex triunvirato al no darle continuidad al paro. Pero del otro de los propios reacomodamientos sindicales en función de la interna peronista.
La jugada de Schmid es una señal para apuntar a otro rearmado sindical más “opositor”, ligado a un peronismo que incluya a Cristina Kirchner. Moyano dijo, por ejemplo, que “Urtubey representa la oligarquía del peronismo”, un discurso pro-Cristina. Por otra parte, las 62 Organizaciones, que apoyan a Daer y al resto de la conducción de la CGT, hacen un acto peronista reivindicando el 17 de octubre para pedir más cargos para la burocracia sindical en las listas del PJ.

Los trabajadores necesitan algo distinto, empezando por la continuidad del paro general con otras 48 horas y un plan de lucha nacional para derrotar ahora el ajuste y el nuevo pacto del FMI, no esperar a 2019, que es lo que quieren esas direcciones sindicales y políticas en las que se divide el peronismo hoy.

Eso es lo que venimos exigiendo desde el sindicalismo combativo y la izquierda a las direcciones de la CGT y las CTA. Lo mismo Moyano y su sector sindical, que deben llamar al paro y plan de lucha y exigírselo a que lo tome también la CGT, cuando se trate el presupuesto 2019 en el Congreso, con una gran marcha.

Y ante el desastre de Macri y el creciente “no va más”, planteamos una salida de fondo, es decir, que al país lo gobiernen los trabajadores y la izquierda. Ninguna variante del peronismo es salida, ni Massa, Pichetto o Urtubey, tampoco el kirchnerismo que, en caso de gobernar, ya ha dicho que va a seguir pagando la deuda y no va a romper con el Fondo. Solo un gobierno de los trabajadores y la izquierda podrá consecuentemente imponer un plan económico alternativo obrero y popular para que la crisis la paguen los capitalistas. Por eso es que contra Macri y el peronismo postulamos una alternativa política de la unidad de la izquierda, como lo es el Frente de Izquierda.
Esta pelea pasa hoy por impulsar una gran lucha nacional por un aumento salarial de emergencia y que se reabran las paritarias. Para prohibir los despidos y anular los tarifazos. Y para que se deje de pagar la deuda y romper el pacto con el FMI, única forma de poder garantizar trabajo, salarios y jubilaciones dignas.

Escribe Guido Poletti

A costa de una larga lista de gestos humillantes, el presidente Macri logró reafirmar el apoyo político del imperialismo yanqui y el FMI. La contrapartida será un durísimo ajuste, que, una vez más, cae sobre las espaldas del pueblo trabajador.

La escena no podía ser más representativa: Macri se anima a lanzar su candidatura a la reelección ante “su público”: lo hace en una entrevista en inglés a la agencia Bloomberg, una de las que más influencia tiene en el establishment de los negocios yanquis. Cerraba así una serie de anécdotas que se sucedieron en su viaje a los Estados Unidos. Fue condecorado por el Consejo de las Américas, agasajó con una cena de gala a la titular del FMI Christine Lagarde y hasta hizo el ridículo ensayando unos pasos de baile con una dama de la clase alta yanqui, que todavía debe estar comentando que el presidente de un país “bananero” la sacó a bailar. No logró su “entrevista exclusiva” con Donald Trump, pero al menos pudo saludarlo, más que suficiente para un jefe de gobierno que aspira a ganar “fortaleza” y “confiabilidad” en base a gestos de sometimiento y humillación con el imperialismo. La sobreactuación de Macri llegó al extremo de invitar a los argentinos a “enamorarse de Christine Lagarde”.

El presidente argentino se vuelve de los Estados Unidos con lo que quería: el respaldo político de Trump y un nuevo acuerdo con el FMI. Lo necesitaba como el oxígeno, ya que su plan económico corría el riesgo de colapsar: desde abril el dólar no para de aumentar, en medio de una feroz fuga de capitales. Cada vez se pone más en cuestión la capacidad de la Argentina de pagar sus próximos vencimientos de deuda. Y, producto de la inestabilidad, la inflación, la recesión y sus consecuencias con la caída de salarios y aumento de la desocupación, la bronca popular contra el gobierno crece exponencialmente.

Macri entonces apostó a buscar fortaleza en el único lugar que lo podía encontrar: con sus amigos los empresarios y los grupos financieros yanquis. Y lo consiguió: se trajo el apoyo para llegar a 2019 y, también, el lanzamiento de su candidatura a la reelección. Es que para el imperialismo lo más importante es que no se le desestabilice la región. Ya bastantes problemas tiene con la crisis regional en Brasil. No quiere sumar otra situación igual. El FMI, por su parte, se ha jugado su prestigio al poner 50.000 millones de dólares de préstamo para la Argentina. Necesita que su plan de ajuste salga bien. Por eso aceptó agrandar el monto prestado a 57.100 millones y adelantar parte de esos fondos (originalmente programados para 2020 y 2021) a 2018 y 2019.

Por supuesto que nada de todo esto es gratis. Ni alcanza con los gestos de sometimiento a Trump y Lagarde del presidente Macri. Tanto el FMI, como las corporaciones financieras internacionales y el propio gobierno yanqui quieren resultados. Por eso han obligado al gobierno a firmar el superajuste con déficit cero, con el objetivo de garantizar efectivamente los pagos de la deuda. Por eso también exigen el compromiso de la propia oposición peronista, con la firma de los gobernadores y la votación del presupuesto.
El gobierno de Cambiemos se muestra más claramente que nunca como lo que es: el gobierno de los ricos, agente directo del imperialismo yanqui y de los buitres acreedores internacionales. Todo su programa económico, ahora más que nunca con el nuevo plan de ajuste acordado con el FMI, está al servicio de las ganancias de estos sectores. Las consecuencias para el pueblo trabajador son más hambre y miseria y para el país más sometimiento, saqueo y entrega. Por eso decimos que esto no va más. Al plan del ajuste del FMI tenemos que reemplazarlo por un programa alternativo, obrero y popular, que arranque por dejar de pagar la deuda externa, que sólo podrá llevar adelante un gobierno de los trabajadores y la izquierda.

Escribe Martín Fú

Desde que asumió el actual gobierno de Macri, más de 170.000 pensiones fueron dadas de baja compulsivamente. Usando distintos argumentos, entre ellos un supuesto “abuso” en sus otorgamientos, el gobierno busca hacer bien los deberes que le pide el FMI y nuevamente mete la mano en los sectores más vulnerables. Luego de endurecer el régimen y las exigencias para tramitar no sólo una pensión, sino un certificado de discapacidad, una nueva resolución publicada en el Boletín Oficial obliga a los beneficiarios a revalidar sus pensiones en la Anses, haciendo frente a una extensa lista de requisitos y trabas burocráticas.

Rechazamos cualquier intento de seguir ajustando a los trabajadores y sectores populares, en este caso quitando las pensiones a personas en situación de vulnerabilidad, con necesidades especiales, impostergables y de urgente atención.



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