Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Escribe Martín Fú

Seguramente muchos lectores de El Socialista se preguntarán en qué medios de comunicación salieron las declaraciones de Cristina Kirchner sobre el nuevo acuerdo del gobierno de Macri con el FMI. Muchos buscaron y no encontraron nada. Nada, ni un tuit.

Las declaraciones no aparecen en ningún lado porque la ex presidenta prefiere el silencio. Mientras la bronca por el acuerdo es principal tema de discusión y de repudio popular, Cristina Kirchner evita definirse sobre la nueva entrega y ajuste que Macri está pactando con el Fondo Monetario Internacional. Pero aquellos que en su momento aparecieron como los “economistas estrellas” del ex candidato presidencial kirchnerista Daniel Scioli no muestran disimulo en apoyar, con distintos matices, el acuerdo. Mario Blejer cuestiona el apuro de ir al Fondo, que “primero habría explorado un acuerdo con la Reserva Federal o el Tesoro de Estados Unidos” y que “este FMI es más transparente que el de los 90” (Clarin, 12 de mayo). Miguel Bein, a pesar que el mes pasado pedía un dólar más alto y apoyaba “con reservas” la política económica del macrismo, ahora prefiere el silencio, como Cristina.

Escribe José Castillo

Tal como expresamos en otra nota, no existe un FMI “bueno”. El acuerdo con el Fondo va a significar que la Argentina se comprometa a llevar adelante un feroz ajuste contra los trabajadores, los jubilados y el resto de los sectores populares.

Con el “olfato” que da haber sufrido en épocas anteriores los ajustes del Fondo, ya las encuestas prenuncian que entre el 75% y el 80% de la población está en contra de cualquier acuerdo con el FMI. No se equivocan. Si bien la “letra fina” del mega-ajuste que requerirá el Fondo se conocerá en las próximas semanas, ya podemos adelantar unas cuantas cosas. Es que el año pasado hubo una misión de auditoría de la economía argentina (llamada “revisión del artículo IV”) que le “recomendaba” al gobierno de Macri las siguientes medidas:

Ajustar el sistema jubilatorio. En concreto, bajar las jubilaciones por medio de que los aumentos futuros no cubran la inflación (algo de esto ya se empezó a hacer con la nueva ley votada en diciembre), subir la edad jubilatoria y empezar a dar pasos hacia la privatización del sistema, retornando al nefasto esquema de las AFJP.

Reducir el gasto “primario” del Estado a una velocidad mayor que la que está llevando el gobierno. Recordemos que el macrismo había anunciado hace apenas diez días achicar el déficit fiscal de 3,2% a 2,9%, suspendiendo obras públicas y reduciendo partidas de “gastos generales”. Ahora se propondrá un ajuste más fuerte aun, hablándose de llevar el déficit fiscal a 1% del PBI. En concreto esto significará más despidos de estatales, congelamientos salariales y achicamientos de las partidas destinadas a salud, educación o vivienda. Se ha deslizado que una partida “privilegiada” por el FMI para recortar será el presupuesto universitario. Otra, la reducción de los actuales planes sociales. Avanzar con la reforma laboral con el objetivo de flexibilizar las condiciones de trabajo, liquidando conquistas históricas actualmente presentes en los convenios colectivos de trabajo, aumentar la explotación de los trabajadores y abaratar los despidos.

Devaluar todo lo necesario para favorecer a los monopolios exportadores y así garantizarse las divisas para la devolución del préstamo del FMI. Más devaluación significará más inflación y, como consecuencia inmediata, mayor pérdida aun del poder adquisitivo de nuestros salarios y jubilaciones.

Agreguémosle a todo esto que el monto del préstamo del FMI no significará el ingreso de “dinero fresco”. Llegará en cuentagotas, con el destino claramente preestablecido (el pago de los vencimientos de deuda externa en los meses venideros) y con un monitoreo estricto de que “se están cumpliendo las condiciones pactadas” antes de girar cada cuota del acuerdo.

Esto es lo que se viene. Salgamos ya a enfrentarlo, conformando un gran movimiento obrero y popular contra el FMI. Porque la crisis la pagan quienes la provocaron, o nos la harán pagar a nosotros con hambre y saqueando nuestros recursos.

Escribe José Castillo

Desde hace veinte días la economía argentina está en un tembladeral. Muchos trabajadores, que hace un par de semanas no los conocían ni de nombre, hoy escuchan hablar de millonarios vencimientos de “Lebac”, si se renuevan o no, o qué pasará mañana con el dólar. Sin entender demasiado, todos sabemos, y sentimos en nuestros bolsillos, las consecuencias de todo esto. Lo vamos a resumir en una sola frase: la lechuga ya está a 100 pesos el kilo.

Una crisis provocada por los especuladores internacionales amigos de Macri

La crisis financiera desatada desde el 25 de abril no es más que una profecía autocumplida. El gobierno de Macri se la pasó endeudándose astronómicamente por más de 130.000 millones de dólares. Por supuesto que no era gratis: el año pasado se pagaron 16.000 millones de dólares en concepto de vencimiento de intereses de esa deuda y para este año está presupuestado destinar otros 20.000.

¿Para qué se usó este mayor endeudamiento? Sirvió para aceitar una fenomenal bicicleta financiera, con especuladores que recibían esos dólares, los pasaban a pesos, compraban Lebac (letras del Banco Central que permitían hacer las ganancias más altas del planeta), para finalmente “volver” al dólar y fugarse. Todo financiado con el mayor endeudamiento externo.

Lo que pasó en estos días es que muchos capitales especulativos extranjeros recibieron la “orden” de salir de la Argentina y buscar nuevas ganancias financieras en otros sitios. Los que dieron la señal de partida tienen nombre y apellido: son buitres como el JP Morgan, Morgan Stanley o el Deutsche Bank, justamente las entidades financieras en las que trabajaban como directivos los actuales miembros del equipo económico macrista. Mientras se iban yendo, el gobierno de Cambiemos les garantizaba los dólares para la salida: así ya se llevan regalados casi 13.000 millones de dólares de las reservas. Y, a los especuladores que se quedan, se los “premia” con una tasa de interés gigantesca de 40%.
Al mismo tiempo, para garantizar que se va a seguir teniendo dólares para seguir financiando en los próximos meses nuevas superganancias vía bicicletas financieras y eventuales fugas de capitales, el gobierno de Macri recurre al odiado FMI.

El pueblo trabajador pagará todo este negociado: primero e inmediatamente con una inflación que se desmadra vía la suba de precios de los artículos de primera necesidad. El 15% de inflación anual quedó allá lejos, sólo vigente para las paritarias. Hoy todos los analistas acuerdan que la inflación de 2018 terminará, como mínimo, cerca de 30%. Como ya lo reconoció el propio ministro Dujovne, las consecuencias de todo esto serán “mayor inflación y menor nivel de actividad”, léase menores salarios y jubilaciones y más desempleo.

Y encima de todo, llega el FMI

En medio de este escenario tenebroso, el gobierno decide recurrir al Fondo Monetario Internacional. Lo hace para darle mayor “garantía y seguridad” a los especuladores internacionales. Traducido: más garantías de que se van a pagar todos los vencimientos de deuda en el futuro, cueste lo que cueste y no importa a quién haya que ajustar.

El ministro Dujovne miente alevosamente al afirmar que el FMI “ya no es como era en 2001” o que ahora puede prestar sin exigir condiciones. Sabe que no es así. No es cierto que el Fondo no exigió planes de ajuste en los últimos años. Ahí tenemos Grecia como muestra (ver nota en esta misma página). Economistas de todas las tendencias y los medios especializados locales y extranjeros acuerdan que se le exigirá a la Argentina un plan de ajuste como condición para otorgarle un crédito de aproximadamente 20.000 millones de dólares que el país recibirá en cuotas, tras un estricto monitoreo del cumplimiento de los requisitos. Y que deberá ser devuelto religiosamente en un plazo relativamente corto, de no más de dos o a lo sumo tres años.

Desarrollemos un gran movimiento contra el ajuste de Macri y el FMI

Macri viene ajustando desde el comienzo de su mandato. Lo pagamos con los miles de despidos tanto en el sector público como en el privado, con la pérdida del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones frente a la inflación y con los tarifazos. La crisis del dólar de estos días ya está significando un nuevo mazazo contra los trabajadores.

Sobre todo esto pegará el mayor ajuste que nos exigirá el FMI. Ya podemos adelantar algunas de las demandas que se nos harán (ver “Las exigencias del plan de ajuste del FMI” en esta misma página). Todo al servicio de que se siga pagando la factura cada vez mayor de la deuda externa.

Es ellos o nosotros. Tenemos que salir ya mismo a repudiar cualquier acuerdo con el FMI. Peleando para derrotar el ajuste de Macri, ahora “reforzado” por el acuerdo con el Fondo. Nos negamos a que seamos los trabajadores los que paguemos el estropicio. ¡Que la crisis la paguen quienes la provocaron, los especuladores financieros que hicieron millonadas con la bicicleta financiera y ahora fugan los dólares, los buitres de la deuda, los monopolios exportadores que no liquidan las divisas y las grandes empresas que ahora aprovechan para remarcar los precios!

Movilicémonos con la más amplia unidad contra el pacto de Macri y el FMI hasta derrotar su ajuste, oponiéndole un plan económico alternativo que comience por no pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.

Escribe Claudio Funes

En el programa del periodista Mauro Viale que se emite por la señal América 24, la dirigente del Nuevo MAS Manuela Castañeira dio su opinión sobre la actual crisis y el acuerdo Macri - FMI. Planteó que el gobierno está fracasando de manera estrepitosa y que el acuerdo con dicho organismo hipotecará las futuras generaciones. Sin embargo, insólitamente, en vez de sacar la conclusión de que lo que hay que hacer es salir ya mismo a enfrentarlo, exigiendo el paro general y un plan de lucha contra el ajuste, como propone el FIT, sostiene que la tarea central para los trabajadores es pedir que se adelanten las elecciones. Con esa propuesta electoralista no se van a arreglar la crisis y el ajuste que está reventando salarios y jubilaciones, así como tampoco rechazar el acuerdo con el FMI.

Escribe Claudio Funes

El miércoles pasado se votó en la Cámara de Diputados la ley fomentada por el peronismo que limita el tarifazo. Pero en lo esencial los tarifazos se mantienen. El peronismo se viste de “progresista” con vistas a las elecciones de 2019. Macri ya anunció el veto. La salida pasa por anular todos los tarifazos y la reestatización de las privatizadas.

La ley votada a propuesta de Massa-Solá-Camaño y consensuada con el resto de los bloques peronistas (Frente para la Victoria, Bossio, etcétera), plantea retrotraer las tarifas a noviembre de 2017 y que los incrementos futuros estén atados a la evolución de los salarios. La quieren hacer pasar como un “logro”. Pero lo que se terminó votando fue una tímida ley que en definitiva sostiene a los tarifazos. Porque previo a los aumentos de noviembre de 2017, el incremento global de la luz, el gas y el agua fueron de 512%, 313% y 392% respectivamente. Y mantiene a las saqueadoras empresas privatizadas que vienen desde el menemismo de los años `90.

Es más, el proyecto original fue modificado para “suavizarlo”. Por pedido de los gobernadores ni siquiera se mantuvo la reducción del IVA de las boletas como estaba previsto originariamente. Los gobernadores no quisieron ver reducidos los fondos que la Nación remite a sus provincias, es decir, son cómplices del tarifazo.

Lo que también encubre el peronismo es que en esa misma sesión aprobó una nueva ley de mercado de capitales que relaja los controles para dar más facilidades a los negocios de los especuladores financieros a pedido de Macri y el FMI.

El peronismo quiere la continuidad del tarifazo

Las distintas variantes del peronismo aprovechan para mostrarse como “alternativa” al ajuste. Pero su objetivo es limar algunas aristas del tarifazo para hacerlo “más potable”, no para anularlo. Lo mismo quieren hacer con la reforma laboral, corregir “las cosas malas” y apoyar las buenas. ¡Pero toda la reforma laboral es una exigencia del FMI y las patronales! El peronismo también critica al FMI pero el gobierno anterior le pagó de contado a ese organismo chupasangre, y destinó otros 200.000 millones de dólares para pagar la deuda que venía de la dictadura.

El peronismo está en el jueguito de “no hacer olas” y reciclarse como recambio en 2019. Esto es lo que lo obliga a tomar distancia de algunas políticas de Macri. Pero nada más. El peronismo sólo hace oposición parlamentaria y de palabra, pero mantiene las privatizaciones, dejando la luz, el gas, y el petróleo en manos de las multinacionales. Por eso el peronismo kirchnerista en sus 12 años de gobierno dejó que Repsol (multinacional a la que luego indemnizó millonariamente) se llevara todo el petróleo y el gas y subsidió a los empresarios del tren como TBA-Cirigliano, responsables de la masacre de Once.

¡Nulidad del tarifazo y reestatización!

La ley pasó al Senado donde ya hay negociaciones para “digerirla”, caso contrario Macri anunció el veto. Pero el debate no pasa por hacer más potable el tarifazo, sino por anularlo como lo planteamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda. Y señalamos que la luz, el gas y el petróleo son un derecho humano esencial del pueblo trabajador que no puede quedar en manos privadas. Las tarifas no deben dar ganancias sino que deben ser accesibles para millones. Lo mismo que un hospital o una escuela pública. Por eso planteamos la reestatización de todas las privatizadas del sector y que se pongan a funcionar bajo control y gestión de trabajadores y organizaciones de usuarios, con una fuerte inversión sobre la base del no pago de la deuda externa e impuestos a los bancos y multinacionales.

Nos preparamos para seguir apoyando todas las acciones contra el tarifazo y reclamando un paro general. Llamamos a repudiar desde ahora el posible veto del gobierno y a seguir luchando por una salida de fondo como es la reestatización.

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