Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad
El gobierno ultraderechista de Milei quiere privatizar o desguazar Aerolíneas Argentinas. Le da lo mismo, su principal objetivo es hacerla desaparecer para que todo el negocio aéreo pase a manos de las multinacionales del sector. Hay que defender nuestra aerolínea de bandera y a las y los trabajadores.
Otra vez, como ya pasó en los ‘90, el negocio aerocomercial pasa a ser un coto de caza para los privatizadores. Con el voto positivo de la oposición patronal “dialoguista” (PRO, Encuentro Federal, radicalismo y unos cuantos “peronistas amigos”), el gobierno de La Libertad Avanza logró dictamen favorable para que se trate en el Congreso el proyecto de Ley de Privatización de Aerolíneas Argentinas. El sólo trámite de cómo se votó es todo un ejemplo de lo que está pasando con la oposición patronal: recordemos que Aerolíneas Argentinas figuraba en el listado de “empresas a privatizar” del proyecto de Ley Bases original (llamada en ese entonces Ley Ómnibus). Uno de los motivos por los cuáles Milei consiguió que finalmente su Ley fuera aprobada en junio pasado fue porque se había retirado del proyecto los puntos donde supuestamente las y los diputados y senadores de la oposición patronal no estaban de acuerdo. Entre ellos la privatización de Aerolíneas.
Ahora, ya con la Ley Bases aprobada, el gobierno ultraderechista vuelve con un proyecto específico de privatización de Aerolíneas y ¡sorpresa! Los mismos diputados que antes exigían que saliera del proyecto de Ley Ómnibus de diciembre ahora lo votan a favor. Un auténtico escándalo.
El mismo método que en los ‘90
El gobierno de Milei está actuando con Aerolíneas de la misma forma que operaba el peronismo menemista para ganar consenso y así privatizar. Primero se vacía la empresa pública, se las desfinancia, se golpea y provoca a sus trabajadoras y trabajadores, se le van sacando recursos, todo con el fin de que la empresa no pueda funcionar normalmente, se empiece a paralizar y entonces se busca que se genere un sentido común entre los usuarios, motorizado por los medios de comunicación amigos, a favor de la privatización.
Todo esto es lo que estamos viendo en estos últimos meses. Con auténticas provocaciones, con propuestas salariales de hambre, con despidos, se ataca a las y los trabajadores de la empresa, llevándolos a un conflicto largo y desgastante. Al mismo tiempo se le van quitando recursos históricos (como el hecho de que en el Aeroparque puedan pernoctar aviones de aerolíneas u otros servicios, que ahora son ofrecidos a la compañías de la competencia).
¿Quién y qué comprarían de Aerolíneas?
La realidad es que, hasta ahora, no aparecen compradores interesados en adquirir la totalidad de Aerolíneas Argentinas. Por eso el propio Milei ya empezó a hablar de “mandarla a la quiebra”, desguazando y rematando al mejor postor sus rutas más rentables.
Es que, por supuesto, ofrecer a una empresa transnacional del sector una ruta desde Buenos Aires a Miami, Nueva York, Madrid o Roma, es un negocio nada despreciable. O, más regionalmente, los vuelos a San Pablo u otras ciudades brasileñas. Sucede lo mismo con las rutas de cabotaje más rentables, vinculadas al turismo internacional: Iguazú, Calafate, Bariloche, Salta o Ushuaia.
Ahora bien, ¿quiénes suenan para esas rutas? Por un lado las locales low cost, como Jet Smart y Fly Bondy. Empresas que, nacidas al calor de los privilegios que le dio el macrismo, tienen el récord mundial de retrasos o cancelaciones. Y, peor aún, caminan constantemente por la cornisa por su falta de seguridad. Un ejemplo: este fin de semana un avión de Fly Bondi casi provoca un accidente en su aterrizaje en Aeroparque, tras lo cual ni siquiera fue revisado para averiguar si había sufrido algún deterioro o desperfecto, en cambio, fue “despachado” inmediatamente con pasajeros hacia Mendoza. Las otras empresas que aparecieron interesadas, por lo menos para las rutas de cabotaje y regionales, son la brasileña Gol, que se encuentra en convocatoria de acreedores en Estados Unidos y por lo tanto al borde de la quiebra, y LAN, la misma transnacional que, luego de pagarle a sus trabajadoras y trabajadores con fondos estatales en la primera parte de la pandemia, terminó cerrando, dejando a todas y todos en la calle y hasta robándose aviones (con el simple expediente de tapar con pintura la matrícula argentina y reemplazándola por una chilena).
La experiencia de la Aerolíneas privatizada
¿Qué pasó cuándo la empresa fue privatizada en los ‘90? Fue adquirida por empresas del Estado Español, primero Iberia, que vendió aviones, oficinas comerciales en las principales ciudades del mundo, y prácticamente la vació. Las anécdotas llegan hasta el extremo de que los aviones salían con cubiertas nuevas de Ezeiza y al llegar a Barajas se las cambiaba por otras usadas, quedando las nuevas para los aviones de Iberia. Se llegó así hasta una situación de virtual quiebra, y sólo se evitó el cierre por la lucha de las y los trabajadores de la empresa.
Luego se adueñó de Aerolíneas el Grupo Marsans, también español que continuó con el vaciamiento de lo que quedaba. Finalmente, si la empresa no hubiera sido reestatizada, sin duda habría desaparecido. El Grupo Marsans dejó a Aerolíneas con un déficit que costó años revertir.
En los años de Aerolíneas privatizada, se entregó el negocio de cabotaje a empresas privadas. Todos terminaron mal. LAPA culminó con el terrible accidente de 1999, muy bien documentado en Whisky-Romeo-Zulu por Enrique Piñeyro. Austral también vivió dos tragedias, la de Fray Bentos en 1997 y la de 1995 en Sierra Grande, cuando se abrió una puerta en pleno vuelo y murió una azafata. Southern Winds terminó envuelta en escándalos de tráfico de drogas con los aviones de la compañía.
¿Cuál es la salida?
Hay que defender nuestra aerolínea de bandera. La necesitamos para cubrir todo el territorio nacional y que ninguna región quede aislada. Para que se puedan atender emergencias sanitarias, climáticas o de cualquier tipo. También para mover con velocidad los bienes que produce nuestro país hacia otras zonas geográficas que se requiera. Pero, por sobre, para que el pueblo trabajador acceda al derecho de viajar más rápido y que, en pleno siglo XXI, volar deje de ser un privilegio para ricos. Las rutas internacionales más rentables, tanto internacionales como de cabotaje, juntamente con la Carga Internacional, deben servir para subsidiar al resto de los vuelos, que así podrán contar con tarifas populares y accesibles y las frecuencias adecuadas.
La experiencia de la reestatización de los últimos años nos indica que, ante todo, la gestión de la empresa debe pasar a manos de sus propias trabajadoras y trabajadores, y no estar más en manos de burócratas que utilicen la empresa como caja para sus negocios políticos, como sucedió con La Cámpora durante varios años.
Pero también que, por tratarse de un servicio público, el criterio no debe ser el de la rentabilidad privada o la ganancia y por lo tanto, el estado nacional debe proveer el financiamiento necesario. Y, por sobre todo, que se le debe garantizar el monopolio y la prioridad en aeropuertos, servicios de rampa, hangares, centros de entrenamiento y de revisión técnica que hoy se la regalan a otras empresas.
Aerolíneas Argentinas ya fue privatizada una vez. Sus trabajadoras y trabajadores evitaron que ello terminara en la quiebra y desaparición de la empresa. Luego, la continuidad de la pelea, permitió alcanzar la reestatización. Hoy, con la misma fuerza, con el apoyo de todos los sectores en lucha y del conjunto del pueblo trabajador, tenemos en la defensa de Aerolíneas como empresa estatal y línea de bandera un capítulo importante de la pelea por derrotar el plan motosierra de Milei y el FMI. Por eso, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad rechazamos la privatización y con nuestra diputada nacional Mónica Schlotthauer y el resto de la bancada estamos elaborando un proyecto para sumarnos a la lucha en defensa de Aerolíneas Argentinas. Proponemos que sea 100% estatal y gestionada democráticamente por sus trabajadoras y trabajadores, como parte de un sistema de transporte único e integrado en manos del Estado, en función del desarrollo del país y en beneficio del pueblo trabajador.
Este miércoles 30 se dio un fuerte paro encabezado por los gremios agrupados en la Mesa Nacional del Transporte: La Fraternidad (no circularon los trenes, pese a que la conducción de la Unión Ferroviaria de Sassia llamó a no parar), el subte, camioneros, los gremios aeronáuticos, los peones de taxis, los de viales y peajes y los marítimos. Si no hubiera sido porque la burocracia de la UTA dividió, la huelga del sector hubiera sido total.
Pero la jornada también tuvo medidas de fuerzas de otros gremios. En el sector docente, el malestar contra los recortes a la escuela pública, la reforma educativa y la miseria salarial empujan la lucha a pesar del freno de la burocracia de Ctera y los gremios provinciales celestes. En Santa Cruz, bajo el impulso del triunfo de una nueva conducción del sindicalismo combativo, se resolvió seguir con 72 horas de paro y rechazar la conciliación obligatoria decretada por el gobierno provincial. En CABA, se paró con Ademys, al igual que en Chubut y en otras provincias. Lo más impactante fue el fuerte paro bonaerense. La oposición Multicolor realizó un plenario de delegados presencial, que resolvió parar el 30, incluso antes que se confirmara el paro del transporte. La burocracia del Suteba de Baradel viendo que la adhesión al paro sería masiva, terminaron convocando junto con Udocba y la FEB.
La jornada también incluyó paros de los estatales nacionales (ATE y también las y los trabajadores de la AFIP y la Aduana. Se sumó toda la comunidad universitaria (docentes, no docentes y estudiantes). De conjunto se expresó, muy masivamente, la bronca por la caída salarial y de las jubilaciones, el ataque a la educación y los intentos de privatizaciones, como con Aerolíneas y los ferrocarriles. A pesar de las intimaciones y provocaciones por parte del gobierno, que incluyó mensajes a través de la app oficial “Mi Argentina” y mensajes anti-sindicales en las pantallas de información de los trenes en las estaciones, el paro no sólo fue contundente, sino que tuvo visiblemente la simpatía de millones de trabajadoras y trabajadores de otros gremios, aún cuando estos no hayan podido parar por el rol de sus direcciones. El gobierno insistió en que se trató de un paro “político”, buscando desacreditarlo. Seamos claros: no fue “político” si con esto lo que se quiere decir es que solo fue por los intereses particulares de las direcciones de los gremios convocantes. Pero sí fue un repudio generalizado a la política de guerra de Milei contra el pueblo trabajador y sectores populares.
La imagen del miércoles es una foto de la bronca y el enfrentamiento al brutal ajuste de Milei que viene en ascenso desde las masivas marchas educativas. Que va dejando al desnudo a la burocracia de la CGT, que mantiene su tregua con el gobierno, a pesar de que sigue profundizando el ajuste y dando cada día un nuevo anuncio de medidas contra el pueblo trabajador. Por eso resulta fundamental, mientras seguimos enfrentando todas y cada una de las medidas de este gobierno ultraderechista, buscando la coordinación entre ellas para masificar la movilización y reclamamar, más que nunca, que la CGT rompa la tregua y lance un nuevo paro general y un plan de lucha para enfrentar el brutal ajuste de Milei, los gobernadores y el FMI, como venimos postulando desde la corriente A Luchar y el sindicalismo combativo.
¿Por qué, si crece la bronca y se multiplican las luchas, Milei sigue adelante con su plan “motosierra”? Ya hemos mencionado a uno de los principales responsables, la burocracia de la CGT y su tregua. Pero no son los únicos. Porque el gobierno de Milei, con su extrema minoría parlamentaria, se ha llevado victorias en el Congreso, como la Ley Bases o la imposición de los vetos a los jubilados y a la universidad en base a su alianza con el PRO, pero también gracias a los apoyos que obtuvo de parte de las bancadas de los otros partidos patronales opositores. Tal fue el caso del radicalismo, donde se terminó rompiendo el bloque después de que el propio presidente del bloque en Diputados, Rodrigo de Loredo se reuniera con Milei. Pero también del peronismo, que le vienen aportando votos a partir de acuerdos con los gobernadores.
Hay que señalar que incluso el peronismo kirchnerista que aparece como más “opositor” y que no le ha votado leyes a Milei también tiene sus responsabilidades, porque no ha hecho nada por organizar la pelea contra el ajuste. Toda su apuesta es a 2025, en lo electoral. En estos días, a ello se sumó la interna entre Cristina y Quintela por conducir el PJ, que incluye a su interior también la pelea entre la ex presidenta y el gobernador Kicillof. Una interna que expresa la crisis peronista, absolutamente alejada de las necesidades y preocupaciones del pueblo trabajador.
Esa política del peronismo contrasta con la única fuerza que, sin fisuras, estuvo desde el primer día enfrentando al gobierno ultraderechista de Milei, en las calles, apoyando cada una de las luchas que se dieron, y también en las bancas, denunciando y votando en contra de las medidas del plan motosierra: el Frente de Izquierda Unidad. Esa es la alternativa política a favor de las y los trabajadores, la juventud, el movimiento de mujeres y disidencias, las y los jubilados, que postula, como salida, un programa de emergencia obrero y popular, que, comenzando por dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, dedique todos los recursos a resolver las más urgentes necesidades populares.
Escribe Adolfo Santos, dirigente de Izquierda Socialista/FIT-Unidad
Durante la entrega de los premios Martín Fierro, no fue sólo Norman Briski el que sorprendió. Parecía que la famosa alfombra roja quería ser bandera y flamear. Como nunca antes, varios artistas manifestaron críticas al gobierno reflejando el clima de descontento popular que vive nuestro país.
La gran ganadora de la noche, con siete estatuillas, fue la película Puan, de María Alché y Benjamín Naishtat. Rodada en la UBA en 2023, el film es un anticipo de lo que estaba por venir. Retrata el ambiente de la militancia, las disputas culturales y la crisis de la universidad. Al subir al escenario, los directores invitaron a hablar al decano de Filosofía y Letras quien denunció los salarios de miseria y entre otras cosas dijo: “En la UBA el 60% de los estudiantes forman parte de una primera generación de universitarios” y cerró “La universidad no se vende y la autonomía tampoco. Viva la universidad pública…”. Sorprendentemente, parte del público comenzó a entonar: “Universidad, de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode”.
Y en la noche de protestas se sumó la voz de Mirtha Legrand, quien al recibir su premio, en un claro mensaje contra el gobierno expresó: “Por favor, no cierren el Incaa”, desde la platea, Luis Brandoni, que recientemente defendió la política de recortes del gobierno al Instituto, miraba atónito. La diva, de 97 años, completó: “No se puede cerrar el Incaa porque el cine argentino es el cine más importante de habla hispana”.
A la lista de críticos, se sumó Graciela Borges. Al recibir la estatuilla, le respondió al gobierno: “No nos digan cómo tenemos que hacer cine. Sabemos hacer cine. Que no nos digan más cuántos espectadores tenemos que meter para ser buenos”, Borges respondía a la “visión financiera” del arte del vocero presidencial que había manifestado: “Vamos a dejar de financiar películas que sean fracasos comerciales”.
El gobierno no tiene paz ni en un ámbito tan particular como la entrega de premios Martín Fierro. Y la lucha universitaria, que ya merece un Martín Fierro, se metió en ese ámbito porque impregna todos los poros de una sociedad cada vez más descontenta.
Escribe José Castillo
“La motosierra hasta ahora cortó en vertical. Ahora va a ir hasta las vísceras”. Esta fue la expresión del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, ante los empresarios en el coloquio de IDEA. El poder económico concentrado, las grandes patronales, por supuesto que aplaudieron a rabiar. Los pulpos acreedores de fiesta y el FMI también felicitan al gobierno.
El gobierno ultraderechista de Javier Milei no para en sus ataques al pueblo trabajador. Venimos de los vetos a la Ley Jubilatoria y al Financiamiento Universitario. Más atrás, de la reglamentación de la ley Bases, con un fortísimo avance en la flexibilización laboral. Antes, tuvimos el cierre de organismos y las decenas de miles de despidos en el Estado. Y, desde el primer día de este gobierno, una pulverización absoluta de salarios y jubilaciones, provocando una recesión histórica. Todo con el clarísimo y declarado objetivo de darle prioridad absoluta a los pagos de deuda externa. Pero Milei va por más.
De la mano de su ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, lanzan una batería de nuevas medidas, en lo que llaman la “deep” (más profunda) motosierra.
Anuncian la privatización de Aerolíneas Argentinas (y ya han obtenido dictamen favorable, con la vergonzosa complicidad del PRO y de radicales y peronistas “amigos”). También del ferrocarril Belgrano Cargas (y tiene en agenda a todos los ramales de pasajeros). Disuelven la AFIP, para así montar una agencia recaudadora de impuestos y de control aduanera más amigable para sus socios empresarios, mientras plantean echar a alrededor de 5.000 trabajadoras y trabajadores, además de bajarles el sueldo a la mitad al resto. Cierran la Casa de Moneda, por lo que ahora los nuevos billetes deberán ser todos importados, con otros miles de despidos implicados. Hay amenazas de poner en revisión 180.000 contratos en el Estado y tomarle examen a todos los empleados públicos y, “si no los aprueban”, despedirlos. Sigue el ataque sin precedentes contra la universidad pública. El gobierno sigue planteando recortes a la salud, con privilegios a favor de las prepagas y las grandes empresas del sector, mientras se les recorta el acceso a los medicamentos al pueblo trabajador, las y los jubilados.
El presupuesto 2025 y “la fiesta de los mercados”
Ya hace un mes que el gobierno presentó ante el Congreso el proyecto de presupuesto 2025, que plantea un ajuste mayor aún al implementado este año. Con una regla sangrienta, ya que todas las partidas son ferozmente achicadas: Educación y Cultura (-44% respecto a 2023), Ciencia y Tecnología (-32% respecto a 2023), Promoción y Asistencia Social (-61% respecto a 2023), Ambiente (-30% respecto a 2023). Y, a la vez, además aparecen subordinadas a que, primero, se obtenga superávit para pagar los vencimientos de deuda externa (que recordemos llegarán el año que viene a 27.000 millones de dólares). Milei plantea que se recortará absolutamente todo con tal de alcanzar ese objetivo. Sólo para pago de intereses de la deuda (sin contar capital) se destina el 9% de todo el presupuesto nacional 2025, lo que implica 2,6 veces más que para todas las universidades nacionales juntas y un 40% más que todo el presupuesto de salud.
Los pulpos especuladores, nacionales y extranjeros, están eufóricos de que el gobierno vaya logrando hacer pasar su ajuste. Por eso hacen subir los bonos de la deuda, las cotizaciones de las acciones, bajan especulativamente las cotizaciones de los dólares financieros y hasta el J.P. Morgan, una de los pulpos especuladores más importantes del mundo, reduce la calificación del “riesgo país”. Todos datos a favor de la bicicleta financiera y los buitres acredores. Los directivos del FMI también acaban de felicitar al gobierno argentino. No nos equivoquemos, la economía “real” sigue para abajo, y este año terminaremos con una recesión récord de cerca de -4%. Y continúa creciendo el desempleo, la pobreza y la indigencia. Pero la “deep” motosierra deja ganadores y perdedores. Y entre los primeros están los usureros, que se aseguran todos y cada uno de los vencimientos de deuda, y también las grandes empresas locales, que vienen aumentado en forma millonaria sus ganancias.
Además, siguen los ofrecimientos para saquear nuestras riquezas, vía el RIGI. Y está en curso un blanqueo escandaloso, donde cualquier millonario que haya fugado o evadido impuestos hoy es “perdonado” y ni siquiera son obligados a traer los dólares de vuelta.
¿Cómo enfrentar lo que se viene?
Milei le ha declarado una guerra en toda la línea al pueblo trabajador. Esta es la esencia de su política ultraderechista. Un ajuste permanente y cada vez más profundo, quitando todas y cada una de las conquistas históricas ganadas en décadas de luchas. La única salida es salir a enfrentarlo. Como ya lo están haciendo miles, en todas y cada una de las peleas, las que han vuelto a crecer a partir de la gigantesca rebelión estudiantil. Por eso hoy, más que nunca, se impone denunciar a la CGT por su tregua, exigirle que la rompa y que llame a un paro general y un plan de lucha. A la vez que postulamos que, frente a la motosierra (la anterior y ahora, la “deep”) hay un programa diferente, opuesto por el vértice al de Milei, que pasa por dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI, ponerle fuertes impuestos a las grandes empresas, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas. Para, con todos esos recursos, priorizar las más urgentes necesidades populares de salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, salud, educación y vivienda.
Escribe Pablo Montenegro, cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento
El gobierno anunció la privatización del Belgrano Cargas y de los ferrocarriles metropolitanos de pasajeros del Sarmiento, Mitre, Roca, San Martín y Belgrano Sur. La privatización ya fracasó por la entrega a las multinacionales y la corrupción que nos llevó a la masacre de Once. La salida pasa por la reestatización del conjunto del sistema gestionado por sus trabajadoras y trabajadores y usuarios, cosa que venimos reclamando desde el Cuerpo de delegados del Sarmiento.
Este anuncio es parte de la motosierra de Javier Milei sobre el ferrocarril que viene haciendo desde que comenzó su gestión. Primero con el desfinanciamiento de los trenes de pasajeros, luego con los despidos en Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), en Trenes Argentinos Capital Humano (Decahf) y otros en el Chaco. En paralelo anunciaban la privatización del Belgrano Cargas se dio a conocer la noticia de que el servicio a Pehuajó dejará de funcionar. Y también el decreto para vender tierras ferroviarias, entre ellas una parte del predio de Haedo.
El gobierno de Milei argumenta que los ferrocarriles son deficitarios y tienen exceso de personal. Es mentira. Tomando el Belgrano Cargas, que volvió a estar en manos del Estado en 2013 (después de la privatización que estuvo controlada por el grupo Macri, entre otros) y que volvió a recibir inversiones por más de dos millones de dólares en 2016. Eso permitió el mejoramiento de vías y de material rodante se triplicaron las toneladas de productos trasladados, abaratando los costos de flete sin incrementar personal. Lo mismo ocurrió con los servicios de pasajeros donde se renovaron vías y trenes luego de que en 2012 cayeran casi todas las concesiones por el fracaso de la privatización que provocó la masacre de Once y costó 52 vidas y más de 800 heridos.
Tampoco es cierto que sea excesiva la cantidad de personal. Volviendo al Belgrano Cargas, los 4.600 trabajadores y trabajadoras tienen a su cargo 7.600 kilómetros de vías, 163 locomotoras y 11.620 vagones.
Lo que pretenden, en el caso de los trenes de carga, es beneficiar a las empresas privadas exportadoras de cereales y productos mineros para que sigan haciendo las multinacionales su gran negociado. Encima, quieren implementar un modelo privatizador que se empleó en Inglaterra que ya fracasó, por lo que los trenes volvieron a ser estatales en ese país.
Lamentablemente la lista Verde de Sergio Sasia, secretario de la Unión Ferroviaria está de acuerdo con las privatizaciones y serían beneficiados con un 10% de las acciones y un funcionario en el directorio, como anunció el gobierno ultraderechista. Igual que José Pedraza durante el peronismo menemista. Por eso no apoya el paro del transporte del 30 de octubre ni pelea por nuestras reivindicaciones.
Tenemos que enfrentar la privatización que significa profundizar el saqueo, los despidos y los bajos salarios. La única forma de tener un ferrocarril moderno, eficiente y rentable es que se estatice el 100% del sistema en una única empresa monopólica del Estado que integre el servicio de carga y de pasajeros. Una empresa estatal dirigida por sus trabajadoras y trabajadores, que tenga como objetivo la comunicación de todo el territorio nacional, el desarrollo de sus economías regionales trasladando la producción y a las y los trabajadores que levantan este país cada día.
Esto es lo que venimos peleando desde el cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento, la seccional Oeste de la Unión Ferroviaria y la lista Bordó, encabezados por Rubén “Pollo” Sobrero. Y es lo que venimos planteando en el proyecto de Ley presentado por las y los diputados de Izquierda Socialista y del Frente de Izquierda Unidad.
El saqueo de las multinacionales en los ferrocarriles de carga
Los ferrocarriles de carga están privatizados desde los ‘90 y es un gran negocio para las distintas multinacionales que lo controlan. El Ferrosur Roca lo maneja el grupo brasileño Camargo Correa (cementera Loma Negra) que transporta mineral del sur hacia Loma Negra. El Ferroexpreso Pampeano en manos de Techint transporta sus rollos de chapa y cereal, entre las que se encuentra Cargill, Cofco y Nidera. Y el Nuevo Central Argentino (NCA) de Aceitera General Deheza (Urquía) que transporta cereal al puerto de Rosario.
Las multinacionales se quedan con las ganancias que da la carga y el Estado en caso de descarrilamientos le paga el seguro que incluye el material rodante, la infraestructura y la carga que se pierde. En 2023 hubo alrededor de 435 descarrilamientos, más de uno por día. La privatización es saqueo y un negocio redondo para las grandes patronales.