May 10, 2024 Last Updated 10:23 PM, May 9, 2024

Escribe Claudio Funes

Desde el lunes 4 hasta el miércoles 6 de noviembre se llevó adelante el Cyber Monday 2019 (compras con descuento por internet) y las ventas estrella fueron los pañales, las bebidas con y sin alcohol, el jabón para la ropa, las leches larga vida y los artículos de cuidado personal.
El lunes lo que más se compró fueron pañales.

Según señaló Mercado Libre, se vendieron más de 200.000 pañales, es decir 348 pañales por minuto. Desde la Cámara Argentina de Comercio Electrónico señalaron que “este año se identifican, al menos hasta ahora, dos perfiles de compra bien definidos. El primero se dedica a congelar los precios de productos y/o servicios en pesos y en cuotas sin interés como una forma de ganarle a la inflación y al dólar. El segundo, aprovecha para abastecerse de bienes de consumo stockeables con grandes niveles de descuento”. Se estima que el descuento promedio se ubica en el 29 %.

Históricamente, esas fechas de compras con descuento por internet eran aprovechadas apraa comprar electrodomésticos o insumos de computación en cuotas. Ahora, ante la creciente inflación que este año será mayor al 55 %, el deterioro de los salarios y el consecuente incremento de la pobreza, no sorprende que los productos más demandados sean aquellos de bajo costo y que se pueden stockear, como los pañales o las leches larga vida y otros artículos que son esenciales para un hogar. Se trata del mismo fenómeno que se ve en los supermercados, con familias pagando comida con tarjeta en cuotas. Son los malabares del pueblo trabajador para llegar a fin de mes.

scribe Claudio Funes

La pobreza avanza día a día en nuestro país, una de sus consecuencias es el déficit habitacional que alcanza a cuatro millones de viviendas. Y la cifra crece a razón de 36 mil por año. No son fríos números, es un verdadero drama estructural.

Según datos del Indec, el 4.7% de la población argentina (1.3 millones de personas) vive en condiciones de “hacinamiento crítico”. Esta cifra equivale a 227 mil hogares. El relevamiento sobre condiciones de vida del organismo arroja también que el 8,9% de los hogares reside en viviendas con calidades de hábitat “insuficientes”.

En cuanto al saneamiento, la encuesta determina que el 12,9% de los hogares, que abarca el 15,3% de la población, no dispone de un sistema adecuado, por carecer de cloacas o baños, o compartirlo con otros hogares. El informe agrega que el 2,6% no tiene agua corriente y otro 5,9% no cuente con baños con descarga de agua.

En un país donde existe gran concentración de la riqueza, la construcción de nuevas viviendas no implica la ampliación del número de familias que pueden acceder a ellas. Para terminar con el hacinamiento y brindar la real posibilidad a las familias trabajadoras de poder acceder a una vivienda digna, es necesario dejar de pagar la deuda externa y destinar ese dinero a un plan nacional de construcción de viviendas populares.

Escribe Gabriel Massa

Alberto Fernández viajó a México a entrevistarse con el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, a quien los medios internacionales califican de “izquierdista”. Alberto busca ser ubicado como un “progresista”, impulsando el “Grupo de Puebla”, opuesto a los derechistas Macri y Piñera o al ultraderechista Bolsonaro de Brasil.

La visita de Alberto Fernández a México tuvo un objetivo explícito: mostrar un cambio con respecto a los alineamientos internacionales que priorizó Mauricio Macri durante su mandato. Quiere dar a entender que en vez de priorizar a Trump, Piñera, Bolsonaro o a otros gobiernos latinoamericanos de la denominada “derecha neoliberal” como el presidente colombiano Iván Duque Márquez, se ubica en un nuevo polo “progresista” encabezado por el presidente mexicano. Buscaría así hacer equilibrio entre el llamado polo “bolivariano”, hoy desprestigiado por la debacle del gobierno del dictador Maduro, y los gobiernos más abiertamente proimperialistas de la región. Ello se expresaría en el llamado “Grupo de Puebla”, que próximamente se reunirá en la Argentina (ver recuadro).

¿Se trata realmente de inaugurar un nuevo bloque “progresista” o con alguna independencia respecto del imperialismo yanqui? Nada de eso. Para responder esto, empecemos analizando la trayectoria del anfitrión de Fernández desde que está en el gobierno. La realidad es que López Obrador, más allá de su discurso se ha alineado con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en puntos fundamentales de su política. AMLO firmó sin chistar el nuevo pacto de libre comercio que exigió el presidente yanqui entre México, Estados Unidos y Canadá; levantó un verdadero muro en la frontera entre México y Guatemala para impedir el paso de inmigrantes centroamericanos hacia Estados Unidos y, como una muestra más de su apoyo a los intereses de las multinacionales yanquis, reprimió a los obreros de General Motors en México que intentaban apoyar a los obreros de la misma empresa que estaban en huelga en los Estados Unidos.

La verdad es que la reunión de Fernández con AMLO se limitó a acuerdos de buenos negocios entre las multinacionales de los dos países. Completamente fuera de agenda estuvo cualquier tipo de mención a la rebelión que en estos mismos días recorre al pueblo chileno o al ajuste que se intentó llevar adelante en Ecuador y fue derrotado en las calles.

No cabe la menor duda que, al igual que López Obrador, Alberto Fernández está dispuesto a acordar en lo fundamental con Trump y el FMI. En su conferencia de prensa en México dijo categóricamente que aspira “a tener un vínculo muy bueno con Estados Unidos”, que tuvo “una muy buena charla con Trump” y valoró “su buena disposición a ayudar a la Argentina” en su relación con el Fondo. Fernández, a su regreso a Buenos Aires, aseguró que apenas asuma viajará a entrevistarse con Trump en los Estados Unidos y a negociar inversiones para Vaca Muerta en Houston.

En síntesis, más allá de los gestos (como la invitación a recorrer los murales de Diego Rivera en el palacio presidencial del distrito federal o de la visita al museo de Frida Khalo), la política exterior de Alberto Fernández seguirá los intereses del imperialismo yanqui y las multinacionales con intereses en la región. Ya el kirchnerismo en sus doce años de gobierno fue socio de Repsol, luego de Chevron, y las ganancias de la Barrick, automotrices imperialistas, bancos y usureros de la deuda.

Los gobiernos pseudo progresistas de la región nunca tocaron los pilares capitalistas en cada país, ni con la Unasur u otras variantes tomaron ninguna medida antiimperialista, sino que fueron correa de transmisión de las ganancias capitalistas en Latinoamérica. Solo dejando de pagar la deuda, rompiendo con el FMI, impulsando un frente de países deudores latinoamericanos, nacionalizando la banca y el comercio exterior y expropiando a las multinacionales, se podrá liberar a nuestros países de los dictados del imperialismo, como lo proponemos desde la verdadera izquierda, no con las medias tintas del doble discurso.


¿Qué es el “Grupo de Puebla”?

Tanto Alberto Fernández como Lopez Obrador se reconocen como parte del llamado Grupo de Puebla, que se reunirá entre el 8 y el 10 de noviembre en Buenos Aires. Para definirlo tomemos lo que dice su fundador, el dirigente centroizquierdista chileno Marco Enríquez Ominami: “un encuentro que busca pensar y unir al progresismo regional, producir consensos regionales y articular políticamente al progresismo”. Este “progresismo” se caracteriza por su rechazo de palabra al “neo-liberalismo”, encarnado en Macri, Iván Duque Márquez y Piñera. Nacido en julio de este año, está integrado por alrededor de 30 políticos latinoamericanos. El carácter del grupo está dado por quienes lo conforman: Dilma Roussef, ex presidenta de Brasil; Rafael Correa, ex presidente de Ecuador; Fernando Lugo, ex presidente del Paraguay; José Mujica, ex presidente de Uruguay y el ex mandatario español José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros. En todos los casos se trata de ex gobernantes que llegaron al poder a caballo de partidos progresistas o centroizquierdistas, con gran apoyo popular y que se destacaron por gobernar “moderadamente”, es decir, sin generar ningún roce importante con el imperialismo, el FMI o el establishment local o internacional. En varios casos fueron los ejecutores de planes de ajuste que terminaron provocando su posterior derrota electoral. Ni una palabra, por supuesto, de enfrentamiento o siquiera denuncia al FMI y sus planes de ajuste.


reunion con slim y otros multimillonarios mexicanosReunión con Slim y otros multimillonarios mexicanos

En su estadía en México, Alberto Fernández se hizo tiempo para una reunión privada con Carlos Slim, uno de los mayores multimillonarios del mundo. Con 64.000 millones de dólares, es el hombre más rico de América Latina y el quinto en el mundo. Es el accionista mayoritario del grupo Carso que controla Telmex y American Móvil (Claro, Tracfone Wireless y Telcel), la mayor empresa de telecomunicaciones del mundo, con más de 262 millones de usuarios. También tiene intereses en sectores de la construcción, bienes de consumo, minería e inmobiliario, además de un 17 % de participación en el periódico The New York Times.

Posteriormente, se organizó una cena en la que también estuvo Slim, a la que asistió “la crema” del empresariado mexicano, entre ellas todos los dueños de las multinacionales que actúan en la Argentina. Estuvieron presentes Armando Garza Sada, titular del Grupo Alfa, Máximo Vedoya, el hombre de Paolo Rocca en México, de Ternium (grupo Techint), Daniel Servitje de Bimbo y David Martínez, financiero que tiene fuertes inversiones en el país sudamericano por su rol accionario en Telecom. También asistieron ejecutivos de Femsa, la empresa embotelladora mexicana dueña de Coca-Cola en la Argentina, de Cemex y otras empresas. Alberto Fernández les garantizó a todos ellos la continuidad y ampliación de sus negocios y ganancias en nuestro país. Claudio Funes

Hay un nuevo gobierno. Ganó el peronismo encabezado por Alberto Fernández-Cristina Kirchner. Macri y Juntos por el Cambio salieron derrotados a pesar de remontar 2,3 millones de votos. No les alcanzó. Se plasmó en las urnas el repudio obrero y popular contra Macri en un claro hartazgo contra el ajuste, los despidos, los cierres de las fuentes de trabajo y la miseria salarial y jubilatoria.Un voto castigo canalizado por el Frente de Todos. La tremenda polarización hizo que la izquierda retrocediera, aunque cosechó más de medio millón de votos (561.214) a presidente y 723.000 a diputados nacionales. Se abre un nuevo período donde las expectativas en el gobierno se irán despejando ante el nuevo ajuste que se viene, los pagos de la deuda y el marco latinoamericano con los ejemplos de Chile y Ecuador.

Vuelve el peronismo al poder después de cuatro años de gobierno macrista. El Frente de Todos sacó el 48% de los votos, logrando 267.000 más que en las PASO. Hizo la diferencia centralmente en el conurbano bonaerense, el distrito madre, logrando allí 1,3 millones de votos de diferencia, donde Kicillof triunfó con el 52% frente a Vidal. El peronismo ganó aunque no arrasó, como decían las encuestas.

El Frente de Todos tuvo que hacer algunos cambios para poder ganar. Desde la derrota que sufrió en 2015 tendió un armado que le permitió sortear las divisiones internas y dejar de estar centrado en el kirchnerismo duro para superar el techo electoral de Cristina. El hecho de postular a Alberto Fernández (quien venía de haber votado en blanco en el balotaje de 2015, hacer fuertes críticas a Cristina y haber apoyado a Sergio Massa cuando el Frente Renovador le votaba todas las leyes a Macri) fue el gesto para ganarse a los gobernadores, a todas las líneas internas de la CGT, las CTA, a los movimientos sociales conciliadores ligados a la Iglesia, a la centroizquierda siempre funcional a los partidos patronales (Solanas, Donda, Lozano) y sellar la “unidad” de los pañuelos verdes y celestes llevando a muchos anti derechos en sus listas.

Desde que el PJ vio que con la rebelión de 2017 contra el robo jubilatorio empezó la caída irreversible en la popularidad de Macri (de la que nunca se recuperó), llamó a no hacer olas y a encarrilar todo vía las elecciones con su consigna “Hay 2019”, la cual le dio resultado. A tal punto fue el desastre económico del gobierno de Macri, que al Frente de Todos le bastó con denunciar el “caos” para ganar, sin hacer prácticamente propuestas claras, de fondo, limitándose a vagas promesas de “buenas intenciones”. De esta forma triunfó el 27 de octubre y no habrá balotaje.

Macri perdió a pesar de que creció en relación a las PASO

Esto pone fin a un gobierno ajustador, aliado del FMI, hijo mimado de Donald Trump, Bolsonaro y los grandes capitales internacionales y nacionales. El verso de la “pobreza cero”, que iba a combatir la inflación o “privilegiar” a los jubilados mientras aplicaba un ajuste brutal, dio paso a la bicicleta financiera y a un endeudamiento feroz que terminaron sellando su fin. A pesar de ello logró 2.300.000 votos más que en las PASO, pasando del 32% al 40%, lo que ha sido un dato sorprendente de la elección.

Larreta ganó en CABA con el 55% de los votos. En provincias donde, en elecciones adelantadas, ya habían ganado gobernadores del peronismo como en Córdoba y Santa Fe, ahora se impuso la fórmula Macri-Pichetto, con un 61% en la provincia mediterránea, revirtiendo también los resultados que se habían dado en Entre Ríos, San Luis y en Mendoza.

En el Congreso Nacional, Juntos por el Cambio queda como primera minoría en Diputados, un fuerte bloque en Senadores y con la posibilidad de postularse como alternativa de recambio. ¿Cómo puede ser que ante semejante crisis económica haya sacado 10 millones de votos? Es que el gobierno pasó a la ofensiva bajo el llamado a “revertir” los resultados de las PASO. Hizo importantes actos callejeros, polarizó el discurso embistiendo contra la corrupción kirchnerista (“se van a liberar a los corruptos”) y llamó a votar al sector que no lo hizo en las PASO. También radicalizó el discurso con el famoso “hay que volar las villas” de Pichetto, tratando de consolidar a parte de su base reaccionaria y sacarle votos a Espert y Centurión.

De esa forma logró capitalizar un dos por ciento de los votantes de Lavagna, lo que perdieron los derechistas Espert y Centurión, y a su vez ganó a un millón más de votantes nuevos. Es decir, Macri capitaliza el voto de la tradicional clase media anti peronista, una clase media alta acomodada tradicional y también de sectores populares que, confundidos y en forma equivocada, se dejan llevar por su discurso “anti corrupción” (como si en el macrismo no la hubiera) o vieron que “se hacen obras”, sin reparar que fueron fruto del negocio inmobiliario o que llevaron al desastre de que haya un muerto y varios heridos como ocurrió con el derrumbe de Ezeiza. Lamentablemente el repudio a la experiencia con el gobierno peronista kirchnerista anterior lleva a sectores populares a optar por variantes de centro derecha como el macrismo. Esta confusión, es la que, en parte, explica los resultados de Córdoba y Santa Fe, por ejemplo. Son las razones centrales del repunte del voto a Macri, no un “giro a la derecha” electoral, la cual fue encarnada por los Centurión y Espert, variantes ultra reaccionarias superadas por el Frente de Izquierda Unidad.

La polarización perjudicó a la izquierda

Fruto de la extrema polarización la cual no se había dado en las PASO (entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio se llevaron el 88% de los sufragios), el Frente de Izquierda Unidad perdió 160.000 votos a presidente y 47.000 a diputados nacionales comparado con agosto. Esto nos impidió obtener un diputado nacional por provincia de Buenos Aires (a pesar de los 331.000 votos obtenidos) y una banca por Ciudad de Buenos Aires (aunque se estuvo cerca con el 6,12%). Sí logró un legislador en CABA e hizo buenas votaciones en Chubut, Neuquén (donde anteriormente se logró una concejala) y otros distritos.

Millones consideraron que había que sacarlo sí o sí a Macri votando por quien estuviera en condiciones de lograrlo, en este caso la fórmula de los Fernández. Esta situación se acrecentó ante el miedo de que Macri pudiera remontar y forzar un balotaje. Eso hizo que muchos de quienes habían votado al FIT-Unidad en las PASO no volvieran a hacerlo en octubre.

Si bien el Frente de Izquierda repudió a Macri desde que asumió, encabezó todas las marchas, paros y movilizaciones e hizo varias marchas junto al sindicalismo combativo entre las PASO y octubre exigiendo un plan de lucha, el voto castigo fue para el Frente de Todos. Se volvió a dar lo que pasó a lo largo de muchas décadas, castigar a los gobiernos de turno apelando a otra variante patronal (votándola como “mal menor”), en detrimento de optar por una salida de fondo como levanta la izquierda. Esto vuelve a reflejar que los trabajadores en Argentina protagonizan grandes luchas pero a lo largo de los años se vuelve a manifestar una conciencia política atrasada, de creer que los gobiernos patronales pueden ser una salida. Una expresión de ello es el caso de Chubut, donde se está de plan de lucha desde hace varias semanas y el Frente de Todos al que responde el gobernador Arcioni sacó más votos que en las PASO, seguramente con la falsa expectativa de que Fernández le pasará los fondos necesarios para pagar los salarios, que Macri le negó.

Millones de trabajadores, mujeres y jóvenes, con importantes expectativas, optaron por el Frente de Todos, aunque reconocen que la izquierda siempre está en las luchas o coincidan en muchas de sus propuestas. Fue tal la desesperación y en muchos casos la bronca, que primó la voluntad de asegurarse que este gobierno se vaya de una vez. No obstante ello, hay una franja que no se dejó llevar por la polarización y los falsos discursos, que repudió a Macri confiando su voto a quienes lo enfrentamos desde el principio (y no fuimos cómplices como los dirigentes del PJ y de la CGT). Dijimos no al FMI y al no pago de la deuda, somos 100% verdes por el aborto legal, para que nuestras bancas sigan estando en los reclamos obreros y populares y fuimos fervorosamente solidarios con los pueblos de Chile y Ecuador. Más de medio millón de votos a presidente y los 723.000 a diputados apostaron por fortalecer una alternativa política de los trabajadores y la unidad de la izquierda contra todas las variantes patronales y por la independencia de clase, lo cual es muy importante.

¿“Colaborar” o enfrentar al ajuste del FMI?

La foto posterior a las elecciones fue la de Macri y Alberto Fernández dándose la mano. Vamos a “colaborar” en la transición, dijo el presidente electo. Muchos trabajadores podrán ver bien que Alberto se reúna con Macri y pida que se dedique a gobernar. Otros dicen “si aguantamos cuatro años con Macri como no le vamos a dar un tiempo al Alberto”. Son parte de las expectativas de que algo va a cambiar con el nuevo gobierno. Pero mientras Macri y Fernández llaman a una “transición ordenada”, siguen ganando los de arriba y perdiendo los trabajadores.

El gobierno acaba de agudizar el cepo, dice que los dólares sólo alcanzan hasta diciembre, reapareció el dolar paralelo, los grandes empresarios remarcaron brutalmente los precios y en semanas se termina el congelamiento en los combustibles.

La definición de Alberto Fernández de no retrotraer los tarifazos de Macri y, en especial, de seguir con el pacto político y económico que nos ata al FMI y los pagos de la deuda, impedirá cumplir con la “esperanza” de la heladera llena o de que se va a reactivar la economía, como promete. Los ejemplos de Uruguay, Ecuador, Portugal y Grecia, entre otros, muestran que de la mano del FMI o renegociando la deuda, solo habrá hambre, miseria y dependencia. Es imposible pagar la deuda y a su vez reactivar la economía como dice el Frente de Todos.

A su vez, el pacto social que está impulsando Fernández con la UIA y la CGT, tiene como objetivo encorsetar a los trabajadores para que pongan el hombro (un esfuerzo “entre todos”, dicen), mientras las ganancias capitalistas siguen.

Habrá que ver cómo se dirime la luna de miel de millones con Fernández, a quien lo votaron para que haya un cambio, precisamente cuando empiece a aplicar el ajuste y continuen los graves problemas sociales.

Llamamos desde ahora a los trabajadores y demás sectores populares a reclamar por lo nuestro. Por un inmediato aumento de emergencia, salarial y jubilatorio, para equiparar a la canasta familiar. Y para que la plata vaya a solucionar los graves problemas sociales, no para la deuda. Denunciamos la tregua de la CGT, que volvió a decir que va a acompañar al nuevo gobierno, mientras sigue el ajuste.

Hoy la bronca popular ha sido canalizada electoralmente por el Frente de Todos, pero la lucha no se hará esperar. Latinoamérica está convulsionada. Los heroicos pueblos de Chile y Ecuador se han levantado contra los planes de ajuste de los gobiernos capitalistas y el FMI. Ajuste que también se aplicaron con los gobiernos anteriores, supuestamente progresistas, no solo con la “derecha neoliberal”.

El mérito del Frente de Izquierda Unidad fue postular en las elecciones un camino de lucha y una salida de fondo, para hoy y lo que vendrá, dialogando con los millones que harán la experiencia con el nuevo gobierno, participando de los reclamos obreros y populares y de los próximos desafíos. Ese es el compromiso de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad.

Alberto Fernández recibió salutaciones de distintos personalidades del mundo. La que llamó la atención fue la del presidente chileno Sebastián Piñera, el mismo que mandó a los militares a la calle y ordenó una tremenda represión con muertos, heridos, detenidos y flagrantes violaciones a los derechos humanos.

Piñera tuiteó: “Felicito a @alferdez por su gran triunfo y estoy seguro que trabajaremos con voluntad, fuerza y visión de futuro en favor del bienestar de nuestros pueblos y la integración sudamericana.”. ¿Qué le contestó Fernández? “Gracias, presidente @sebastianpinera. Así lo haremos. Nuestros pueblos merecen que trabajemos por la integración de nuestra América Latina y por un desarrollo que atienda a quienes más padecen este presente de desigualdad”.

Mientras el pueblo chileno reclama “Fuera Piñera” y nuestra diputada Schlotthauer acaba de presentar un proyecto para que Argentina rompa relaciones diplomáticas con el gobierno de Chile haciéndose eco de lo que reclama la comunidad chilena que se moviliza en Argentina, Fernández le agradece a Piñera. Esto generó indignación entre los chilenos movilizados por sus justos reclamos.

También Fernández agradeció el saludo de Donald Trump y el FMI, el mismo organismo que pactó un brutal ajuste con Macri y endeudó al país para financiar la fuga de capitales. Increíble.

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