Apr 28, 2024 Last Updated 1:19 AM, Apr 28, 2024

Escribe Claudio Funes

Muchos honestos luchadores peronistas, desde los viejos a los más jóvenes deben observar, quizás con cierta preocupación y dudas, que la épica peronista ha cambiado sustancialmente.

Alberto Fernández, candidato a presidente por el Frente de Todos pidió “evitar la calle” para no generar confrontación. También reclamó “calma y prudencia” a las organizaciones sociales que en las últimas semanas coparon las calles con reclamos, protestas y piquetes “para evitar situaciones que puedan generar violencia”.

Tratar de vaciar las calles, dividir las luchas y votar las leyes de ajuste, es el trabajo que el peronismo, en sus alas sindical y política, viene haciendo desde que Macri es presidente.

El peronismo sigue planteando que “todo se soluciona votando bien” (a sus candidatos patronales), sin importarle la miseria del presente. Alberto Fernández utiliza la autoridad que le confirió la enorme cantidad de votos recibidos en las PASO para insistir en que no salgamos a las calles. Se transforma así en el principal garante de la gobernabilidad del hambre.

Pero también prepara el terreno para su presidencia. El pacto social que propone, donde se habla de un congelamiento de salarios por 180 días con un dólar que hoy está a 60 pesos, es un magnífico negocio para los capitalistas de la industria y del agro. Ya da aviso, ante los reclamos que vendrán, que tratará de impedir la movilización obrera y popular para hacer pasar el ajuste.

Escribe Laura Marrone, Legisladora Izquierda Socialista/FIT y candidata a Diputada Nacional

Convocados por las redes sociales, algunos miles de porteños se juntaron en plazas y avenidas los fines de semana a bailar la cumbia del grupo “SudorMarika”, que clama porque Larreta también se vaya para que “todo sea diferente”. “#Airesbuenos nos esperan con Lammens y el Frente de Todos” son algunas de las frases de campaña del candidato a Jefe de Gobierno, parecidas a las que usaba el macrismo en 2015. Astuto, sin embargo, Lammens no agrega ninguna promesa concreta: Ni pobreza cero, ni 10 kilómetros de subte, ni miles de jardines de infantes como afirmaba el hoy devaluado Macri. Tampoco se compromete a revertir los despidos y la precarización laboral ni los tarifazos que Larreta impuso en la ciudad de la mano de Macri.

Buscando despegarse de un perfil peronista, o incluso político, junto a la periodista Gisela Marziota, el candidato Matias Lammens luce algunos éxitos de empresario Pyme y su gestión como presidente del Club San Lorenzo del barrio de Boedo. Sus pocas propuestas definidas apuntan justamente a congraciarse con las Pymes a las que promete bajar los ingresos brutos. Junto a Alberto Fernández, promete hacer de Buenos Aires, la Boston de América del Sur, es decir, abrir puertas a la inversión de capitales para industrias del conocimiento, claro que no dicen cómo harán con la deuda externa que prometen seguir pagando.

Pero la crisis no perdona y por más que eluda definiciones, cada tanto se le escapa su ADN antiobrero y patronal. Preguntado acerca de cómo actuará en casos como el acampe de los piqueteros, que continuó luego de la votación por la ley de emergencia alimentaria, afirmó, sin ponerse colorado: “Cuando se satisface la necesidad y la gente sigue en la calle hay que buscar que el reclamo no se extralimite y el Estado debe cumplir su rol” (La Nación, 14/09). Para el candidato del Frente de Todos la nueva Ley de Emergencia Alimentaria satisfizo el problema de los 2 millones de desocupados y los 14 millones de pobres en el país. Continuar los acampes sería “extralimitarse” y habría que actuar. O sea, la policía tendría que reprimir. Una sintonía fina con Alberto Fernández que llama a “no salir a las calles” y con Hebe de Bonafini sugiriendo cárcel para la izquierda que apoya las movilizaciones.

Lammens pretende desplazar en las elecciones a Larreta, quien se juega a renovar por cuarto mandato al PRO en la Ciudad de Buenos Aires. El sobreviviente de Juntos por el Cambio en las PASO dejó una ciudad llena de macetas, rehizo varias veces las mismas veredas, impulsó una obra faraónica como el Paseo del Bajo, cuestionada por una licitación que favoreció al primo del Presidente, Calcaterra. Mientras llevó una política de ataques contra la escuela y la salud pública y de despidos y precarización del empleo en el estado, y mientras cargó al pueblo de tarifazos, favoreció con la baja de impuestos a los empresarios, al tiempo que aumentó varias veces la deuda pública. En 2019 la Ciudad pagará 26.000.000 pesos en servicios de deuda, la mitad del presupuesto para educación.
La Ciudad, con uno de los PBI por habitante más altos, ostenta una de las mayores desigualdades. Más de 130.000 viviendas están deshabitadas y sirven al atesoramiento privado de rentas en el marco de la crisis capitalista. Esas viviendas ni siquiera pagan un impuesto por ser ociosas y siguen vacías, al mismo tiempo que el número de familias con problemas de vivienda ascendió al 35% y alrededor de 7.000 personas viven en la calle. Todo esto ocurre sin que existan planes de construcción de viviendas accesibles, ni escuelas públicas para los 22.000 chicos sin vacantes, al tiempo que se privatizaron 200 hectáreas para la especulación inmobiliaria. Una ciudad con récord de cemento y solo 6 m2 de espacios verdes por persona, la mitad de lo que recomienda la Organización Mundial de la salud. Y encima Lammens declaró que la Unicaba de Larreta debe ser implementada (Infobae, 7/08). O sea no hay ninguna ruptura real con el macrismo. 

Con Larreta o Lammens, no hay salida a esta situación si continúa el endeudamiento, la privatización de los servicios de transporte, o los subsidios a las escuelas privadas. Por más flores y veredas nuevas, seguirán los colchones en cada esquina con niños y ancianos muertos de frío.

El Frente de Izquierda-Unidadpropone un cambio de fondo, que permita poner en marcha un plan de construcción y mejoramiento de escuelas y hospitales públicos y viviendas sociales, en base a suspender los pagos de la deuda externa, aumentar los impuestos a los sectores financieros y grandes empresas, entre otras medidas de emergencia. Y junto con ello imponer la reincorporación de los trabajadores echados por Larreta y Macri, la prohibición de despidos y el pase a planta de los contratados y tercerizados.

Escribe José Castillo, candidato a Diputado Nacional por Ciudad de Buenos Aires

Alberto Fernández asegura que en una renegociación con el FMI, su futuro gobierno logrará espacio para una política de reactivación de la economía, con aumentos de salarios y jubilaciones. ¡Mentira! El Fondo exigirá más ajuste y “reformas estructurales” para imponer la flexibilización laboral y la liquidación de las jubilaciones.

El candidato a presidente del Frente de Todos ha afirmado una y mil veces que no piensa romper el acuerdo con el FMI. Que su propuesta es “renegociarlo”. El propio Fondo acepta esto. No es la primera vez que lo hace. En los últimos acuerdos, con Grecia, Ucrania, Portugal o Ecuador puso las cartas sobre la mesa de en qué marco podría darse esta “renegociación”.

Técnicamente se trataría del pasaje del actual acuerdo (llamado stand by) a otro conocido como “de facilidades extendidas”. De acuerdo con este último, a cambio de correr un par de años los vencimientos más cercanos, se plantearían fuertes exigencias. Las dos más importantes son la reforma laboral y la previsional.

La reforma laboral es una de las más deseadas perlas que las patronales quieren conquistar. Buscan de hecho, quitarle todas las conquistas que la clase trabajadora ha conseguido con décadas de lucha, flexibilizando al máximo las relaciones laborales. Su modelo es que todos trabajemos con convenios tipo Vaca Muerta, o, si queremos un ejemplo más cercano a las grandes urbes, como los pibes que pedalean horas para Rappi o Glovo. Se busca eliminar las indemnizaciones por despido, las horas extras (estableciendo los llamados “bancos de horas”, donde el trabajador está 24 horas disponible para la patronal, pero sólo cobra lo efectivamente trabajado), o habilitar los mil y un sistemas de “pasantía” o “monotributismo”, donde todos son considerados “emprendedores” y nadie tiene vacaciones, obra social o ART si no lo paga él mismo. En síntesis, se trata de reducir como sea “el costo laboral”, para que los trabajadores seamos “competitivos”, o sea empatemos los niveles de superexplotación más feroces del planeta, como los del sudeste asiático.

El otro gran tema es la reforma jubilatoria. Acá se trata de, en poco tiempo, hacer en la práctica desaparecer el derecho a una jubilación digna, ya hoy muy vapuleada. Vienen por terminar con todos los regímenes especiales, siendo el más importante el docente. Con el objetivo de que, una vez todos “igualados”, se pase a aumentar cada vez más la edad jubilatoria. Además buscan reducir la llamada tasa de sustitución, o sea el porcentaje del salario con que se cobra la primera jubilación. En la actualidad ya no es como marcaba la ley original (del 82%) sino que cuando nos jubilamos recibimos apenas el 50% del ingreso que teníamos en actividad. Pero se busca bajarlo más aun, a 30 o 20%. En concreto, a “achatar” la masa de jubilaciones alrededor de la mínima. Eso lo lograrán además haciendo que las jubilaciones cada vez se ajusten menos por inflación, de tal forma que se pierda aceleradamente el poder adquisitivo. El objetivo último es llegar a un momento en que se pueda reintroducir un sistema de jubilación privada, similar a la estafa que se montó en la década del ´90.

Como vemos, estas dos exigencias de reforma estructural del Fondo, va directa y violentamente contra el presente y el futuro de la clase trabajadora. Desde el Frente de Izquierda Unidad te decimos que no te dejes engañar: no hay “renegociación progresista” con el FMI. La única salida pasa por romper absolutamente el acuerdo con el Fondo, suspender inmediatamente los pagos de deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.

Escribe Guido Poletti

El candidato a presidente por el Frente de Todos viene dando “guiños” a favor de la reforma laboral. En su reunión con Marcos Galperín, el dueño de Mercado Libre y uno de los más furiosos defensores de la flexibilización, Alberto Fernández se mostró dispuesto a aceptar la flexibilización de los convenios colectivos siempre y cuando exista el aval de los sindicatos. “Lo que sea por vía convencional es una decisión de las empresas y los trabajadores”, afirma.

Fernández, y su asesor económico Guillermo Nielsen, se han pronunciado repetidas veces como admiradores del convenio firmado entre el burócrata del sindicato de trabajadores petroleros privados de Neuquén Guillermo Pereyra y las empresas que saquean Vaca Muerta, poniéndolo como un ejemplo de “por donde se debe avanzar”.

Así viene planteando las cosas Alberto Fernández: en un doble discurso donde por un lado asegura que “por supuesto que hay que modernizar las relaciones laborales” (eufemismo de flexibilización), pasando luego a sostener que “más que una ley marco”, “por ahora” (¿y después?) se puede empezar por reformas “gremio por gremio”…al estilo Vaca Muerta. Compañeros trabajadores: no nos dejemos engañar, el gobierno del Frente de Todos, en cuanto se siente a renegociar con el FMI y este se lo exija, con mil y una excusas va a terminar impulsando una reforma laboral que irá contra las conquistas que conseguimos en décadas de lucha.

Escribe Guido Poletti

Este viernes se pagarán 24.800 millones de pesos en concepto de BoPoMo (uno de los tantos nombres fantasías con que se denominan las distintas partes de nuestra deuda externa). Quién cobrará será el fondo de inversión internacional Pimco, uno de los más grandes buitres de las finanzas internacionales. Que, por supuesto, lo “fugará” inmediatamente.

A esto agreguémosle que la empresa Central Puerto, propiedad Nicky Caputo, el “amigo del alma” del presidente Macri, de Marcelo Midlin (Pampa Energía) y, en menor medida, de Javier Madanes (Aluar), cobró una supuesta vieja “deuda” por 7.200 millones de pesos. Quien gestionó para que se desembolsara ese monto de urgencia fue el propio Secretario de Energía, Gustavo Lopetegui.
Entre todos se llevan 32.000 millones de pesos. ¡Más de tres veces de lo que se destinó para la emergencia alimentaria! Una auténtica vergüenza.


¿Quiénes son los pulpos exportadores de alimentos?

La comida que no aparece en la mesa de los trabajadores argentinos es la que se exporta en cantidades récord. Las ventas al exterior de carne vacuna están concentradas en unos pocos grandes empresarios: los frigoríficos argentinos Riusech, Borrell y Braun, el brasileño JBS y el chino Compañía Central Pampeana. En el caso de la carne porcina, el negocio está en manos de un consorcio (Argenpork) y del Frigorífico Paladini.

El negocio avícola (exportación de pollos y derivados) está en manos de la multinacional yanqui Cargill, que se reparte el dinero con la argentina Granja Tres Arroyos.

La exportación de leche en polvo, por su parte, también está extremadamente concentrada entre La Serenísima (hoy controlada por la argentina Arcor y la multinacional francesa Dadone) y Saputo (transnacional canadiense).

Estos son los que “se la llevan en pala”, obteniendo millonadas a costa del hambre del pueblo trabajador.

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