Jul 19, 2024 Last Updated 5:12 PM, Jul 19, 2024

La suba del 27% del dólar ya empieza a trasladarse a los precios. En las próximas semanas el impacto será peor. Hasta el propio gobierno lo reconoce. Se anunciaron medidas cosméticas que no sirven para nada. Hace falta un inmediato aumento de emergencia de salarios y jubilaciones

Escribe José Castillo, candidato a Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires

La devaluación de los días inmediatos a las PASO terminó siendo del 27%, la más fuerte en un período tan corto de tiempo desde la época de la hiperinflación de Alfonsín. Las repercusiones, en precios que subieron casi instantáneamente, en nuevas suspensiones, despidos y cierres de empresas ya se está haciendo sentir. Pero esto recién empieza: en los días que quedan de agosto y durante todo septiembre veremos las nuevas listas de precios en supermercados y almacenes. Se calcula que la inflación será por lo menos del 15% entre ambos meses. Y, como siempre, su impacto en alimentos, bebidas, productos de limpieza y tocador y remedios resultará mucho mayor.

El gobierno de Macri salió con una serie de medidas cosméticas, que no llegarán ni de lejos a compensar el costo del mazazo sobre el pueblo trabajador: la suspensión del IVA para 13 series de productos de la canasta familiar ya fue más que compensada por los propios comerciantes: se comieron esa diferencia del IVA y los precios aumentaron igual. Las rebajas sobre el impuesto al salario y el bono de aumento para estatales nacionales por única vez, es una burla. El congelamiento de combustibles ya está “en revisión”. Y no hay un aumento serio para los trabajadores privados ni para los estatales provinciales. Incluso se dio marcha atrás con el rumor de que habría una mínima recomposición para los jubilados, adelantando el reajuste de diciembre.

El nuevo ministro Hernán Lacunza y el presidente del Banco Central Guido Sandleris fueron clarísimos en sus mensajes: su prioridad es seguir el comportamiento del dólar, tratando que no se les dispare una nueva devaluación. A cambio, le garantizarán a los especuladores la continuidad de la bicicleta financiera, con las super tasas de interés superiores al 75%. Además, por supuesto, de seguir con el cumplimiento de las metas de ajuste exigidas por el FMI. Para garantizar todo esto, tanto al Fondo como al propio establishment económico internacional, se tendieron todos los puentes del “diálogo” y la gobernabilidad ante un Alberto Fernández que, tanto en sus propias palabras como en la de sus economistas, sostienen exactamente las mismas prioridades (Álvarez Agis, uno de los principales economistas del Frente de Todos, lo graficó diciendo que la única prioridad debía ser “el dólar, el dólar y el dólar”).

Ni Macri ni Alberto Fernández plantean subir los salarios, las jubilaciones ni los planes sociales ante el desastre. Mucho menos prohibir las suspensiones y despidos. La única preocupación de ambos es garantizarle a los mercados (léase a los pulpos especuladores) que van a cumplir a rajatabla con los pagos de deuda externa y al FMI que no van a romper el acuerdo. Desde el Frente de Izquierda Unidad somos tajantes: la prioridad es evitar la pulverización del poder adquisitivo popular. Por eso exigimos un aumento salarial y jubilatorio inmediato, para que nadie gane menos que la canasta familiar (hoy calculada por los trabajadores de ATE-Indec en 48.000 pesos), la prohibición de las suspensiones y despidos, todas medidas que sólo se pueden sostener rompiendo con el FMI, suspendiendo los pagos de deuda externa y nacionalizando la banca y el comercio exterior para terminar con la especulación financiera y la fuga de capitales. Para movilizarnos por este programa le exigimos a la CGT y las CTA que llamen a un paro nacional de 36 horas y un plan de lucha y seguimos peleando por el voto al FIT-Unidad.


¿Quiénes son los grandes ganadores de la devaluación?

Los monopolios agroexportadores

Cargill
ADM Agro
Bunge
Cofco
Aceitera General Deheza

Los bancos

Santander
Galicia
BBVA
ICBC
Macro
HSBC
City
Deutsche

Los fondos de inversión especulativa globales

Black Rock
Templeton
J.P. Morgan Chase & Co.
Allianz

 

Escribe José Castillo

La devaluación significa superganancias para los exportadores, en particular para los monopolios extranjeros que tienen prácticamente copado nuestro comercio exterior. Cada dólar exportado significa un 27% más en pesos para esos pulpos. Dinero, por otra parte, que es en gran medida fugado, ya que el gobierno de Macri les da otro privilegio: no tienen ningún tipo de exigencia de reingresar al país las divisas, que obtienen explotando las riquezas de nuestros campos.

Actualmente los agroexportadores pagan un impuesto (llamado “retención”) que consiste en un monto fijo de 4 pesos por dólar exportado. Esto se fijó cuando el dólar estaba a 40 pesos, por lo que se trataba de un impuesto con una alícuota de 10%. Pero ahora el dólar ha subido desaforadamente, estando alrededor de 58 pesos. Y si las retenciones siguen a 4 pesos, de hecho la tasa baja a 6,8%. Todo un regalito para estas transnacionales.

Para que quede claro que esto seguirá así, fue el propio presidente Macri quien lo ratificó en una reunión ante los dirigentes del sector: “las retenciones no se tocan”. Traducido, lo que “no se toca” son sus mayores ganancias, mientras que “sí se toca” la mesa del pueblo trabajador. Repudiable.

La marcha convocada desde Madrid por el actor de la UCR-Cambiemos, Luis Brandoni, fue usada por Macri para intentar ilusionar a sus seguidores de que puede acortar distancia en las elecciones de octubre. Pero los resultados de las PASO son irreversibles. Millones ya votaron para sacarse de encima a este gobierno. Y cada día que pasa es un infierno mayor para el pueblo trabajador.

Vino una nueva misión del FMI, el gran responsable junto a Macri de semejante desastre económico-social. El gobierno le volvió a rendir pleitesía, como si viviéramos en la época de la colonia donde el Rey-FMI manda y el Virrey Macri obedece. El FMI viene a inspeccionar si dan las cuentas que exige para que se cumpla con su ajuste. Pero todas las cuentas dan mal, por los cuatro costados. Y, lo realmente importante, dan mal para el pueblo trabajador.

La inflación de los próximos dos meses será del 15% como rebote de la tremenda devaluación del 27%. El salario mínimo vital y móvil y la jubilación mínima están en 12.500 y 11.500 pesos respectivamente, más abajo que la canasta de indigencia, que ascendió a 15.000 pesos. Los trabajadores de Ate Indec dicen que una familia tipo necesita 48.000 pesos para cubrir mínimamente los gastos de subsistencia. El país sigue en recesión, mientras crece sideralmente el endeudamiento externo.

Precisamente, todos estos males ocurren a pesar de que el FMI “prestó” 57.000 millones de dólares. ¿En qué se fue esa plata? En financiar la fuga de capitales, garantizar las ganancias de los capitalistas y bancos que trafican con el dólar y en pagar vencimientos de la deuda externa. Nada para salario, trabajo o un plan de viviendas para reactivar la economía y el consumo.

El manotazo de ahogado de un bono compensatorio, eliminar el IVA de algunos productos básicos o la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, son solo paliativos para evitar que el voto castigo electoral crezca y la bronca se transforme en lucha. “Son dos gotas de agua para intentar apagar el Amazonas”, decía un jubilado.

A tal punto es el desbarranque que el FMI llegó a plantear en su reunión con Alberto Fernández que había un problema: no tenía claridad si debía negociar con el gobierno actual o con el que lo sucedería (refiriéndose a Alberto Fernández) y llegó a trascender que insinuó si se podría pensar en un adelanto de las elecciones. Este trascendido levantó tal polvareda que obligó a los propios funcionarios del Fondo a sacar un comunicado casi en la medianoche del día de la reunión “desmintiendo” tal planteo. El problema de fondo es que Macri perdió por paliza y tiene que aguantar hasta diciembre, una eternidad ante la mayor inestabilidad por la crisis económica, política y social.

Si Macri ha llegado hasta acá y puede aplicar el nuevo mazazo del ajuste devaluatorio es porque en todos estos años contó con la complicidad de la burocracia sindical y de los gobernadores peronistas. Es la misma “gobernabilidad” que ahora le siguen garantizando Daer de la CGT (diciendo que “no están ni en estudio” un paro general) y el público acompañamiento de Alberto Fernández. El candidato que va a ser presidente por el Frente de Todos no ahorra oportunidad para decir que a Macri le tiene que ir bien, “que se haga cargo y gobierne” y que en un próximo gobierno suyo el acuerdo con el FMI va a seguir en pie y se van a garantizar todos los pagos de la deuda, sin ninguna quita (ver página 5). Alberto Fernández dijo que el dólar estaba bien a 60 pesos, y junto a los gobernadores criticaron hasta las medidas insuficientes de Macri.

Los gobernadores peronistas fueron a la justicia porque Macri bajó algunos puntos el IVA y el impuesto al salario y eso les afecta la coparticipación, y porque frenó por unos meses el aumento de los combustibles (aunque inmediatamente empezó a negociar como compensarlas), con lo que las provincias petroleras cobrarán menos regalías ¡Son más papistas que el Papa! Prefieren ajustar a mansalva, como el gobernador Arcioni peronista, que no le paga el sueldo a los estatales en Chubut, en vez de tomar alguna medida contra las petroleras, Aluar, las pesqueras y multinacionales de su provincia.

La frutilla del postre fue la ya citada reunión de Alberto Fernández, Nielsen y su equipo económico con el Fondo Monetario. Dijo que está de acuerdo con los “objetivos” del FMI (esencialmente el déficit fiscal, es decir, el ajuste), tratando de tapar la reforma laboral y jubilatoria que se viene, gobierne quien gobierne. Y ratificó ante el Fondo Monetario y los empresarios en el simposio organizado por Clarín que va a pagar sí o sí la deuda contraída por Macri aunque, como él mismo reconoce, fue para financiar la fuga de capitales. Una nueva muestra a los “mercados” (es decir a los bancos, multinacionales y al imperialismo) de que el próximo gobierno, más que una nueva ilusión de cambio favorable para los trabajadores, gobernará para los de arriba aplicando un nuevo ajuste.

Hay tres tareas claves para los próximos días. Primero, llamar a enfrentar el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores. Mientras Macri ajusta, la CGT traiciona y Alberto Fernández sigue haciendo guiños al FMI, los estatales, docentes y judiciales de Chubut siguen en su plan de lucha por el pago de los salarios que les niega el gobernador peronista Arcioni. El sindicalismo combativo y la izquierda se movilizaron el 22 de agosto y lo harán este viernes 30 ante la reunión del Consejo del Salario reclamando un aumento salarial y jubilatorio al valor de la canasta familiar, entre otras medidas de emergencia. Denunciando la tregua de la CGT y las CTA y exigiendo que llamen a un paro de 36 horas y plan de lucha nacional.

Segundo, seguir postulando al Frente de Izquierda Unidad como una auténtica alternativa política para los trabajadores ante la crisis. En ese sentido, hemos sacado una declaración política señalando una vez más la necesidad de que se desconozca el pacto con el FMI y la plata vaya a salario y a trabajo, no para los pagos de una deuda externa usurera y fraudulenta. Además, plantea la nacionalización de la banca y el comercio exterior, la reestatización de las privatizadas y un fuerte impuesto a las grandes empresas y los ricos como parte de un plan económico obrero y popular que resuelva las urgentes necesidades obreras y populares. Tercero, hay que seguir insistiendo por esta salida en el proceso electoral de octubre, señalando que solo con lucha y medidas de fondo se podrá salir de semejante catástrofe económica, política y social. Macri ya fue y con Alberto sigue el FMI. Por eso hay que fortalecer con el voto al Frente de Izquierda Unidad para dar estas peleas con más fuerza y afrontar en unidad los próximos desafíos.

En las PASO hubo una debacle política de Macri. El gobierno nacional y la gobernadora Vidal salieron ampliamente derrotados. Millones votaron contra los despidos, la recesión, el robo salarial, la entrega del país y la enorme crisis social. Hubo un voto castigo contra el gobierno del cual fue beneficiada la fórmula peronista de los Fernández. La derrota electoral del gobierno fue aplastante, 47,37% a 32,23%, con 15 puntos de diferencia. El otro hecho distintivo de las elecciones fue que el Frente de Izquierda Unidad, con la fórmula Del Caño-Del Plá, hizo una muy buena elección a pesar del vuelco electoral de millones al peronismo. La debacle electoral de Macri pone al rojo vivo la crisis política y económica que estaba tapada por la campaña electoral.

La aplastante derrota del gobierno de Macri provoca un tembladeral político porque muestra que ya es irreversible el resultado, abriéndose un espacio de cuatro meses con un gobierno muy debilitado, repudiado por millones. La patronal, las multinacionales, la banca, el FMI y el imperialismo tendrán que esperar cuatro meses para hacer el recambio de un gobierno patronal a otro.

La debacle se hizo evidente el día posterior con la conferencia de prensa de Macri-Pichetto tratando de “huir hacia adelante”. Con rostros demacrados, ambos anunciaron que “decidimos dar la pelea”, “vamos a revertir la elección” y, según Pichetto, “esto no termina”. Como si nada hubiera pasado. Mientras pretendían atribuir la subida del dólar y la inestabilidad financiera al voto al peronismo, cuando en realidad se trató de una nueva demostración de la dependencia del país a los intereses de las multinacionales y el capital financiero internacional. Se trata de un nuevo ajuste al servicio de sus ganancias y otra brutal caída del salario.

Empezó el fin del gobierno de Macri

Todo indica que la derrota electoral del gobierno es irreversible. El voto castigo en su contra fue tan contundente que deja abierto que para las elecciones del 27 de octubre se repita su derrota y no haya segunda vuelta. Para ganar en primera vuelta se necesita que la fórmula ganadora tenga el 45% de los votos. Alberto Fernández ya logró el 47%. Esta es la base de la crisis política que tiene el régimen patronal hoy.

La magnitud de la derrota del macrismo se evidencia en que solo logró ganar en dos distritos, CABA y Córdoba. Perdió hasta en Mendoza, Jujuy y Corrientes donde los gobernadores son suyos. La derrota más contundente la sufrió su candidata “estrella” Vidal en Provincia de Buenos Aires. Aquí la diferencia con el peronismo fue de 17 puntos (52,5% a 34,6%). El golpe más contundente fue en el conurbano bonaerense donde perdió las intendencias de Quilmes, Lanús, 3 de Febrero y Pilar. Solo mantuvo las de San Isidro y Vicente López. La declinación de Macri y de Cambiemos se viene dando al compás del ajuste y la caída del nivel de vida del pueblo trabajador. Hay que recordar que Cambiemos había arrasado en las elecciones legislativas de 2017, al punto que en Provincia de Buenos Aires el ignoto Esteban Bullrich le ganó a la lista peronista encabezada por la mismísima Cristina Kirchner. Agrandado con ese resultado, Macri se lanzó a la reforma jubilatoria recomendada por el FMI, que provocó un repudio de masas en diciembre de ese mismo año. Miles se movilizaron frente al Congreso. Fue un antes y después. El pacto con el FMI, a mediados de 2018, lo terminó de hundir. Un anticipo de su caída fueron los resultados de las elecciones provinciales adelantadas este año. En Santa Fe, por ejemplo, donde había llegado a disputar la gobernación con Miguel Del Sel, este año quedó tercero con el 19,78%. Una amplia franja de trabajadores y sectores populares que habían votado a Macri en repudio a los doce años de kirchnerismo fueron rompiendo por el nuevo fraude político que significó Cambiemos. Esto no tiene retorno. Ni los encuestadores lograron registrar la magnitud del odio popular hacia Macri y su gobierno.

El voto castigo lo capitalizó la fórmula peronista de los Fernández.

La fórmula de Alberto y Cristina logró capitalizar abrumadoramente el voto castigo hacia el macrismo. Alberto Fernández recibió más de 10 millones de votos. Ningún encuestador había anticipado tal diferencia, ni los que trabajaban para el Frente de Todos. De esta forma se fortaleció la tendencia que ya marcaban las elecciones provinciales. El voto bronca, el voto castigo, marcaba un retorno de los sectores populares al voto al peronismo. Muchos trabajadores y jóvenes votaron a la fórmula de los Fernández sabiendo que no es seguro un cambio de fondo en sus vidas. Pero primó el odio a Macri y a su ajuste brutal. Primó el “hay que terminar con Macri”, “no se aguanta otro gobierno de Macri”.

El peronismo kirchnerista supo aprovechar electoralmente esa bronca de millones. Para ello debió reubicarse y cambiar su política electoral. Aunque el gobierno acentúe que enfrenta al “kirchnerismo”, el Frente de Todos es una nueva alianza peronista. En realidad Cristina, en su debilidad (nunca pasó del 30-35%), tuvo que aceptar un armado superior al peronismo K. Sabía que con La Cámpora no era seguro que pudieran ganar. Por eso tuvieron que armar otra alianza, empezando con poner a Alberto Fernández de candidato a presidente que había sido años crítico de Cristina. Esa decisión fue clave para una alianza superior. Y terminaron pactando con Sergio Massa y gran parte del Frente Renovador, el Movimiento Evita y la mayoría de la burocracia sindical. Daer, Moyano y las CTA hicieron campaña por los Fernández. Y centralmente tejieron una alianza con los gobernadores, los mismos que vinieron aplicando el ajuste macrista en las provincias. Además sumaron a sectores de la alicaída centroizquierda como Pino Solanas, Victoria Dona y Víctor De Gennaro. Así fueron liquidando o reduciendo a su mínima expresión al posible “tercer frente” del Peronismo Federal. De esta forma Lavagna, Urtubey y Graciela Camaño solo lograron el 8,3%.

Ni esta alianza ni el casi seguro próximo gobierno de los Fernández significa que el peronismo haya superado su crisis histórica. Pero sí significa una recomposición coyuntural importante. Millones volvieron a votar al peronismo como voto bronca pero también con cierta leve esperanza de que van a estar “mejor” que con Macri. Reflejando que todavía no se ha producido una ruptura final con la equivocada creencia de que dirigentes políticos patronales puedan “solucionar” la pobreza y la decadencia social de las masas. Esa es aún la herencia del viejo peronismo de las “conquistas sociales” del ´45, que no van a volver. No volvió durante los doce años de kirchnerismo y menos lo va a hacer ahora. Ya Alberto Fernández dijo que va a renegociar con el FMI, que van a seguir pagando la deuda, o sea, van a seguir gobernando para los de arriba y aliados a la burocracia sindical. Los trabajadores y sectores populares se verán otra vez enfrentados a un gobierno peronista.

Por eso es equivocada cualquier posible interpretación, desde sectores de izquierda, de que se vaya a abrir un “nuevo orden” en el país en el cual el imperialismo y las multinacionales vayan a tener un fuerte choque con un gobierno de Alberto y Cristina. Macri era el candidato preferido de Trump, el FMI y Bolsonaro, pero otra cosa es creer que ya el FMI y el imperialismo no están prestos a negociar con un nuevo gobierno peronista. Ya lo hicieron con el kirchnerismo, durante doce años, que pagó la deuda, atacó el salario y pactó con la Barrick, Monsanto y Chevron.

Una gran elección del FIT Unidad

El Frente de Izquierda Unidad hizo una muy buena elección. Logró 700 mil votos a presidente con la fórmula Del Caño-Del Plá y 760.000 votos a diputados nacionales, superando ampliamente el piso proscriptivo de las PASO y ubicándose como cuarta fuerza nacional. Es muy importante la votación al FIT-Unidad frente al hecho objetivo del vuelco masivo hacia el voto castigo con el peronismo. Muestra que existe en todo el país una franja importante de votos que se ha consolidado con el Frente de Izquierda Unidad apoyando una salida por izquierda ante la crisis del país y que le da la espalda a las distintas variantes patronales. Y un reconocimiento por haber sido consecuentes en el enfrentamiento al ajuste de Macri y los gobernadores, en la lucha de las mujeres, en defensa de la juventud y postular el sindicalismo combativo contra la burocracia sindical.

El voto al FIT-Unidad fue parte de voto de repudio al gobierno de Macri y de apoyo a una salida de independencia de clase. También a la clara campaña de que no hay salida para la clase trabajadora y los sectores populares sin romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa.
Fue un voto a favor de la consecuencia del FIT Unidad en mantener y luchar por más unidad de la izquierda. Como también se mostró el fracaso electoral del sectarismo del Nuevo Mas y de su candidata presidencial, Manuela Castiñeira, que no pudo pasar a octubre, y el retroceso evidente de Luis Zamora. Ambos rechazaron la propuesta de sumarse a la unidad en una sola lista de la izquierda.

Pasadas las PASO tenemos por delante dos tareas fundamentales. La primera, salir a enfrentar el nuevo ajuste con la subida del dólar y su consecuente aumento en los precios y la baja salarial y jubilatoria. Desde Izquierda Socialista en el FIT-Unidad consideramos que debemos salir unificados a reclamar a la CGT-CTA un paro de 36 horas y un plan de lucha para imponer medidas de emergencia como un aumento de salarios y jubilaciones acorde a la canasta familiar, que se suspendan los pagos de la deuda y que se nacionalice la banca para evitar la fuga de capitales y la especulación contra el pueblo trabajador y el país.

La segunda, pasa por prepararse para seguir la pelea político-electoral hacia octubre, para consolidar y aumentar el voto a los candidatos del FIT Unidad y fortalecer una alternativa política que ante las posibles convulsiones sociales prepare una salida de fondo. Una nueva buena elección nos fortalecerá para seguir la lucha contra el nuevo gobierno y los nuevos ajustes que vendrán.

Escribe Martín Angel, candidato a diputado nacional por La Rioja

Dos días antes de las PASO un tribunal federal de La Rioja absolvió a Cesar Milani, ex jefe del Ejército de Cristina Fernández de Kirchner.
Este juicio, Milani tiene dos más en Tucumán, fue por el secuestro de varias personas en La Rioja durante la dictadura militar en 1976, cuando actuaba en la represión ilegal en la provincia y también en Catamarca. Posteriormente fue designado en Tucumán, donde según testimonios participó en la desaparición, entre otros, del conscripto Ledo, también riojano. En 1979 Alfredo Olivera denunció ante un Consejo Militar (y en 1984 en la Conadep) el secuestro suyo y de su padre con participación directa de Milani, ocurridos en marzo de 1977. 

Durante el juicio aparecieron una decena de nuevos denunciantes (entre ellos nuestro compañero del PST Omar Shaller, quien identificó a Milani en el secuestro de su familia y viajó desde España para declarar en el juicio) y se conocieron nuevos centros clandestinos de detención que funcionaban en La Rioja. La fiscalía pidió 18 años de prisión y la querella 20. En un fallo dividido, que generó el repudio de los organismos de derechos humanos riojanos, Milani y otros cinco acusados resultaron absueltos. Otros cuatro acusados fueron condenados.

Este fallo es una nueva muestra de impunidad. de Milani, quien fue puesto por Cristina Kirchner como Jefe del Ejército, declaró que “más que hacerme daño a mí, se le ha infligido un castigo al ejército argentino, privándolo de la posibilidad de una reconciliación definitiva con el pueblo del que se nutre”. Lamentablemente Hebe de Bonafini, titular de Madres de Plaza de Mayo, lo defendió como “el general del pueblo”. Y nadie del peronismo ni del kirchnerismo ha salido a repudiar la liberación del genocida.

Durante el gobierno de Cristina, Milani desarrolló el aparato represivo estatal apoyándose en la inteligencia (escalafón al que pertenece), creando el Proyecto X con la Gendarmería, utilizándolo para procesar a miles por luchar. Hoy sigue la impunidad y la represión con Macri y Patricia Bullrich.
El fallo será apelado. Pero confirma la necesidad de continuar con la movilización para que Milani y el resto de los genocidas sean condenados, sin que les otorguen prisión domiciliaria ni conmutación de penas y absoluciones. Desde Izquierda Socialista repudiamos este fallo de impunidad ¡Cárcel común y efectiva para todos los genocidas!

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