Jul 19, 2024 Last Updated 9:34 PM, Jul 18, 2024

La presentación del libro Sinceramente se transformó en un hecho político en sí mismo. Cristina reapareció después de varios meses de silencio. Si bien no habló de su candidatura, extendiendo el suspenso, planteó llamar a un pacto social, elogió a Trump y a la supuesta burguesía nacional en el recuerdo de la figura de Gelbard. Queremos debatir sobre todo esto con los compañeros que tienen expectativas en que el kirchnerismo es la salida.

Escribe José Castillo

Sinceramente ya se había transformado en un boom editorial en los días previos, batiendo récords de venta. Por eso había mucha expectativa en el acto de presentación en la Feria del Libro. A sala llena y con varios miles de asistentes en los alrededores mirando por pantalla gigante, Cristina hizo una de sus acostumbradas alocuciones. Comenzó diciendo “quiero que este libro les sirva a los argentinos como un instrumento de discusión, de debate”. Desde El Socialista le tomamos la palabra por anticipado, ya que hemos realizado una extensa crítica en nuestro número pasado (ver El Socialista 423, “Lo que dice y lo que no dice el libro de Cristina”).

El discurso de presentación fue tildado de “moderado” hasta por sus admiradores más fervientes. Muchos reconocieron que “les hubieran gustado más definiciones”. Ciertamente hubo sugestivos silencios. Nunca fue mencionado el FMI, ni se planteó una sola palabra sobre qué hacer con la deuda externa. Todo tiene su explicación: exactamente en el mismo momento en que Cristina hablaba en la Rural, su ex ministro de Economía Axel Kicillof daba conferencias en los Estados Unidos tratando de llevar tranquilidad al establishment económico internacional acerca de que un eventual gobierno kirchnerista cumpliría a rajatabla con los pulpos acreedores. “La palabra default no está en nuestro diccionario”, terminó afirmando Kicillof.

Pero volvamos al discurso de Cristina, y ahora a lo que sí dijo. “Nadie puede estar en contra de la unidad”, sostuvo en obvia referencia al llamado de Macri y sus 10 puntos. De ellos en particular no planteó una sola palabra. Le contrapuso sí, convocar a un “contrato social de ciudadanía responsable”. Si alguien se pregunta de qué se trata esto, la propia ex presidenta se encargó de aclararlo, poniendo como ejemplo el Pacto Social del año 1973 y la figura de José Ber Gelbard (ver nota en esta misma página). Con este planteo hizo un llamado insistente a los empresarios: “Si quieren ganar plata, tienen que hacerlo todos”, sostuvo una Cristina que nos hizo acordar una de sus viejas expresiones dirigidas también a las patronales: “En mi gobierno se la llevaron en pala”.

Otro momento “culminante” de su discurso fue cuando elogió a Donald Trump. Con la excusa de aplaudir sus políticas proteccionistas (que, digámoslo de paso, no evita que los propios trabajadores estadounidenses ganen mucho menos que hace una década y tengan peores condiciones de trabajo), Cristina se lanzó a elogiar al presidente yanqui, sin mencionar una sola palabra del rol del imperialismo en el mundo, incluyendo Latinoamérica, donde los Estados Unidos siguen amenazando con intervenir en Venezuela. Ni, por supuesto, que detrás del feroz ajuste de Macri y el FMI está el propio gobierno norteamericano como su principal impulsor.

Cristina esta vez optó por no hacer ninguna mención a la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Recordemos que en su discurso inmediato anterior había planteado “la unidad de los pañuelos verdes con los celestes” en un escandaloso guiño hacia la Iglesia y los sectores antiabortistas. Esta vez optó por el silencio, marcando la línea de que es un tema del que “no hay que hablar este año”.

En síntesis, el discurso de Cristina, en sus afirmaciones y sus silencios, nos obliga a debatir con muchos compañeros de trabajo y estudio que confían en que el peronismo kirchnerista puede ser la salida al ajuste de Macri. Lamentablemente no es así: al FMI y a los acreedores todos los voceros del kirchnerismo les están garantizando, en infinidad de reuniones, que se va a cumplir con ellos. El planteo de “renegociar” con el FMI, caballito de batalla de Kicillof, es algo que incluso acepta y reconoce como lo más posible el propio Fondo. Solo que no se trata del acuerdo que permitiría desarrollar una política de “redistribución de la riqueza” o “nacional y popular”, como sostienen los kirchneristas. Por el contrario, el FMI exigirá un mayor ajuste, así como las reformas laboral y previsional, todos temas sospechosamente ausentes en el discurso de Cristina. El guiño a los empresarios y la invitación a que “ganen más plata” nos prenuncia también quiénes serán los privilegiados en un futuro gobierno K. El discurso de Cristina puede sintetizarse como el llamado a un pacto social donde la “comprensión”, la “paciencia” y el ajuste deberán, una vez más, caer sobre el bolsillo de los trabajadores. En contraposición a todo esto, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda somos claros: no hay absolutamente ninguna salida posible a esta crisis sin romper con el FMI y suspender inmediatamente los pagos de deuda externa para volcar todos esos recursos hacia un programa de emergencia que resuelva las más urgentes necesidades populares, tal como planteamos en los 10 puntos del Frente de Izquierda.

 Qué fue el Pacto Social del 73

El famoso acuerdo, tan elogiado por Cristina, se firmó el 6 de junio de 1973, a los pocos días de asumido el gobierno de Cámpora. Comprometía a los empresarios, a través de la CGE (Confederación General Económica) y a la CGT. Sus dos figuras descollantes fueron José Ber Gelbard (dirigente empresario de la CGE, pero que en ese momento ya estaba ocupando el Ministerio de Economía) y José Ignacio Rucci (secretario general de la CGT y máximo burócrata sindical de la época), aunque el pacto fue apoyado también por el resto de las entidades patronales (como la UIA o la Sociedad Rural).

En esencia el Pacto Social establecía el congelamiento de precios y salarios con el objetivo de garantizar la “inflación cero”. Claro que lo que había sucedido en los meses anteriores era que los empresarios se habían cubierto aumentando aceleradamente los precios. El pequeño aumento que se les otorgó a los trabajadores ni siquiera compensó una parte de lo perdido. De ahí en más se congelaron las negociaciones paritarias por dos años.

Lo que sucedió en la práctica fue que, sobre todo a partir de 1974, las patronales incumplieron flagrantemente el pacto: empezaron a solicitar que se les autorizara aumentos de precios y, si estos no les eran autorizados, desabastecían y los vendían más caros en el mercado negro.
La inflación creciente y la crisis del gobierno peronista de entonces terminaron provocando la renuncia de Gelbard. Los meses siguientes (fines de 1974 y primer semestre de 1975) continuaron con una devaluación del 50% y fuertes tarifazos, mientras seguían los aumentos de todos los precios, deteriorando cada vez más el salario.

Todo terminó cuando en 1975 finalmente se reanudaron las negociaciones paritarias. En medio de grandes luchas obreras, los trabajadores arrancaron aumentos significativos tratando de recuperar lo perdido. Pero el gobierno de Isabel, junto con el nuevo ministro de Economía, Celestino Rodrigo, se negó a homologar esas paritarias, mientras a la vez lanzaba un nuevo tarifazo, liberalizaba los precios, que volvieron a pegar un nuevo salto, y se producía una devaluación récord. Pasó a la historia como el “Rodrigazo”.Todo esto provocó una rebelión obrera sin precedentes en la historia previa del peronismo, que llevó a una huelga general que terminó con la renuncia de Rodrigo y de su protector, el ultraderechista ministro de Bienestar Social José López Rega.
Así terminó la historia del Pacto Social de 1973. Muy distinto, como vemos, del embellecimiento que quiere mostrar Cristina. Si alguien perdió en ese tiempo, sin duda fueron los trabajadores.

 Gelbard y la burguesía nacional

En su discurso Cristina desempolvó a un viejo personaje al que llenó de elogios: José Ber Gelbard, mostrado como el paradigma del burgués nacional y progresista. La operación no es nueva, ya había tenido incluso su libro (El burgués maldito, de María Seoane, editorial Planeta, 1998).
Las nuevas generaciones se preguntan, con razón, ¿quién fue Gelbard? Comencemos desmitificando al personaje. Se trata del ministro de Economía de Cámpora, Lastiri, Perón y los primeros meses del gobierno de Isabel, entre 1973 y 1974, que llevó adelante el citado Pacto Social.
Gelbard era un empresario que desde joven se volcó al gremialismo en las organizaciones patronales. Así fue por mucho tiempo referente máximo de la CGE (Confederación General Empresaria). Desde ese lugar, fue uno de los impulsores del “Congreso de la Productividad” en 1955, cuando el gobierno de Perón, en sus últimos meses procuraba apaciguar a las patronales opositoras tratando de flexibilizar los convenios colectivos de trabajo e introducir cláusulas de productividad.

Años después, tuvo aceitados vínculos con la dictadura de 1966-1973, en particular con el gobierno de Lanusse. Al mismo tiempo, mantenía sus simpatías con el estalinismo ya que había sido afiliado al PC en años anteriores y seguía teniendo fuertes vínculos con la Unión Soviética. Con todos estos antecedentes fue elegido por el propio Perón como su “ministro empresario” en 1973.

Como explicamos en otra nota en esta misma página, el Pacto Social no fue para nada el paraíso que ahora quiere pintarnos Cristina. Pero la remembranza de Gelbard tiene un objetivo político bien actual: embellecer a una supuesta “burguesía nacional” progresista.
Esto nos lleva a la pregunta del millón: ¿quién representa hoy a esa patronal nacional? Cristina nos da algunas claves en su libro, cuando elogia al corrupto Lázaro Báez, buscando despegarlo de las innumerables denuncias de corrupción. ¿A él se referirá como el “nuevo Gelbard?

 

Schiaretti con el 54%, le sacó 36,3% de diferencia al segundo, que fue el candidato de Cambiemos Mario Negri (17,78%). Utilizará este triunfo para posicionarse mejor en el PJ Federal y para seguir ajustando. En medio de este aluvión de votos al peronismo, el Frente de Izquierda retrocedió pero manteniendo una banca en la Unicameral y entrando por primera vez en el Concejo Deliberante cordobés.

Escribe Joel Rojo

Macri y Cambiemos, que iban divididos en dos listas estaban derrotados antes de empezar el escrutinio. Cambiemos, que fue la estrella en la elección anterior en esta provincia, acaba de perder por paliza. Pasó de obtener el 49% en 2015 y el 48% en 2017 al 17% actual de la lista de Negri, apoyada por Vidal, Carrió y otros referentes nacionales. La UCR se presentó dividida (Negri-Mestre), mostrando su crisis al compás del desbarranque del gobierno nacional.

Cambiemos, además, perdió la intendencia de la Capital, que paso a manos del PJ. Con su nuevo nombre de “Hacemos por Córdoba” el ganador es Schiaretti, quien ante la agudización de la crisis se despegó del gobierno en el último tiempo, incluso con algunas críticas formales, pero sin dejar de ser su socio en el ajuste. Es tal la bronca contra el gobierno nacional que miles y miles dejaron de lado las críticas a Schiaretti para manifestar su repudio a Macri. Este referente del Peronismo Federal, junto a Massa y Lavagna, contó en esta elección con el apoyo del kirchnerismo. Cristina Kirchner levantó su lista para apoyar a quien le vino votando todas las leyes al gobierno nacional. Y ante la posibilidad de que sectores de su base volcaran sus votos hacia las variantes de izquierda, en la última semana, el kirchnerismo nacional y provincial salió fuertemente a respaldar la figura de Schiaretti (Alberto Fernández, Máximo Kirchner, la diputada nacional por Córdoba Gabriela Estévez y Martín Fresneda). Schiaretti utilizará este apoyo y crecimiento electoral para profundizar el ajuste, aplicar la reforma laboral y previsional con más endeudamiento y pago de la deuda externa.

Por el hecho de que no se dio un giro del electorado hacia la izquierda y por la capitalización de Schiaretti del repudio a Macri y del reconocimiento a las grandes obras que concretó en gran parte, con dinero de la nación, el Frente de Izquierda retrocedió comparado con elecciones anteriores. El FIT no logró capitalizar gran parte del voto obrero y popular de ruptura con Macri, que lamentablemente y en forma equivocada fue para el PJ. A gobernador pasamos del 4,9% en 2015 al actual 2,6%, y de 6,4% a legislador en 2015 al actual 2,99%. Ese retroceso no impidió mantener una banca a legislador (logrando 59.375 votos), conquistar por primera vez un concejal en la Capital y hacer muy buena elección a legislador en Capital, con el 4,55%, y en varios lugares del interior. De esta manera nuestra compañera de Izquierda Socialista, Noelia Agüero, compartirá la banca de legisladora con Soledad Díaz (PO) y nuestro compañero de Izquierda Socialista Alfredo Leytes (o Yamila Flores si se reglamenta la ordenanza de cupo municipal) lo hará como concejal con Laura Vilches (PTS).

A esto hay que sumar que el MST volvió a dividir el voto de izquierda. Luciana Echevarría hizo campaña centrando sus críticas en el FIT y en la figura de Liliana Olivero diciendo que hay que “renovar” a la izquierda. Si bien el MST logró una banca, retrocedió en el porcentaje de votos a legisladores en relación con 2015 (De 2,01% a 1,8%).

El FIT hizo una gran campaña entre los trabajadores, en los barrios obreros y populares y en los medios denunciando el ajuste de Macri que en la provincia aplica Schiaretti, mostrando una salida de fondo, por la ruptura con el FMI y el no pago de la deuda, aportando a la pelea que hay que dar en todo el país señalando que la salida es la izquierda.
Desde el Frente de Izquierda seguiremos en las calles, en la Legislatura y ahora en el Concejo Deliberante cordobés apoyando las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud, que más temprano que tarde enfrentarán el ajuste que seguirá aplicando Schiaretti.

Rechazamos el operativo de unidad nacional orquestado por el gobierno de Macri cuyos ejes programáticos son para darles garantías al FMI, a los especuladores financieros y a las grandes patronales de que se seguirá avanzando en la guerra que le declararon a la totalidad del pueblo trabajador. Y llamamos a seguir luchando por la derrota del FMI, Macri y los gobernadores.

No es casualidad que todas las cámaras patronales salieron inmediatamente a celebrar un posible acuerdo de esas características. Lo mismo hizo la cúpula de la Iglesia Católica luego de haberse reunido con el papa Bergoglio, bajo el silencio cómplice de la traidora burocracia sindical.
Macri convocó en primer lugar al peronismo que le garantizó todas las leyes en el Congreso y aplicó las recetas de ajuste en las provincias que gobierna. Los rechazos cosméticos a la convocatoria por parte de Sergio Massa y Roberto Lavagna son parte de la disputa electoral, pero acuerdan en lo esencial: mantener al FMI dominando la economía nacional y seguir pagándole la deuda a los especuladores. Una posición similar ya la adelantó el kirchnerismo a través de sus voceros, como Alberto Fernández, mientras que Daniel Scioli salió a apoyar abiertamente esta iniciativa de Macri y el FMI.

El Frente de Izquierda plantea una salida política propia de los trabajadores: poner fin al régimen del FMI, y sostiene un plan económico y una reorganización integral del país completamente opuestos al que se puso en discusión, cuya prioridad es la defensa de la vida del pueblo trabajador.
Rechazamos el pacto que se está pergeñando a espaldas y contra el pueblo. Por una asamblea constituyente libre y soberana que discuta las medidas de emergencia requeridas para satisfacer las necesidades apremiantes de la población trabajadora y promover una transformación del país sobre nuevas bases sociales.

El Frente de Izquierda plantea 10 puntos y los pone a consideración de las organizaciones de trabajadores, estudiantiles, populares, para que sean parte de un plan de lucha para lograr derrotar al FMI, Macri y los gobernadores, para que esta vez la crisis la paguen los capitalistas, en el camino de imponer un gobierno de trabajadores. Basta de tregua de la CGT, las CTA y de toda la burocracia sindical con el gobierno y las patronales. Paro nacional y plan de lucha para imponer el siguiente programa:

1-Ruptura con el FMI. No al pago de la deuda. Plata para salario, trabajo, salud, educación y vivienda, no para el Fondo Monetario.

2-Aumento inmediato de salarios y jubilaciones. Que nadie gane menos del valor de la canasta familiar. Indexación mensual de salarios y jubilaciones.

3-Prohibición de despidos y suspensiones. Expropiación y estatización de toda empresa que cierre para ponerla a producir bajo control de sus trabajadores. Reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario entre ocupados y desocupados. Abajo la reforma laboral flexibilizadora.

4-Anulación de la reforma previsional. Por el 82% móvil y el aumento del haber mínimo que cubra la canasta de los jubilados.

5-Eliminación del IVA de la canasta familiar. Abolición del impuesto al salario. Impuestos progresivos a las grandes fortunas.

6-Anulación de los tarifazos. Nacionalización y reestatización de todas las empresas privatizadas bajo control, administración y gestión de sus trabajadores y control de los usuarios populares.

7-Por una educación nacional, única, estatal, pública, gratuita y laica. Fuera las iglesias de la educación. Separación real y efectiva de la Iglesia y el Estado.

8-Por una cobertura de salud gratuita e integral a cargo del Estado. Provisión de medicamentos gratuitos a quienes los necesitan.

9-Por un plan nacional de viviendas populares de calidad y urbanización de villas y asentamientos.

10-Por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.

 

Transcribimos el articulado y parte de los fundamentos del proyecto presentado en la Cámara de Diputados este lunes 13 de mayo de 2019 por Mónica Schlotthauer, en nombre de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda.


Artículo 1º: A partir de la presente ley, la República Argentina desconoce el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunciado en mayo de 2018 por parte del gobierno nacional presidido por el actual presidente Mauricio Macri (Cambiemos) declarándolo nulo de nulidad absoluta, así como también todos los actos, condicionamientos y disposiciones que se desprendan del mismo.

Art. 2º: A partir de la presente, se suspenden todos los pagos en concepto de deuda externa, tanto de capital como de intereses, atento a que se trata de una deuda ilegítima, fraudulenta y usuraria contraída en perjuicio del pueblo trabajador.

Art. 3º: Procédase a destinar ese dinero que generan millones de trabajadores a salarios, jubilaciones, trabajo, salud, educación y vivienda y demás necesidades populares, combatiendo los graves males sociales.

Art. 4º: El Estado argentino deja de ser miembro del Fondo Monetario Internacional (FMI), exigiendo la inmediata devolución de la cuota parte depositada en dicho organismo.

Art. 5º: Comuníquese...

Fundamentos
La Argentina es víctima de un brutal ajuste, condicionamientos perjudiciales y enormes privaciones como consecuencia del acuerdo firmado por el actual gobierno de Cambiemos con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ese acuerdo ha sido pactado a espaldas del pueblo trabajador, no fue ninguna propuesta de campaña y, lo más importante, va en perjuicio del pueblo trabajador.

[…] El FMI es uno de los tres organismos financieros internacionales del capitalismo imperialista mundial (junto con el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio -OMC-) que responde a las órdenes de los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, quienes tienen la mayoría absoluta para la toma de decisiones.

[…] El endeudamiento desenfrenado de los últimos años llevó a que los próximos vencimientos de deuda entre 2020/2023 sumen la impagable cifra de 150.000 millones de dólares. A esto hay que sumar que en los años de gobierno macrista se fugaron 94.274 millones de dólares.
Esta deuda se suma a la anterior, que viene de la época de la dictadura militar, contraída bajo un genocidio, la cual ya se pagó varias veces. Los distintos gobiernos la pagaron religiosamente y la renegociaron permanentemente imponiendo severos ajustes, pasando la deuda externa a ser una bomba explosiva cuyas esquirlas impactan sobre el pueblo trabajador.

[…] El pacto con el FMI vuelve a redoblar las mismas recetas que ya se aplicaron con la hiperinflación de Alfonsín en los años ´80, la “estabilidad” del 1a 1 de Menem-Cavallo en los años, 90 (donde se remataron todas las empresas del Estado para pagar en especie), el “blindaje” de De la Rúa-Chacho Alvarez de 1999/2001 y la “inflación controlada” del peronismo kirchnerista.

Cuando se acude al FMI se está perdiendo soberanía económica y política. Nuestro país tiene una larga y triste historia de sometimiento al FMI. Desde su creación, al final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno del primer peronismo se negó a ingresar a este organismo. La afiliación de la Argentina al Fondo, y el primer préstamo, lo haría la dictadura de la “revolución fusiladora” en 1956.

[…] Nunca “nos liberamos” del FMI, ni “nos desendeudamos”, como demagógicamente decía el peronismo kirchnerista. En los doce años de ese gobierno se pagaron 200.000 millones de dólares en concepto de deuda externa y siempre Argentina siguió siendo miembro de ese organismo.
Muchas veces se pregunta qué pasaría si no se paga la deuda o si hay antecedentes de no pago. […] Los economistas Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), se han dedicado a contabilizar los defaults de deudas soberanas (las declaradas por los Estados) desde 1800 hasta la primera década de 2000, contabilizando unas 250 cesaciones de pagos en 200 años, es decir, un promedio de más de una por año.

[…] El Argentinazo de 2001 impuso el no pago, dinero que se usó para financiar más de dos millones de planes sociales, gozando de superávit durante varios años. Y no quedamos aislados ni bloqueados, nuestro país vendió soja al mundo en valores récord. […] Propiciamos la conformación de un frente de países deudores latinoamericanos para que juntos dejemos de pagar, lo que llevaría a que entren en crisis los banqueros y las multinacionales.

[…] Miremos qué significaría renegociar o reestructurar la deuda con el caso griego. A fines de 2018, la troika del Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI definió un nuevo “alivio” de la deuda griega, extendiendo los plazos de repago en 20 años por casi 100.000 millones de euros de préstamos de rescates anteriores. Ese pacto significa que el pueblo griego sufrirá un ajuste de las cuentas públicas de 2,2 por ciento en promedio hasta 2060. O sea, un ajuste permanente para los próximos 42 años. Esas son las recetas del FMI.
No hay futuro para los trabajadores por este camino. La solución es exactamente a la inversa de lo que han hecho los gobiernos capitalistas.

Proyecto de ley de rumptura con el FMI

Escribe Guido Poletti

El primer trimestre de 2019 terminó como el peor de la era Cambiemos en lo que a pérdida de puestos de trabajo y a suspensiones se refiere. Se totalizaron 19.882 casos, la casi totalidad en el sector privado (19.757) y en particular en la industria (77%), lo que implica que se están perdiendo puestos de trabajo en blanco, reemplazados por trabajo precarizado, en negro o directamente por el drama de la desocupación abierta.

Por el número de trabajadores involucrados, hay que destacar los 600 casos en la autopartista Metalpar de San Martín, los 195 de la planta de Cofco en Valentín Alsina y los 120 de la textil Sportech en Villa Lynch, los 210 de la cristalería El Progreso, de Quilmes, así como los 320 casos de las dos plantas químicas de Dybelcorp, todos en la provincia de Buenos Aires

Sobresalen también en la industria los casos de suspensiones en el sector automotor, en Fiat, Iveco, Renault y Volkswagen y los despidos en Faurecia (autopartes). También hay que destacar los casos de Iatec, en la actividad de electrónica y electrodomésticos, el frigorífico  El Marisco, Alba, Sipetrol; en el sector hidrocarburífero, y las textiles Ritex, Hilados I, Tecnosport y 12 de Octubre. Entre los servicios, a los despidos en las firmas Pedidos Ya, Walmart, Los Maizales, entre otras, se suman los producidos por el cierre en el Shopping Del Parque de la Ciudad de Buenos Aires.

Mientras los trabajadores afectados enfrentan a las patronales por la defensa de sus fuentes de trabajo, las distintas alas de la burocracia sindical miran para otro lado. Hay que parar este verdadero desastre, para eso se necesita que el paro convocado para el 29 de mayo sea parte de un plan de lucha que salga a derrotar el ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI. A la vez que defendemos cada puesto de trabajo y a cada compañero, tenemos que exigir que se prohíban por ley las suspensiones y los despidos, tal como lo hemos planteado, incluso presentando diversos proyectos, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, exigiendo la expropiación de toda empresa que cierre o viole esta disposición, poniéndola a funcionar bajo la gestión de sus propios trabajadores.

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