Jan 08, 2025 Last Updated 6:11 PM, Jan 7, 2025

Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT

Nuestra diputada Mónica Schlotthauer se abstuvo de votar una ley miserable pactada entre Macri y el peronismo con el aval de la CGT y la Iglesia Católica. Aumentarán 15 pesos las partidas para comedores y merenderos diciendo que están combatiendo el hambre. Una mentira total. Esta ley, además, es parte de la política de “paz social” y “gobernabilidad” entre el oficialismo y la oposición patronal para aquietar los reclamos populares mientras sigue la pobreza y el ajuste. El Frente de Izquierda propuso verdaderas medidas para combatir de raíz este mal capitalista.

Miles creyeron que la denominada “emergencia alimentaria” que se votó iba a calmar aunque sea en parte la pobreza y la miseria de millones. Esto es lo que vendía el peronismo, la CGT y los movimientos sociales ligados a la iglesia previo a la sesión. Pero el Frente de Izquierda desnudó semejante mentira. 

A medida que nuestra diputada Mónica Schlotthauer develó la miseria que se destinaría para comedores y merenderos comparado con lo que se va para la deuda externa, empezó a quedar al desnudo la maniobra. Miles y miles empezaron a ver que esta farsa parlamentaria no solucionaba nada. Muchos periodistas incluso compartieron las críticas de Schlotthauer sobre que la ley no combate los problemas acuciantes ni siquiera en la emergencia. Con 15 pesos más, ¿qué se puede mejorar en alimentación? Es un tercio de lo que vale un litro de leche. 45 pesos para una comida representan 0,80 centavos de dólar. Se van a destinar 10.000 millones de pesos para esta ley, cuando se van 70.000 millones de pesos cada mes para pagar los intereses de una deuda ilegítima y usurera. Encima se va a solventar reasignando algunas partidas presupuestarias, pero sin tocar los pagos de la deuda. No se trató entonces de una ley que, aunque insuficiente, aliviana el hambre de millones.

Esta maniobra se venía cocinando hacía semanas. El peronismo pidió una sesión especial para tratar distintas iniciativas de prórroga de la emergencia alimentaria para provecho electoralista. Una emergencia que se viene dando hace 17 años (desde el 2002), confirmando que ningún gobierno capitalista solucionó este flagelo, ni el actual, ni el anterior kirchnerista.
Son tan insignificantes las partidas a repartir que el gobierno de Macri dio quórum y apoyó la ley acordando con el peronismo para, entre ambos, lavarse la cara y llamar a la “calma y tranquilidad” justo cuando el día anterior habían reprimido y metido presos a manifestantes en el acampe de los desocupados.

Nuestra diputada también denunció a las multinacionales que exportan miles de toneladas de carne, leche y cereales haciendo grandes fortunas con los alimentos básicos, y a los grandes empresarios y supermercadistas que venden los alimentos en el país a precio dólar, mientras millones no tienen acceso a los productos básicos. Llegándose al extremo de que en Argentina crece la pobreza cuando produce alimentos para dar de comer a 400 millones de habitantes.

“Con esta ley no comenzó el combate contra el hambre y la pobreza, sino que empezó la campaña electoral del peronismo y de Macri”, denunció Schlotthauer.

Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad nos abstuvimos para no ser cómplices de esta mentira y de este circo electoralista acordado entre el macrismo y toda la oposición patronal peronista. Nos abstuvimos y propusimos medidas para combatir de verdad el hambre y la pobreza. Queremos más plata para comida, no para la deuda. Y que se declare la emergencia social, alimentaria, salarial, jubilatoria y laboral.

Propusimos que se aumenten los salarios, jubilaciones y planes sociales al valor de la canasta familiar, la prohibición de los despidos y suspensiones, un seguro de desempleo para quienes no tienen trabajo, anular los tarifazos, nacionalizar la banca y el comercio exterior (para evitar la fuga de capitales y el negocio alimentario), y que la plata que va para la deuda y el FMI se destine a combatir la pobreza, aumentar las partidas para alimentos en la emergencia, en camino a implementar un plan económico alternativo para combatir de raíz los males capitalistas.

Para todo esto hay que seguir luchando. Repudiamos el rol de Alberto Fernández y el de sus diputados llamando a que hay que “abandonar las calles”. Llamamos a seguir apoyando la lucha del movimiento de desocupados junto al movimiento obrero, para enfrentar juntos este plan de hambre, miseria, pobreza y entrega de Macri, el FMI y los gobernadores. Por eso exigimos que la CGT abandone la tregua y llame a un paro general y a un plan de lucha para imponer verdaderas medidas de emergencia y de fondo.


PLATA HAY

Acá demostramos lo que se podría hacer con lo que se destina para la deuda fraudulenta, bancos y la fuga de capitales.

• 70.000 millones de pesos por mes (lo que se paga por intereses de deuda externa): Se podrían multiplicar por 7 veces los 10.000 millones de pesos destinados por la ley alimentaria, u otorgar 10 millones de nuevos planes sociales de 7.500 pesos o aumentar varias veces los actuales. Con ese monto también se podría aumentar el 100% del salario mínimo vital y móvil a 4 millones de trabajadores.

• 60.000 millones de pesos (pago mensual a los bancos por la tasa de interés): Se podría otorgar un aumento del 100% en las jubilaciones mínimas (hoy en 11.500 pesos) a cinco millones y medio de jubilados.

• 30.000 millones de dólares (fuga de capitales anual): Se podrían construir 600 mil viviendas populares al valor de 50.000 dólares cada una. Esto reactivaría la economía y generaría trabajo genuino.

Escribe Gabriel Massa

Los justos reclamos de las organizaciones piqueteras se hicieron sentir con fuerza en la semana que pasó. El acampe por 48 horas en la avenida 9 de Julio, con acciones simultáneas en varias provincias exigían del gobierno nacional medidas elementales: trabajo genuino, más partidas para los comedores y merenderos populares, aumento de los montos de los programas sociales, hoy fijados en 7.500 pesos y la reapertura de los mismos para contemplar a los miles de nuevos desocupados.

En vez de dar soluciones, el gobierno respondió con represión y una ley de emergencia alimentaria acordada con la oposición que no resuelve absolutamente nada (ver nota central). Y le inició una causa penal a los dirigentes Kuperman y Belliboni.

Repudiamos la brutal represión del gobierno y exigimos medidas concretas para resolver los graves problemas de estas familias.
A contramano de esta realidad, Alberto Fernández llamó a dejar las calles, una propuesta absurda en un país donde el hambre y la pobreza crecen sin solución. Ni los pedidos de “despejar las calles” de Fernández, ni la represión implementada por Bulrich-Macri, podrán ocultar esta tragedia social. Por eso seguiremos apostando a la lucha como el único camino.

Escribe Martín Fú

Daniel es dirigente petrolero de Chubut. Hace un año se encuentra detenido en el penal de Marcos Paz por luchar contra el robo de las jubilaciones en las históricas jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017, donde miles salimos a las calles y enfrentamos la brutal represión de la Gendarmería y la Policía de Macri y Patricia Bullrich.

La incertidumbre ante un juicio que aún no tiene fecha, el hecho de estar alejado a dos mil kilómetros de su familia y afectos, y la falta de respuesta ante el pedido de morigeración de la situación llevaron a Daniel Ruiz a realizar una huelga de hambre a partir del martes 10 de septiembre.

La semana pasada y al cumplirse el primer año de su detención, en el marco de una campaña nacional e internacional por su urgente e inmediata liberación, se realizaron en el Obelisco y en diferentes ciudades del país actos y movilizaciones exigiendo su libertad. Desde Izquierda Socialista participamos junto a PTS, PO, MST y distintas organizaciones sociales y sindicales. Laura Marrone y Nora Cortiñas, entre otros oradores, exigieron la libertad de Daniel y denunciaron la persecución del gobierno de Macri y la ministra Bullrich a quienes diariamente nos enfrentamos contra el ajuste y la represión estatal.

Escribe José Castillo

Somos un país decadente, con trabajadores pobres y más de un tercio de la población sumida en la miseria. La contrapartida son empresarios cada vez más ricos y un sometimiento cada vez mayor al imperialismo. La salida es romper con todo esto y avanzar en un gobierno de los trabajadores y el socialismo.

Todos nos emocionamos con la excelente performance de la selección argentina de básquet en el mundial de China. Más aún cuando esta vez se trató de un grupo humilde de jugadores, que no contaban con el hándicap que diez años atrás tenía la llamada “generación dorada”. El contraste entre este equipo brillante y el presente de un país decadente, hundido en la miseria, y con la vergonzosa realidad de que mientras se es capaz de producir alimentos para diez veces la población, millones de argentinos (y entre ellos la mayoría de los niños) pasan hambre, no puede ser más fuerte. Muchos periodistas y analistas políticos salieron a plantear que ello se debía a que “nos falta espíritu de equipo”, o a que se trataría de un problema de “mentalidad”. Nada más alejado de la realidad.

Un país capitalista semicolonial

Acá está la primera y más profunda respuesta de la decadencia de nuestro país y de los males que sufre el pueblo trabajador. Nuestras inmensas riquezas naturales (capaces de producir carne, leche, trigo, maíz, y otros cultivos, gas y petróleo, la inmensa plataforma pesquera del Mar Argentino, el litio, los minerales) y la enorme capacidad de trabajo de nuestro pueblo son saqueadas por un puñado de empresarios nacionales y extranjeros.

Los mecanismos de este robo son diversos y han variado en su importancia a lo largo de los años: desde el reparto de las mejores tierras a un puñado de terratenientes oligarcas tras el genocidio a los pueblos originarios, pasando por las transnacionales que se llevaban al exterior las ganancias que obtenían por la superexplotación del trabajo, o por el liso y llano robo de recursos no renovables, como el gas, el petróleo, la pesca o los minerales. En los últimos cuarenta años, lo que primó fue el saqueo descarado a través del endeudamiento externo y la especulación financiera. Si en otros tiempos fuimos una semicolonia británica, ya hace más de setenta años que pasamos a ser semicolonizados por los yanquis, con los países imperialistas europeos aportando también “su granito” para empobrecernos más.

Capitalistas extranjeros…pero también nacionales

Cargill, Dreyfuss, Cofco, son nombres de algunas de las transnacionales que tienen monopolizado nuestras exportaciones agropecuarias. Ellas son las responsables de que los alimentos muchas veces no lleguen a la mesa de los argentinos. J.P.Morgan, Deutsche Bank, City, Santander, HSBC, Templeton, Black Rock, son nombres de algunos de los pulpos financieros que se llevan miles de millones por medio de los más diversos mecanismos de la especulación financiera. Chevrón, Total, Shell, son algunos de los nombres del saqueo petrolero, así como tenemos a la Barrick Gold para llevarse el oro, mientras deja un tendal de desastre ambiental. Y podríamos seguir, con las transnacionales automotrices que explotan a nuestros trabajadores para aprovecharse de la plataforma exportadora del Mercosur y tantos otros.

Pero no nos confundamos: al lado, e íntimamente vinculados a ellos tenemos a un puñado de grandes patronales argentinas, que se comportan de igual forma. También ellos viven de la superexplotación y el saqueo, fugan sus fortunas al exterior, con el “plus” de que su nacionalidad argentina les otorga cierta prioridad para los negociados de la obra pública. Así crecieron y se fortalecieron los Macri, los Roggio, los Fortabat, los Born, los Pagani y tantos otros. O, más acá en el tiempo, los Madanes, los Coto, los Cabrales, los Constantini o los Eskenazi. Que se enriquecieron con sus lazos con todos los gobiernos, sean militares, peronistas, radicales, centroizquierdistas o macristas. Cada gobierno les da prioridad a unos sobre otros, o agrega algún nuevo nombre a la nómina. Pero ninguno deja de ganar. El listado actual de quienes lideran la “tabla de posiciones” lo ofrecemos en el recuadro.

¿Cuál es la salida?

Todos ellos, los viejos y los nuevos, los nacionales y los extranjeros, se hicieron multimillonarios a costa de sumir al pueblo trabajador en la miseria. Que hoy el 35% de los argentinos sea pobre, que haya un 14,5% que haya pasado por situaciones de hambre, que casi un 40% de la clase trabajadora esté en negro, es la responsabilidad de estos personajes, que luego pontifican desde foros o revista de negocios “exclusivas” o, en muchos casos, directamente desde sus mansiones en el exterior.

Por todo esto, nuestra conclusión es contundente: no habrá salida para nuestro pueblo si no nos liberamos del imperialismo, que hoy en lo concreto pasa por romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas. Pero eso está íntimamente ligado a que se terminen los gobiernos patronales que nos hundieron mientras servían al enriquecimiento de quienes generaron las crisis. Y a que gobiernen quiénes nunca lo hicieron, los trabajadores, expropiando a estos grandes capitalistas, planificando la economía y empezando a construir una sociedad distinta: una Argentina socialista.

 

Seis grandes capitalistas argentinos suman, de conjunto, una fortuna de 15.000 millones de dólares. Son los que figuran en el ranking de los multimillonarios de la revista Forbes.

La tabla de posiciones la encabeza Paolo Rocca, el dueño de Techint, con una fortuna de 4.100 millones de dólares. Sus empresas van desde Ternium y Tenaris, en el rubro del acero, hasta la petrolera Tecpetrol. El gran salto lo pegó cuando, en plena era menemista, resultó favorecido con la privatización de Somisa, la gran acería estatal argentina.

Segundo viene Alejandro Bulgheroni, con 3.100 millones. Se trata del propietario de Pan American Energy, la segunda petrolera argentina después de YPF, y, junto a los pulpos transnacionales del sector, vanguardia en el saqueo de nuestros recursos energéticos no renovables.
Tercero lo tenemos a Alberto Roemmers, de los laboratorios del mismo nombre, con 3.000 millones de dólares de patrimonio. Cada vez que vamos a comprar un medicamento y vemos como sus precios se tornan inalcanzables para un jubilado, miremos la etiqueta: si es nacional tenemos una altísima posibilidad que sea de la empresa de este señor.

Eduardo Eurnekian está cuarto, con 1.600 millones, el dueño de los aeropuertos y del multimedio Corporación América. Luego viene Marcos Galperín, un multimillonario relativamente “nuevo”, propietario de Mercado Libre y abanderado de la flexibilización laboral. Y cierra el sexteto Gregorio Perez Companc, dueño de un grupo económico que supo transitar por todo el espinel (fue naviera, petrolera, proveedora de telefonía) para concentrarse en el último tiempo en el negocio de los alimentos tras la compra de Molinos Río de la Plata y es uno de los principales responsables de los precios por las nubes de gran parte de la canasta básica.

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