Jul 18, 2024 Last Updated 9:34 PM, Jul 18, 2024

Los fundamentos del proyecto reivindican un momento “crucial”, cuando “el presidente Néstor Kirchner en el año 2006 conjuntamente con el presidente Lula da Silva de la República Federativa de Brasil cancelaron la totalidad de la deuda de ambas naciones con el FMI”. Se dice que de esa forma y “fruto de exitosas políticas de desendeudamiento”, Argentina salió adelante. No fue así. El kirchnerismo se benefició con el no pago que impuso el Argentinazo, la mega-devaluación y el ajuste previo de Duhalde y los altos precios de las materias primas. Lo que hizo Néstor Kirchner fue reanudar los pagos de una deuda usurera cuando estaba planteado hacer todo lo contrario para liberarnos de verdad.

“Ha venido siendo una posición recurrente en los comunicados del G20, de la OCDE y hasta del FMI, la necesidad de combatir este tipo de prácticas”, dice el proyecto kirchnerista. Quieren hacer creer que estos países y organismos usureros y explotadores ahora son “buenos”, lo mismo dice el ministro Guzmán. Nada que ver. El estado yanqui Delaware, por ejemplo, donde viven 800.000 personas, hay radicadas 850.000 empresas que evaden. Si bien las sociedades offshore se registran en las Islas Caimán o Maldivas, la cuenta de sus activos está en Miami o en Nueva York. El 70% de los bienes no declarados de argentinos están en Estados Unidos. Pedirle colaboración al FMI y al embajador yanqui en Argentina como hizo Cristina, para que se pueda llevar a cabo este proyecto, es como poner al lobo al cuidado de las ovejas.

Escribe Guido Poletti

Mientras Cristina y el kirchnerismo disparan misiles mediáticos contra Alberto Fernández y sus ministros, y éste tímidamente le contesta a través de su vocera Gabriela Cerruti, crece en dirigentes peronistas, tanto de uno como de otro sector de la interna, la frase: “pero de todas formas hay que apoyar al gobierno para que no vuelva la derecha”. Lo vimos incluso en los discursos de los sectores “críticos” al acuerdo con el FMI, que, tras explicar que iban a votar en contra, enseguida aclaraban que eso se trataba de una diferencia “menor” dentro del Frente de Todos y que lo importante era permanecer unidos “para que no vuelva la derecha”.

Todo esto refleja que las diferencias al interior del peronismo gobernante son producto de su interna por los cargos (donde por supuesto, hasta ahora) nadie renuncia, y de que en el caso del kirchnerismo lo que hay es un intento de zafar de pagar los costos del ajuste que impone el acuerdo con el FMI. Sin embargo, queremos debatir con compañeras o compañeros que se preguntan si, efectivamente, a pesar de que el gobierno de Fernández los viene defraudando, todavía hay que apoyarlo ante el riesgo de la vuelta del macrismo.

Recordemos que, ya en 2019, el peronismo proclamaba lo mismo: votarlos a ellos para “terminar con el ajuste de Macri”. Y sumaban la frase: “tenemos que volver para ser mejores”.

Tenemos que preguntarnos qué pasó. El que mejor lo graficó fue el humorista y simpatizante del kirchnerismo Dady Brieva quien afirmó: “volvimos al pedo”. Efectivamente, si hoy hay riesgo de que “vuelva la derecha” es porque la política del Frente de Todos no se diferenció, más allá del discurso, de la que venía ejecutando el macrismo. Más aún, el gobierno de Alberto Fernández es hoy el principal ejecutor de las exigencias del FMI. Nunca apareció la famosa “heladera llena”, que se prometía en 2019.

Apoyar a un gobierno que ya lleva dos años ajustando, haciendo que caiga el poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones, y que ahora sólo tiene para ofrecer en la perspectiva un mayor ajuste aún para cumplir con las exigencias del Fondo Monetario, es un camino sin salida para los trabajadores. Significa, en los hechos, negarse a luchar contra las consecuencias del ajuste. Las consecuencias de esta política ya las podemos ver en el accionar de la burocracia sindical, que, justamente con esta excusa, se niega a romper su pacto con el gobierno y deja correr los acuerdos salariales a la baja.

Por eso insistimos: hoy la única pelea “contra la derecha” es enfrentar el plan del Fondo Monetario y a sus ejecutores. Es apoyar todas y cada una de las luchas, para que triunfen y derroten el ajuste. Y, por sobre todas las cosas, es postular un programa alternativo de verdad, obrero y popular, en las antípodas tanto del programa del FMI que hoy ejecuta el gobierno, como de los planteos de la oposición patronal, de “mayores ajustes y reformas estructurales”, también negociadas con el Fondo. Solo el Frente de Izquierda Unidad plantea algo diferente: romper con el FMI, suspender inmediatamente los pagos de deuda externa y, con todos esos recursos, volcarlos a resolver las más urgentes necesidades del pueblo trabajador: salario, empleo, educación, salud y vivienda. Construir y fortalecer esa alternativa política, hoy encarnada en el FIT Unidad, es el único camino para, de verdad, enfrentar todas las políticas de derecha, propatronales y antiobreras, vengan del lugar que vengan.

Pablo Almeida
Escribe Pablo Almeida, legislador electo Caba Izquierda Socialista/FIT Unidad y delegado general Ate Mecom

Dirigentes sindicales que vienen apoyando al gobierno nacional del Frente de Todos (“nuestro gobierno”, según dicen) han emitido una carta titulada “1982 - 40 años - 2022/Paz, Pan y Trabajo/Que la deuda no la paguen los de abajo”. Citan una frase del ex dirigente de  la CGT, Saúl Ubaldini: “Cuando se quiere luchar, siempre hay alternativa”.

La misiva está firmada por Pablo Moyano (Camioneros y CGT), Hugo Yasky (CTA y diputado nacional), Sergio Palazzo (Bancaria y diputado nacional), Víctor Santamaría (Porteros), Daniel Catalano (ATE Capital), Hugo “Cachorro” Godoy (ATE Nacional), Sonia Alesso y Roberto Baradel (Suteba), Marcelo Guagliardo (ATEN), Eduardo López (UTE), Rogelio De Leonardi (docentes-ATP La Rioja), entre otros.

Es importante que dirigentes sindicales de renombre se pronuncien por “Pan y Trabajo”, y señalen que a la usurera deuda externa no la paguen los de abajo. La carta, luego de reivindicar “la gran marcha de Paz, Pan y Trabajo del 30 de marzo de 1982”, dicen “a 40 años de aquella gesta popular que colmó la Plaza de Mayo, enfrentamos la misma disputa de intereses, la misma lucha entre los que quieren una Argentina que deje afuera al 70 u 80 por ciento de la población y los que queremos un país con igualdad y justicia en que todos y todas vivamos dignamente”. El primer interrogante sería el siguiente: ¿a qué se debe que, habiendo pasado 40 años donde probamos con todos los gobiernos patronales como el radicalismo, el peronismo en sus distintas variantes y PRO, la situación se sigue agravando? Lo primero a señalar ante los trabajadores es que la responsabilidad de que sigan el hambre y la pobreza es de todos los gobiernos patronales, incluido el actual, y por eso hay que enfrentarlos. Lamentablemente estos dirigentes no lo dicen. Al contrario, apoyan a este gobierno.

Por otra parte, dicen que tras el entendimiento con el FMI la gran discusión que se abre es: “¿Quiénes son los que van a pagar esta “deuda-estafa” al FMI? ¿Lo van hacer el hombre y la mujer de a pie? ¿Los jubilados? ¿Los asalariados que apenas pueden llegar a fin de mes? ¿Los trabajadores de la economía popular? ¿Los comerciantes? ¿Quiénes van a pagar las mieles que disfrutaron un puñado de tránsfugas sinvergüenzas? Los trabajadores y las trabajadoras no estamos dispuestos a hacerlo”. Está claro que a esa deuda, si no le paramos la mano al gobierno peronista, la va a pagar el pueblo trabajador. Es por eso que la primera tarea es enfrentar el actual pacto con el FMI, a lo que lamentablemente no llamaron ni llaman a hacer los firmantes de la carta. Solo el sindicalismo combativo junto a decenas de organizaciones y la izquierda llenamos varias veces la Plaza de Mayo contra ello. Y ahora viene la tarea de no dejar pasar sus nefastas consecuencias.

Es importante que digan en su carta “ante cualquier ajuste nos convocaremos nuevamente a las calles reclamando por lo que se comprometieron, salarios y jubilaciones por encima de la inflación, ningún tipo de reforma laboral ni previsional, las tarifas de los servicios públicos deben ser razonablemente accesibles para el trabajador”. Pero lamentablemente los firmantes de la carta niegan que ya haya un ajuste. Dicen que de haberlo “nos convocaremos nuevamente en las calles”.

Pero en estos dos años el gobierno cambió la movilidad jubilatoria, llevando a millones de jubiladas y jubilados a la desesperación, y los firmantes no convocaron a enfrentar semejante atropello. La lucha ya se tendría que haber dado y no lo hicieron. Cuando en la carta dicen “no vamos a renunciar a la lucha para exigir acciones concretas y urgentes que garanticen la mejora real de las condiciones de vida de las grandes mayorías”, lo están diciendo a futuro, mientras hoy es cuando crecen el hambre y la desigualdad social. Si dicen enfrentar las políticas de ajuste, los firmantes deberían apoyar, por ejemplo, al movimiento de desocupados combativo que viene haciendo acampes multitudinarios repudiando el ajuste que el gobierno pactó con el FMI, comprometiéndose a no otorgar más planes sociales y mantener los actuales de indigencia.

Para pelear por algo tan elemental como “Pan y Trabajo” hay que luchar. En la coyuntura y con medidas de fondo. Lamentamos también que muchos de los firmantes de esta carta, dirigentes de gremios importantes, vienen dejando pasar el ajuste y las rebajas salariales en sus sindicatos como en docentes (Yasky, Baradel, De Leonardi), o estatales (Cachorro Godoy y Catalano).

Queda claro que con el discurso de una supuesta combatividad no alcanza. Si quieren enfrentar el ajuste tienen que convocar a luchar en sus gremios y de conjunto; denunciando cada ataque antiobrero, así como los males del pacto con el FMI que votaron peronistas y macristas. Eso es lo que venimos haciendo desde el sindicalismo combativo y la izquierda y es el compromiso que seguiremos asumiendo.


Escribe José Castillo

En estos días aparecieron una “colección” de programas económicos “para 2023”, cada uno más a la derecha que el otro, proponiendo mayores ajustes y reformas estructurales. ¿Qué hay detrás de todo esto?

Arrancó el “libertario” Javier Milei con su propuesta de dolarizar la economía. Rápidamente se sumó el diputado radical de Juntos por el Cambio Alejandro Cacace. Varios dirigentes de ese espacio y economistas del establishment salieron a decir que si bien la dolarización hoy no era posible (por falta efectiva de dólares en las reservas), sí se debía comenzar por algún programa “de estabilización” bimonetario (traducido: similar a la convertibilidad de Menem y Cavallo). El otro libertario, José Luis Espert, “redondeó” la idea: lo importante es arrancar con un super-ajuste, achicando el gasto público radicalmente, echando miles de empleados públicos, privatizando todo, y lanzando “el día uno”, reformas laborales y jubilatorias. La dolarización, reconoce Espert, podría ser el paso final de ese programa.

Mauricio Macri intervino en todas estas discusiones, con varias entrevistas. Sintetizando, su posición fue que Juntos por el Cambio, si vuelve al gobierno, deberá lanzarse a un ajuste mucho más rápido que el que realizó entre 2015 y 2019, acordando también con que se debe avanzar con reformas “estructurales” (laboral y previsional), agregando además su propuesta de privatizar Aerolíneas Argentinas.

Melconian y la Fundación Mediterránea

Carlos Melconian hace muchos años que se postula como uno de los economistas del establishment con aspiraciones políticas. En 2003 era el “candidato a ministro de Economía” de Menem. Luego fue uno de los hombres de Macri en 2015, aunque quedó relegado por las internas de Juntos por el Cambio. En 2019, escribió un balance del gobierno de Macri criticando no haber ido más rápido y a fondo con el ajuste, señalando que eso fue la causa de su fracaso.

Ahora Melconian ha dado un paso adelante. Fue designado a cargo de la Fundación Mediterránea. Esta Fundación, financiada por un conjunto de grandes empresas locales y extranjeras (encabezadas por Arcor), está compuesta por un número importante de economistas liberales. Recordemos que la Mediterránea nació hace ya más de cuarenta años como el equipo que formó Domingo Cavallo. De ahí salieron los cuadros que dirigieron el Ministerio de Economía con Menem en los años ´90, con la convertibilidad y las privatizaciones.

La semana pasada, Melconian hizo una presentación de su programa en la Bolsa de Comercio, ante gran parte de la patronal argentina y de las multinacionales que operan en nuestro país. Ahí, además de acordar con la necesidad “urgente” de avanzar con las reformas laboral y previsional, dijo que “no hay que tenerle miedo a la palabra ajuste”, planteando que hay que achicar el gasto público nacional y provincial.

Después del actual ajuste de Alberto Fernández, más ajuste

¿Por qué esta “lluvia” de programas tan similares? Todos parecen coincidir en algo. Están de acuerdo con el acuerdo con el FMI, le dan al gobierno de Alberto Fernández la tarea de llevar adelante el mayor ajuste requerido de acá a fines de 2023. Pero saben que esto no resuelve nada, que los vencimientos de deuda seguirán siendo impagables. Y que esto, entonces, va a plantear la necesidad de “renegociar” otra vez con el Fondo y los pulpos acreedores privados.

Ajustar más salvajemente aún, privatizar todo lo privatizable, otorgar todos los privilegios posibles para que el capital extranjero venga a saquear nuestras riquezas (gas, petróleo, litio, otros minerales), quitar cualquier tipo de limitaciones a los pulpos agroexportadores, y, por sobre todo, avanzar con las llamadas reformas estructurales. Con la reforma laboral, liquidando toda la legislación que defiende a los trabajadores, liquidando las convenciones colectivas y flexibilizando todo al extremo, y con la reforma previsional, llevando todas las jubilaciones a la indigencia, terminando con los regímenes especiales (como el docente) y aumentando la edad jubilatoria. Y, además, todas las medidas técnicas para garantizar las súper ganancias que surgen de las bicicletas financieras y la fuga de capitales. Ahí es donde aparecen los globos de ensayo de economías “bimonetarias” (como fue la convertibilidad de Cavallo) o de la desaparición del peso vía la dolarización. Que, como todos los economistas del establishment admiten en las reuniones “entre expertos”, requiere primero de una ferocísima devaluación e, incluso, de algo parecido a un “corralito” y de la virtual expropiación de los ahorros populares.

En síntesis, más allá de sus diferencias técnicas, se trata de auténticos programas de guerra contra el pueblo trabajador. Hoy se ofrecen como los planes de los partidos patronales de oposición (tanto de Juntos por el Cambio como de los “libertarios”), pero, como lo ha dicho el propio Melconian, también están a disposición del peronismo si sigue gobernando a partir de 2023. Por todo esto es más necesario que nunca reafirmar que la única propuesta alternativa al servicio del pueblo trabajador es la que planteamos desde el FIT Unidad: dejar de pagar la deuda, romper con el FMI y, con todo ese dinero, atender las más urgentes necesidades populares.

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