Apr 26, 2025 Last Updated 5:59 PM, Apr 25, 2025

Izquierda Socialista


Escribe Pilar Barbas, dirigenta de Juventud de Izquierda Socialista y Secretaria FUA

A un año de la marcha federal educativa, la lucha sigue. Plata para educación no para el FMI. Por una nueva marcha en defensa de las universidades. Vamos por la tercera marcha federal educativa

El 23A las calles aledañas a la Plaza de Mayo se colmaban de gente al canto de la Universidad de lxs trabajadores. Más de un millón de personas en todo el país, estudiantes, trabajadores, amigxs, familias enteras dejaron en claro en las calles que no íbamos a dejar que Milei avance contra una conquista histórica: la universidad pública y gratuita, la que nos da orgullo nacional y que es parte de nuestra identidad. Una marcha unitaria que se vieron obligadxs a convocar el CIN, la mesa sindical y la FUA, donde participamos de todos los espacios para golpear con un solo puño y que le generó al gobierno una primera crisis. Milei pasó de negarse rotundamente a entregar el presupuesto- lo que ponía en peligro a las universidades para abrir después de Mayo- a juntarse con los rectores para entregar una partida para los gastos de funcionamiento. Pero la mayoría de las reivindicaciones del 23A quedaban sin resolver. Los salarios de lxs trabajadores- que representa la mayoría del presupuesto- las becas y el boleto educativo nacional. El CIN, la mesa sindical, y la FUA se alineaban con los gremios y centros radicales y peronistas para confiar en la rosca parlamentaria de la mano de la Ley de Presupuesto Universitario. Que ante la amenaza del veto obligó a volver a salir a las calles en la nueva histórica marcha del 2 de Octubre. La ratificación del veto provocó el despertar del movimiento estudiantil y la toma de más de 100 facultades. Pero otra vez las burocracias actuaron para desarmar el conflicto.

Hoy a un año de esa histórica marcha del 23A, nos encontramos apoyando un nuevo paro docente. Y también algunas conclusiones de la lucha: con la lucha en las calles podemos conseguir más presupuesto porque las universidades siguen en peligro. La plata con la que contamos hoy en dia para funcionar es menor a la que teníamos en ese momento. Con salarios derrumbados, menos plata para funcionar y más recortes de becas y boletos.

¿Qué estamos esperando para volver a organizar otra marcha federal educativa? Esto escuchamos en las aulas, en las salas de profesores y entre los no docentes de las universidades. Pero, el gobierno cuenta con sus cómplices: las conducciones burocráticas y el CIN que se pronuncian contra la falta de presupuesto pero no mueven un dedo. Hoy llenan de Spots sus redes, para hacer campaña electoral.

El gobierno de Javier Milei no destina presupuesto por una orientación política de ahogamiento presupuestario hacia nuestras universidades para vaciarlas y avanzar en su privatización. Por eso decimos que plata hay, si el presupuesto que se gasta para los pagos de deuda se destinarán para educación. Ahora firmaron otro acuerdo con el FMI dejando en claro sus prioridades. Seguir recordándonos para que se la lleve la deuda externa.

Por eso, desde la Juventud de Izquierda Socialista insistimos en que tenemos que retomar el conflicto universitario en las calles. Esta semana acompañamos las jornadas de paro y visibilización con clases públicas y a un año del 23A salimos a las calles como todos los miércoles junto a lxs jubiladxs. Pero esto no puede quedar acá, necesitamos que se llame a asambleas en todas las universidades para profundizar el plan de lucha. Tenemos que repetir la histórica marcha del 23A junto a todas las peleas en curso de lxs trabajadores y jubiladxs. Por eso seguimos exigiendo la convocatoria a una Tercera Marcha Federal a Plaza de Mayo. En esa tarea estamos.

La muerte del Papa Francisco conmovió a millones de personas en todo el mundo. En Argentina, su fallecimiento fue también una oportunidad para el gobierno de Javier Milei, inmerso en una profunda crisis política, de poner todo en pausa. La tan anunciada interpelación al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, por el escándalo de la criptoestafa $Libra, quedó suspendida: la sesión en Diputados fue reconvertida en un acto de homenaje al pontífice. La oposición patronal, como de costumbre, acompañó con gusto.

En la página 5 analizamos en profundidad el significado del papado de Jorge Bergoglio, por lo que aquí nos limitamos a señalar cómo todas las fuerzas del régimen buscaron capitalizar su figura. Desde el oficialismo hasta Unión por la Patria y los radicales, todos se subieron al carro del homenaje. Incluso el propio presidente, que viajará al Vaticano para el funeral, en busca de otra selfie con alguno de sus aliados políticos del bloque imperialista.

No todos, sin embargo, lograron aprovechar el momento. La vicepresidenta Victoria Villarruel fue prácticamente echada con insultos y abucheos en la misa realizada en la Iglesia de San José de Flores, barrio natal del Papa. Para completar el colorido de la foto de un gobierno en crisis política, solo faltaba el anuncio de Amalia “Yuyito” González de su separación de Milei.

Así, el gobierno transita desde su propia crisis política, ante su mala performance electoral en Santa Fe y la realidad de las siete listas de derecha y centroderecha en CABA, hasta intentar capitalizar la salida del cepo y la supuesta “estabilidad del dólar” luego del acuerdo con el FMI.

Todo esto, salvo el genuino dolor popular de miles ante el fallecimiento del Papa, está más que alejado de las reales preocupaciones del pueblo trabajador y los sectores populares, que no están pensando en que ahora “pueden comprar dólares”, simplemente porque no tienen pesos para llegar a fin de mes y comprar lo básico para sobrevivir. El hundimiento del consumo, la realidad de millones de endeudados por usar la tarjeta de crédito para comprar comida, la preocupación por pagar el alquiler: ahí está el drama diario que se vive en los barrios populares o se discute en fábricas, oficinas o colegios.

Por todo eso, la bronca sigue creciendo. Y la necesidad de enfrentar una motosierra ahora recargada por las exigencias del FMI también. Un ejemplo de cómo hacerlo lo dan, todos los miércoles, las jubiladas y los jubilados, ya constituidos en emblema de la pelea. La CGT, presionada por abajo, tuvo que salir de su larga tregua y llamar a movilizarse en su apoyo el 9 de abril y a parar el 10. Ahora, tenemos la marcha convocada para el 30 de abril, en la cual desde el sindicalismo combativo se participará con una columna independiente, reclamando un nuevo paro general, ahora de 36 horas, y un plan de lucha.

Al mismo tiempo, sigue desplegándose el cronograma electoral. Ya pasaron la constituyente y las PASO de Santa Fe. Se vienen las elecciones en Salta, Chaco, Jujuy y San Luis. Además, se acerca la primera elección testigo nacional, la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Para muchos compañeros y compañeras, en lugares de trabajo, estudio o en los barrios populares, la discusión es cuál es la alternativa política para enfrentar al gobierno. Cómo expresar, en concreto, el sentimiento de ¡basta de Milei! Existen interrogantes acerca de si el peronismo puede ocupar ese espacio. Es lógico: el peronismo viene de gobernar desastrosamente con Alberto y Cristina Fernández, y Sergio Massa, hambreando al pueblo con un ajuste exigido por el FMI y cumplido a rajatabla, que terminó llevando al equivocado voto castigo que le dio el gobierno al facho de Milei. Pero, posteriormente, ni siquiera fue capaz de cumplir con su rol de principal fuerza de oposición patronal.

La crisis del peronismo se expresó en gobernadores que se pasaron, con su tropa de diputados y senadores, a apoyar al gobierno de La Libertad Avanza; en una CGT que estuvo más de seis meses en un pacto con el gobierno, mientras pasaba lo más brutal del superajuste; y en dirigentes peronistas a los que, más allá de los discursos, no se los vio nunca en la calle apoyando una lucha.

En un peronismo dividido incluso frente al propio juego electoral, llegando al extremo de la pelea entre Cristina y Axel Kicillof, todo por los cargos y la conducción del PJ, sin que en ningún caso se expresen programas políticos divergentes. Con algunos dirigentes “por fuera” que, buscando diferenciarse, terminan haciendo afirmaciones que son verdaderas goriladas y declaraciones de guerra contra las y los trabajadores docentes y de la salud, tal el caso de Juan Grabois.

Para nosotros, la conclusión es clara: el peronismo, en ninguna de sus vertientes, es alternativa para el pueblo trabajador. La auténtica salida política pasa por el Frente de Izquierda Unidad. Porque está presente en las calles, acompañando y participando de todas y cada una de las luchas. Porque es parte y aporta a la construcción del sindicalismo combativo. Porque, desde su bancada en el Congreso y en cada uno de los espacios parlamentarios donde tiene presencia, denunció y se opuso a cada una de las medidas del ajuste y la motosierra.

También, porque es la única fuerza que tiene un auténtico programa alternativo, que comienza con dejar de pagar la deuda y romper con el FMI, para priorizar, con ese dinero, resolver las necesidades populares más urgentes.

Desde Izquierda Socialista te convocamos a sumarte, para hacer más grande el Frente de Izquierda: votándolo y llamando a votarlo entre tus compañeras y compañeros de trabajo, estudio, familiares, vecinos y amigos. Además de defender sus votos en las próximas elecciones que se vienen. ¡Vení y formá parte de esta tarea!

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Escribe José Castillo

La semana pasada, el directorio del FMI aprobó el nuevo acuerdo con Argentina. Serán 20 mil millones de dólares que engrosarán aún más la impagable deuda externa, mientras se usarán para pagar vencimientos anteriores y permitir que los pulpos especuladores continúen con la fuga de capitales.

Se firmó el acuerdo número 23 del país con el FMI. Todos, sin excepción, fueron catalogados como “el último”, “el punto de partida para el despegue económico”, “las buenas noticias del apoyo internacional y la confianza ante el programa económico”, y un largo etcétera de expresiones similares. En todos los casos, también sin excepción, todo terminó catastróficamente, después de un período más corto o más largo donde se ajustó hasta el hambre y el saqueo a nuestro pueblo para cumplir con las exigencias del organismo. Nunca se llegó al momento “del crecimiento y la redistribución”; todo terminó, siempre, explotando antes. Donde los costos los volvió a pagar, ¿cuándo no?, el propio pueblo trabajador.

¿Esta vez será diferente?

Eso es lo que dice Javier Milei, el presidente ultraderechista autoproclamado “especialista en crecimiento económico, con y sin dinero”. El mismo que, hace no demasiado tiempo, afirmaba que ir a pedirle auxilio al FMI era toda una señal de fracaso de cualquier plan económico. Milei y su ministro Luis Caputo afirman ahora que esta vez el programa del Fondo será un éxito porque vienen logrando el tan mentado “superávit fiscal” (a costa, claro, del hambre y la marginación popular).

La realidad está muy lejos de esta afirmación. Veamos. El préstamo será por 20 mil millones de dólares, con los que se busca financiar los vencimientos de capital de los próximos cuatro años con el FMI (no así los intereses, que habrá que pagarlos en efectivo). Pero además se “adelantaron” 12 mil millones de este monto ahora y luego se hará lo mismo con otros 3 mil en junio, para “fortalecer” las reservas del Banco Central. En concreto, para evitar que el tipo de cambio se le dispare a Milei, generando una crisis mayor que liquide sus chances electorales. El mecanismo, tantas veces repetido, consiste en utilizar esos dólares vendiéndolos barato a los pulpos especuladores, o sea, financiar la fuga de capitales.

Como los pagos de deuda en el futuro inmediato son enormes, ya que hay que sumar no solo al FMI, sino también a los acreedores privados, no hay préstamo que alcance. Por lo tanto, más temprano que tarde, el gobierno se terminará comiendo este monto, se requerirá un nuevo acuerdo y así seguiremos hasta el infinito.

 Las exigencias del FMI

El acuerdo firmado no es gratuito, como nos quiere hacer creer Milei. Para empezar, el FMI venía reclamando una devaluación. Esta se dio de manera “disfrazada”, por medio de la creación de un sistema de bandas cambiarias, con un piso de 1000 y un techo de 1400 pesos por dólar. En los primeros días, el dólar oficial (ahora unificado con los paralelos) se ubicó por arriba de los 1100 pesos, es decir, con una devaluación real superior al 10%. Como era de esperar, esto empezó a generar una fuerte remarcación de precios, que rebotará sobre la inflación de abril e incluso la de mayo, pulverizando más aún los salarios y las jubilaciones.

Pero esto no es todo. Luego vendrá el clásico ajuste del FMI, reclamando más motosierra al Gobierno nacional, que ya respondió anunciando que profundizará el ajuste de este año hasta obtener un superávit del 1,9% del PBI. ¿Quién lo pagará? Como siempre, las y los jubilados, trabajadores del Estado (con despidos y mayor congelamiento salarial) y el conjunto del pueblo, con menos obras y una educación y salud aún más desfinanciadas.

También la llamada “letra chica” del acuerdo. Allí está el reclamo de acelerar las llamadas “reformas estructurales”: laboral, previsional y fiscal. La laboral implica, en la práctica, terminar con todos los derechos conquistados en décadas de luchas por el pueblo trabajador. La previsional, que ya arrancó con las jubilaciones muy por detrás de la inflación y con el fin de la moratoria, busca profundizarse con el aumento de la edad jubilatoria, la liquidación de los regímenes especiales y, finalmente, con la vuelta de la jubilación privada. Y la fiscal, que significa bajarle impuestos a los ricos y recortar al extremo el dinero para salud, educación, vivienda, ciencia y técnica, u obra pública.

Finalmente, el Fondo también exige acelerar las privatizaciones en curso, como los casos de Aerolíneas Argentinas o el Banco Nación.

Este acuerdo con el FMI no nos lleva a ningún lugar, salvo más pobreza, marginación y saqueo. La única salida, como venimos proclamando desde siempre en Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad, es romper todos los pactos políticos y económicos que nos atan al FMI, dejar inmediatamente de pagar la deuda externa y así poner todos esos recursos al servicio de un programa de emergencia que priorice las necesidades populares más urgentes.

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Escribe Guido Poletti

Javier Milei afirma que el nuevo endeudamiento con el FMI no acrecentará la deuda argentina, ya que solo se trata de “cambiar una deuda por otra”. ¡Falso! Lo que realmente se propone es canjear Letras Inconvertibles de Tesorería, en la práctica un “papelito” que dice que el gobierno le “debe” al Banco Central, en pesos, sin intereses y renegociable ante cada vencimiento hasta el infinito, por deuda con el FMI. Se trata de una nueva deuda que sí exige pagar intereses (más del 5% anual en dólares), con estrictos plazos de vencimiento, en dólares y con un duro programa de ajuste a cumplir por el gobierno.

Se trata de un nuevo capítulo de la triste historia de la deuda externa argentina, que nació con la dictadura genocida y se duplicó al final de la misma debido a la estatización de la deuda privada llevada adelante por Domingo Cavallo. Una deuda ilegal, inmoral e ilegítima que luego fue reconocida por todos los gobiernos posteriores a 1983. Así, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De La Rúa, Eduardo Duhalde, los Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández y ahora Javier Milei ajustaron para pagar a costa del pueblo y, en todos los casos, terminaron con un nivel de endeudamiento superior al que accedieron al poder. Un caso paradigmático fue el de Néstor y Cristina, que agitaron falsamente que “nos habíamos desendeudado”, cuando la realidad fue que asumieron en 2003 con 190 mil millones de dólares de deuda, pagaron a lo largo de sus doce años de gobierno más de 200 mil millones de dólares en efectivo y terminaron con una deuda de 240 mil millones.


Afiche de la Juventud de Izquierda Socialista (JIS) de la campaña contra la deuda

¿Y si no pagamos?

Hubo un solo momento histórico en que se frenó, aunque sea parcialmente, la deriva hacia la decadencia y el desastre: fue cuando la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 impuso el “no pago”. De ahí salió el dinero que financió el primer programa para los desocupados, el “plan jefas y jefes de hogar”. Años después, entre 2002 y 2005, cuando Argentina volvió a pagar, hubo plata con la que, no sin duras luchas, muchos sectores recuperaron parte de lo perdido en la década del ‘90.

En esos años en que no se pagó una parte sustancial de la deuda, nadie nos “embargó” ni mucho menos “invadió o bombardeó”, como agitan desde el establishment económico. Por el contrario, el país creció, tuvo superávit gemelos (comercial y fiscal a la vez), pudo aprovechar el boom de los precios de las commodities exportando bienes agrícolas y la economía creció ininterrumpidamente. Justamente, el límite de esas políticas fue cuando el gobierno kirchnerista retomó a pleno los pagos de deuda.

Una hipoteca histórica que nos condena

La deuda externa argentina es una estafa. Y las estafas no se pagan. El carácter ilegal, inmoral, ilegítimo y fraudulento de la deuda argentina fue llevado a tribunales por una investigación impecable de Alejandro Olmos (padre), que culminó con el fallo ejemplar del juez federal Jorge Ballestero en el año 2000. Lamentablemente, envió las conclusiones al Congreso Nacional, y desde entonces duermen en algún cajón.

No tenemos salida si seguimos rigiendo nuestra economía por el cronograma de pagos de la deuda externa. Esta es impagable, imposible de afrontar, y seguirá creciendo hasta el infinito. Hay que cortarlo de raíz: suspender inmediatamente todo pago en concepto de deuda externa, repudiarla y, de una vez por todas, que esos miles de millones de dólares que se destinan a este fin se usen para pagar salarios y jubilaciones justas, crear trabajo genuino, construir viviendas populares y financiar la salud y la educación públicas.

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Escribe José Castillo

La visita del secretario del Tesoro de Estados Unidos a nuestro país dejó un mar de interrogantes. El gobierno de Javier Milei había dejado correr el rumor de que se trataba de un gesto de apoyo de la administración de Donald Trump a su mandato y al plan motosierra, acompañando la firma del acuerdo con el FMI. Incluso se llegó a decir que Scott Bessent vendría con más “fondos frescos” para ayudar al gobierno. La realidad es que nada de eso sucedió. En una entrevista con Bloomberg, Bessent fue clarísimo al respecto: “No está en consideración una línea de crédito directa de Estados Unidos”.

La visita de Bessent, más allá de los habituales elogios al superajuste, vino cargada de exigencias que el gobierno nacional, por supuesto, se esforzará por cumplir.

La primera ya había sido esbozada por el enviado especial de Estados Unidos para América Latina, Mauricio Claver-Carone, semanas atrás: que Argentina cancelara el swap con China y se volcara al comercio y relacionamiento financiero prioritario con Estados Unidos, en desmedro del gigante asiático. Cuestión que hoy resulta imposible para nuestro país, ya que el swap con China es una parte sustancial de las reservas, además de que una cantidad fundamental de nuestras exportaciones tiene ese destino. Imposible de reemplazar por Estados Unidos, que hoy, por el contrario, pone más trabas y aranceles a las ya existentes exportaciones argentinas. Scott Bessent volvió a insistir en cancelar el swap con China, ahora bajando más a tierra el planteo: que parte del dinero recibido del FMI se use con ese fin. Si Milei llegara a aceptar ese reclamo, sería necesario profundizar (más aún) el superajuste en curso.

Pero ahí no terminaron las demandas del secretario del Tesoro. La apertura a la importación de maquinaria usada (en particular agrícola) fue otro de los planteos. Las consecuencias también son claras: cierres y despidos en la industria de maquinaria agrícola de nuestro país. Bessent también quiso aprovechar el alineamiento cipayo total de Milei para avanzar con un viejo anhelo yanqui: modificar la ley de patentes medicinales. Un golpe mortal contra los laboratorios nacionales y la música para los oídos de las multinacionales. De nuevo, más cierres de plantas y menos puestos de trabajo.
Finalmente, exigió prioridad para las empresas yanquis en el acceso a minerales estratégicos, como el litio y otros que pudieran aparecer en nuestro territorio.

Esto es lo que “paga” el alineamiento incondicional con Trump y el imperialismo yanqui. No se trata ya sólo de la anécdota ridícula de un presidente argentino buscando (y fracasando) en tratar de obtener una foto con su par yanqui. Ahora, con esta visita mediante, empiezan a aparecer los verdaderos costos que, como siempre, los pagará el pueblo trabajador.




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