Dec 21, 2024 Last Updated 2:47 PM, Dec 20, 2024

Escribe Patrick König, corresponsal

Tras la convocatoria de huelgas de advertencia y concentraciones en varias ciudades de Alemania, sindicato y patronal se sentaron a negociar el lunes 11 de noviembre. Después de 18 horas de negociación firmaron un acuerdo en la seccional Costa, que abarca a la zona norte de Alemania. Ese acuerdo fue tomado como referente para hacerlo extensivo al resto del país.

Lo que nos toca ahora a los trabajadores y trabajadoras del metal es analizar y sacar nuestras conclusiones, para ver qué se ganó o perdió, cómo estamos y cómo vamos a seguir nuestra lucha. Para eso vayamos por partes.

¿Qué han firmado?

Lo primero que tenemos que ver es, qué pedíamos, y qué se ha conseguido. La IGMetall (sindicato de las y los trabajadores metalúrgicos) comenzó exigiendo un 7% de aumento salarial y una duración del convenio de 1 año, y para los/as aprendices una subida de 170 euros (en Alemania los/as aprendices cobran un salario, que está regulado por el convenio del sector, mientras que dura su formación). Finalmente han firmado una subida total de 5,1% (2% a partir de abril 2025 y un 3,1% a partir de abril 2026) y 140 euros para los/as aprendices.

Si bien no podemos decir que es un desastre absoluto, sí es claramente un acuerdo que está muy por debajo de lo que se esperaba en las plantillas. Sobre todo, si a esto le sumamos la pérdida salarial que tuvimos en el Convenio de 2023/2024, los aumentos de productividad, la inexistencia de medidas que hagan menos vulnerables a los trabajadores/as con contrato temporal o que rechace los despidos que ya se han realizado y los que tenemos en puerta.

Por otro lado, se firma una duración de convenio de 2 años, cuando se exigía un año. Esto que parece una cuestión menor, no lo es si se tienen en cuenta los altos índices de inflación y la inestabilidad reinante que se va a mantener y probablemente profundizar en los años venideros. Con esta firma quedamos atados a dos años de “paz social” y si, por ejemplo, el año que viene la inflación es superior al 2%, cosa muy probable, no podremos tomar ninguna medida para defendernos y volveremos a tener otra pérdida de poder adquisitivo. Por tanto, si nos fijamos exclusivamente en los números, podemos decir que no es en absoluto un gran triunfo, más bien lo contrario. Hasta acá, las cantidades concretas en dinero, el “vil metal”.

Necesitamos también un balance político

Después de una lucha, ya sea sindical o política, es necesario hacer un balance no sólo económico, sino también político. La dirigencia sindical nos “vende” o nos quiere hacer creer, utilizando para ello cifras muy relativas, que han firmado un gran acuerdo. Ese es su balance. Con eso dan por terminada su labor hasta dentro de 2 años cuando se venza este convenio, y vuelven de nuevo a sus cómodos despachos, alejados de aumentos de productividad, de presiones para que no nos demos de baja por enfermedad o por problemas familiares, y de las amenazas de despido.

Nosotros por el contrario enfrentamos otra realidad, y por eso debemos tener muy claro qué se ha conseguido realmente, lo que podríamos llamar un balance numérico o cuantitativo. Pero sobre todo lo que tenemos que hacer, y más importante incluso que el balance cuantitativo, es un balance cualitativo. Es decir, tenemos que analizar cómo quedamos después de esta lucha para así poder enfrentar con claridad los nuevos retos que tenemos por delante. Tenemos que sacar conclusiones de lo actuado para poder avanzar en nuestro grado de organización y conciencia de clase.

Algunas preguntas que deberíamos formularnos

–¿Podríamos haber conseguido un acuerdo mejor? Nosotros pensamos claramente que sí. Pero para eso deberíamos habernos implicado más desde el comienzo de las negociaciones, haciendo asambleas con mandato, recogida de firmas, exigiendo que no se firmase ningún acuerdo sin previa consulta a los/as trabajadores, participando de forma más masiva en las manifestaciones, etc.

–¿Se podrían haber dejado las negociaciones de esta semana sin acuerdo y seguir presionando con una nueva huelga de 24 horas?

Pensamos también que sí. La que tenía prisa en firmar lo antes posible era la patronal. Los patrones no quieren inestabilidad, ni quieren que las plantillas vayamos tomando ritmo en la movilización, ni quieren que pongamos en cuestión quién es el que manda. Cuando nosotros y nosotras hacemos huelga perdemos unas horas o un día de salario, pero la patronal pierde millones. Por eso pensamos que no se tendría que haber firmado ya, y por el contrario haber profundizado las medidas de presión.

–¿Qué hubiera pasado si la IGMetall hubiera puesto su fondo de huelga para respaldar la lucha?

La IGMetall, según sus propias cifras de balance que publica anualmente, cuenta con más de 1.000 millones de euros para fondos de huelga. Un dinero más que suficiente para poder respaldar y potenciar una lucha contundente hasta conseguir lo que exigimos.

– ¿Entonces por qué la IGMetall firma de prisa y sin consultar a los/las trabajadores/as?

La IGMetall firma de prisa porque al igual que la patronal no quiere que la huelga se salga de sus “cauces” y porque su objetivo es ser un mediador para garantizar la “paz social”. No quieren que haya una verdadera lucha de clases. Si tomamos la lucha en nuestras manos, no sólo ponemos en cuestión el dominio de los patrones, sino también sus privilegios como burocracia sindical.

Por otro lado, sabemos muy bien que la DGB (Confederación Alemana de Sindicatos) es el brazo sindical del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y del gran capital alemán, y por tanto, responde a sus órdenes. La ruptura de la coalición de gobierno (integrada por el SPD, los verdes y liberales) los días pasados ha sido un factor más de inestabilidad política que se suma a la actual situación de crisis económica del país. Por eso la IGMetall, fiel a su amo, firmó en cuanto pudo un acuerdo a la baja para tirarle un salvavidas al gobierno y a la patronal y poder encaminar todo al terreno del debate electoral. Por la crisis política las elecciones generales se adelantan para febrero de 2025.

Recuperar los sindicatos para los/as trabajadores/as

Ante la desilusión, muchos compañeros y compañeras probablemente se plantearán desafiliarse del sindicato, y los que aún no están afiliados verán una razón más para seguir sin hacerlo. Esta situación pone en discusión el rol de los sindicatos. Estas agachadas de los sindicatos, las treguas que le dan a la patronal y al gobierno cuando se les puede golpear, etc… provocan que muchos/as se pregunten si sirven para algo las organizaciones sindicales.

Nosotros pensamos claramente que los sindicatos no sólo sirven y son necesarios, sino que son una de las principales herramientas que tenemos los/las trabajadores/as para proteger los derechos conquistados, para defendernos de los recortes, para enfrentar a los gobiernos que los aplican e incluso para defendernos de dictaduras. Esto se ha demostrado permanentemente a lo largo de décadas de lucha y en todos los países del mundo. El problema es cuando confundimos cúpula sindical con el sindicato en sí mismo como órgano de organización y representación obrera. No son los sindicatos, sino los dirigentes sindicales, los que se han vendido. Por eso una de las tareas que tenemos es quitar a esos dirigentes vendidos y poner a nuevos dirigentes que utilicen los sindicatos para lo que realmente fueron construidos. Lo primero que debemos hacer es afiliarnos si no lo estamos y organizarnos por la base para imponer dirigentes luchadores en los puestos de mando. Debemos pelear por tener el control de los sindicatos, para que no pase lo contrario, y sean un puñado de burócratas los que controlan a la mayoría.

El convenio se firmó pero la lucha continúa…

Si bien podemos decir claramente que no hemos obtenido un triunfo, también podemos afirmar que ha quedado más que claro que no estamos conformes con lo que está sucediendo, que hay disposición para luchar y que no estamos derrotados/as ni mucho menos. Hemos tenido un primer round en el que los contendientes, patronal y trabajadores/as, nos hemos estado “midiendo”.

Nuestros principales problemas no se han resuelto (aumento de productividad, despidos, cierres de fábrica, aumento porcentual de los trabajadores/as temporales, etc.). Por eso no podemos quedarnos de brazos cruzados a esperar a ver qué pasa dentro de 2 años. Tenemos que hacerle llegar al sindicato y a sus representantes en las fábricas nuestra disconformidad con el acuerdo firmado. Tenemos que exigirles a los/las delegados/as y Comisiones Internas que hagan asambleas decisorias para poder discutir medidas ante estos problemas. Cuando haya elecciones para delegados/as tenemos que presentar compañeros/as honestos/as que estén dispuestos a luchar, en las elecciones a los Comité de Empresa tenemos que presentar candidaturas alternativas antiburocráticas y anti-patronales, etc.

Además de involucrarnos para resolver los problemas concretos en los lugares de trabajo, tendremos que hacerlo también ante los problemas políticos del país. Ya están anunciadas las elecciones generales para el 23 de febrero de 2025, y no podemos ser meros espectadores/as, sino todo lo contrario. Tenemos que participar, ante la falta de una alternativa electoral que defienda nuestros intereses, para que en las próximas elecciones tengamos una alternativa clara a la que votar.

Construyamos juntos/as organizaciones sindicales y políticas de clase y combativas

En este artículo hemos analizado cómo se dio la negociación del convenio metalúrgico en Alemania.

Este es un convenio, una lucha y un país concreto. Probablemente vos que estás leyendo esta nota, tengas otro convenio, seas estudiante o desocupado, e incluso vivas a miles de kilómetros de Alemania. Pero si vemos quiénes fueron los actores (gobierno, patronal, cúpulas sindicales, trabajadores/as, etc.), los problemas (ninguna democracia para decidir, firma de un acuerdo sin consultar y en disconformidad con la mayoría, problemas importantes sin resolver como los despidos, la flexibilidad laboral, la pérdida del poder adquisitivo, la inestabilidad absoluta para los contratados/as, etc, etc, etc.), estamos ante los mismos problemas con los que vos te enfrentas cada día. Esto se debe a que el capitalismo es un sistema mundial y por eso los/as trabajadores/as soportamos las mismas dificultades. Y así como debemos hacer balances, debatir o compartir experiencias de lucha a nivel de fábrica, sector, local o nacional, debemos hacer esto mismo también a nivel internacional.

Por eso, aunque vivas en Argentina, Canadá, Alemania, Sudáfrica o Japón, o seas estudiante, trabajador/a o desocupado/a, si estás de acuerdo con lo que has leído, te proponemos que te pongas en contacto con nosotros/as para que entre todos/as nos organicemos para pelear contra los recortes y para crear juntos/as organizaciones sindicales y políticas que sirvan a los intereses de los trabajadores/as y el pueblo.

Escribe Adolfo Santos

Por trigésima cuarta vez, la Asamblea General de la ONU aprobó este 30 de octubre, una resolución oponiéndose a las sanciones que los Estados Unidos lleva adelante contra Cuba desde hace sesenta y dos años. La resolución para poner fin al bloqueo económico y financiero, recibió 187 votos a favor, solo dos en contra, Estados Unidos e Israel y una abstención, Moldavia.

El bloqueo es un acto de coloniaje y pretensión de sometimiento repugnante por parte del imperialismo yanqui, impuesto desde 1962 para castigar a un régimen que había avanzado en la expropiación y estatización de propiedades de empresas estadounidenses en territorio cubano.

Desde Izquierda Socialista y la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores Cuarta Internacional (UIT-CI), repudiamos este bloqueo, que ha generado enormes sacrificios contra el pueblo trabajador cubano. Sabemos que esta resolución de la Asamblea General de la ONU es inocua, como tantas otras declaraciones de este organismo dirigido por los intereses del imperialismo. Es un caso similar a las votaciones también periódicas a favor de Malvinas o la que plantea el reconocimiento del Estado Palestino. Pero el mero hecho de que el gobierno de Milei se manifieste a favor del bloqueo, con la sola compañía de Estados Unidos e Israel, es una expresión más de la ubicación ultraderechista explícita del gobierno de La Libertad Avanza.

Repudiar el bloqueo imperialista no implica silenciar otra realidad: en Cuba gobierna una dictadura burocrática, que ya hace años ha restaurado el capitalismo, destruyendo las enormes conquistas de la revolución de 1959. En Cuba no hay libertad política ni sindical, y se vienen aplicando ajustes contra el pueblo trabajador similares a los que propone el FMI en otros países, que ha generado protestas sociales que han sido fuertemente reprimidas por la dictadura en el gobierno. Por eso, desde Izquierda Socialista y la UIT-CI, a la vez que repudiamos el bloqueo, nos oponemos a dicha dictadura y nos pronunciamos por la más plena democracia política y sindical para el pueblo trabajador cubano y por una nueva revolución socialista en la isla.



Escribe Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y la UIT-CI

Las encuestas preveían un empate técnico y que podía tardar días en conocerse el resultado, pero la victoria de Donald Trump terminó siendo más rápida y contundente. Ganó en Carolina del Norte y dio vuelta a Georgia, Pensilvania y Wisconsin, estados en los que había perdido ante Biden en 2020. Ganó con el voto popular y se llevaría la mayoría del Senado y la Cámara de Representantes.

Ha vuelto a ganar la presidencia de los Estados Unidos. Trump es un ultraderechista, racista fanático, xenófobo, misógino condenado por abuso sexual, con ideas abiertamente fascistoides. Este triunfo lo están festejando los y las ultraderechistas del mundo como Meloni, Le Pen, Bolsonaro o Milei.

La pregunta de millones es: ¿cómo pudo volver a ganar semejante personaje ultraderechista fascistoide? Por la misma razón que ganaron en otras latitudes Meloni, Bolsonaro o Milei. Y por causas semejantes por las cuales había ganado en el 2016. Por el hartazgo de millones de personas del pueblo trabajador y de la juventud que equivocadamente dan un voto castigo a los gobiernos capitalistas de sus países que bajan el nivel de vida de las masas para beneficiar a las grandes multinacionales y oligarcas del mundo.

En el caso de Estados Unidos expresa el odio de millones al gobierno capitalista-imperialista de Biden-Harris, quienes perdieron 15 millones de votos en comparación con las elecciones del 2020. Más que ganar Trump perdió Kamala Harris y el partido Demócrata gobernante. Harris no pudo superar la debacle del partido Demócrata que tuvo que reemplazar de apuro la candidatura de Biden por Harris. Harris no pudo nunca disimular o esconder que su gobierno siguió bajando el nivel de vida de la clase trabajadora y de los sectores populares. No pudo esconder que ella misma persiguió a los migrantes. No pudo esconder que ella y Biden encabezan un gobierno que apoyan el genocidio en Gaza. Que apoyan financiera y militarmente a Israel y su masacre criminal sobre el pueblo palestino y del Líbano.

Por eso miles de simpatizantes de la causa palestina iban a sus actos a repudiarla. Por todo eso no tuvo el apoyo de amplios sectores progresistas ni de la juventud por su repugnante posición en favor del genocidio en Gaza. Ni la comunidad negra, ni los latinos han respaldado masivamente su liderazgo. Hasta Roger Waters y la luchadora ambientalista Greta Tumberg rechazaron el apoyo tanto a Harris como a Trump.

Trump tuvo el voto tradicional ultra conservador, racista y de derecha estadounidense, de las comunidades evangélicas, de las y los anti derecho al aborto y a las mujeres y disidencias. También tuvo el voto castigo equivocado de miembros de la clase trabajadora, fundamentalmente blanca, afectados por la crisis social como quedó demostrado en el abandonado “cinturón del óxido” enclavado en Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Pero también logró sumar una franja de votos de la comunidad negra, musulmana y latina por el odio al gobierno de Biden-Harris, y por las mentiras de Trump de “que vamos a cambiar todo” o “vamos a terminar con las guerras”. Cuando es un agente de las multinacionales y también apoya a Israel y al genocidio en Gaza, Palestina y en Medio Oriente y en su primer mandato trasladó la embajada norteamericana a Jerusalén.

El regreso de Trump a la presidencia es una nueva expresión de la crisis y de la decadencia social y política que vive desde hace tiempo el sistema capitalista- imperialista y que tiene su propia expresión en los Estados Unidos. El viejo “sueño americano” estalló hace tiempo y se profundizó desde la crisis económica del 2008. “A julio del 2023, más de 37 millones de personas, el 11,5% de la población, viven en la pobreza y 6,6 millones (el 4%) viven sin empleo. […]. La desigualdad crece y el 10 % de los que más ganan acapara casi la mitad de todos los ingresos y el 50 por ciento inferior obtiene solo el 13 por ciento. El sueño americano de la abundancia y prosperidad, como sostén ideológico del imperialismo yanqui, solo es recuerdo de un pasado incierto, dando lugar a una creciente apatía y descontento con los dos partidos burgueses tradicionales, el Demócrata y el Republicano, de los Estados Unidos. El 48% de los estadounidenses califican como mala a la situación económica que viven y siete de cada diez estadounidenses (69 %) creen que la economía está ‘empeorando’ y el 77% está insatisfecho, frustrado o enfadado” (nota “Estados Unidos: entre la crisis política y las urnas”, Ezequiel Peressini, revista Correspondencia Internacional N° 53, agosto 2024).

La perspectiva del nuevo gobierno del ultraderechista Donald Trump no traerá mejoras para el pueblo trabajador y la juventud estadounidense ni para los inmigrantes. Menos que menos tendrá nada a favor de los pueblos palestino y de Medio Oriente, ucraniano o los pueblos explotados del mundo. Trump seguirá la política de explotación y de gendarme mundial y genocida del imperialismo yanky. Lógicamente agravadas por sus facetas fascistizantes y represivas, que no podemos minimizar y debemos enfrentar.

Desde la UIT-CI seguiremos llamando a la clase trabajadora, a la juventud, a las mujeres, a las disidencias y a los sectores populares de los Estados Unidos ha seguir luchando por sus reivindicaciones, como sucedió con las huelgas triunfantes de los portuarios y de la Boeing, y a enfrentar desde el 20 de enero de 2025, cuando asuma, al gobierno del ultraderechista de Trump.

La crisis social y política seguirá abierta en los Estados Unidos. Desde Socialist Core, organización simpatizante de la UIT-CI en Estados Unidos llamamos al voto crítico a las candidaturas alternativas, como el caso de Jill Stein, Cornel West y otros candidatos independientes como Claudia De la Cruz, del Partido Socialismo y Liberación. Señalando que “ese voto crítico puede ayudar a fortalecer el polo de las y los luchadores, quienes se expresaron en las crecientes huelgas, en el apoyo a Palestina y la lucha de la comunidad negra contra el racismo y la violencia policial, de cara a los desafíos que enfrentaremos luego de las elecciones. Gane quien gane, la grave crisis socioambiental y la enorme desigualdad, así como el propio desarrollo de las luchas populares, plantean el desafío de la construcción de un partido de izquierda y de la clase trabajadora donde confluya la nueva vanguardia sindical, juvenil, antirracista y antifascista, ambientalista y feminista” (ver Declaración “Estados Unidos: Por un voto de protesta contra los genocidas del partido republicano y el partido demócrata”)

Desde la UIT-CI ratificamos y apoyamos todos los pasos que se puedan dar en ese camino de construcción de una alternativa política unitaria de la izquierda y las y los luchadores de los Estados Unidos por fuera del partido Demócrata que no es más que un vehículo para las derrotas de los trabajadores y los pueblos.

6/11/2024

Escribe Patrick König, corresponsal.

9/11/2024. La negociación del nuevo convenio metalúrgico y de la industria electrónica

En septiembre de 2024 finalizó el convenio colectivo de la rama metal y electrónica. Las negociaciones de convenios colectivos en Alemania son por estado. Cada estado comienza a negociar con la patronal y los sindicatos y lo que se hace mayormente es que cuando se llega a un acuerdo en una de las mesas de negociación se toma como referencia a nivel de todo el país.

En el mes de octubre comenzaron estas mesas de negociación. La IGMetall, sindicato metalúrgico, llevó la propuesta de un aumento de salario del 7% y una validez del Convenio de 12 meses. Por su parte la patronal ofreció un aumento del 1,7% a partir de Julio 2025 y otro 1,9% a partir de Julio 2026, lo que además significa una duración de 27 meses e incluso pidió quitar o reducir algunas pagas extras. Ante la falta de acuerdo en las 3 reuniones de negociación que hubo hasta la fecha y pasado el tiempo en el que las partes sólo pueden tomar medidas de fuerza si se incumpliera lo firmado (“Friedenflicht”) la IGMetall comenzó con las huelgas de advertencia. Las huelgas de advertencia o “Warnstreicks” son medidas de fuerza que por lo general son paros parciales de 4 o 5 horas por turno en las fábricas más grandes y casi siempre acompañadas de concentraciones o movilizaciones. 

¿En qué marco se da esta negociación?

Alemania se caracterizó hasta hace pocos años por su estabilidad económica y política y una muy baja inflación. Los convenios se negociaban en ese marco. Pero hoy la situación ha cambiado. El país va entrando de a poco en el “ritmo” del resto de Europa y del mundo. El país se encuentra implicado en una guerra a pocos kilómetros de su frontera, tuvo índices de inflación que no se tenían desde los años 90 (5,5% en 2022 y 6,5% en 2023), llevamos este año 3 trimestres en recesión y como consecuencia de esta situación aparecieron “turbulencias” a nivel político con una caída muy fuerte de la imagen del gobierno y un ascenso bastante importante de la ultraderecha, sobre todo en el Este. Mientras escribíamos esta nota recibimos la noticia de la ruptura de la coalición de gobierno. Un hecho inédito desde la posguerra que alimenta una mayor inestabilidad. A esto hay que sumarle la fuerte crisis de la industria automotriz, que es la industria principal, representante de un 26% aproximadamente del PIB.

De esta situación de futuro incierto somos todos los trabajadores/as del metal conscientes. No es exagerado decir que este es un tema recurrente de conversación mientras estamos en la máquina, a la hora del descanso o a la salida del turno. Hablamos de la guerra en Ucrania y el genocidio al pueblo palestino, si AFD puede ser una alternativo o no, de las medidas desastrosas del actual gobierno, etc.

¡La crisis que la paguen los capitalistas!

La patronal se agarra de esta situación de crisis para plantear despidos, subida de productividad y una subida de salario muy por debajo de la inflación e incluso en el caso de VW se animó a decir que pedía una rebaja salarial del 10%, despidos de 20000 a 30000 trabajadores, el cierre de 3 fábricas en Alemania y desconocer el acuerdo que tenía firmado con el Comité de Empresa de que no habría despidos hasta el 2030.

Es verdad que todas las empresas del sector automotriz y del sector ligado a esa industria han tenido que recortar su producción debido a la situación de crisis económica mundial, la caída del consumo, la competencia con China, el fiasco que ha resultado el coche eléctrico, etc, etc, etc. Pero también es verdad que esas empresas han venido haciendo ganancias multimillonarias durante muchos años a la vez que recibían grandes sumas de dinero en subvenciones por parte del estado. VW, sólo por dar un ejemplo, el año pasado repartió 4500 millones de euros en ganancias a los accionistas. Muchas empresas incluso reconocen que no es que no hagan ganancia; el problema es que no hacen las ganancias que ellos quieren o que desde la Bolsa le exigen los grandes accionistas. 

Como siempre en el capitalismo cuando hay ganancias se la quedan los ricos y sólo reparte las pérdidas. Por eso no nos podemos dejar engañar por esos discursos y tenemos que pelear para que esta vez el cinturón se lo ajusten los patrones. Verdaderamente por lo que estamos peleando y a lo que nos enfrentamos no es a un aumento salarial de 2% más o 2% menos, sino que nos enfrentamos a que seamos los trabajadores/as los que paguemos los platos rotos de la patronal y el gobierno de turno. Nos lo quieren hacer pagar con pérdida de poder adquisitivo, flexibilidad laboral, despidos, cierres de empresas, recortes, etc. Quieren ahorrar dinero en costes para poder seguir ganando millones. 

¡Por un plan de lucha de verdad! ¡Que la base decida!

 El 7 de noviembre, hemos hecho paros parciales en más de 100 empresas en el norte del país y nos hemos manifestado por las calles de Bremen. Se ha visto en las convocatorias de huelgas y en las concentraciones que hay disposición para luchar por parte de las plantillas. El lunes siguen las negociaciones y si no hay acuerdo el sindicato tendrá que terminar con las huelgas parciales y convocar un paro de 24hs en todo el sector.

Pero como no estamos ante la negociación de un convenio más, pensamos que nuestra respuesta tampoco puede ser como venía siendo en los últimos convenios. 

Lo que hace falta en esta situación es hacer asambleas decisivas para que entre todos discutamos que vamos a pedir y qué medidas vamos a tomar y hasta donde estamos dispuestos a pelear para conseguir nuestros objetivos. Hay que coordinar con otros sectores que están en lucha (como líneas de autobuses privados o el sector del acero, por ejemplo). En las reivindicaciones no deberíamos ceñirnos solamente a la cuestión salarial, sino exigir un plan para garantizar el empleo, terminar con los despidos y los cierre de fábrica, terminar con los aumentos de productividad que lo único que nos aporta a nosotros es irnos más cansados y de mal humor a casa. Necesitamos la unidad con los compañeros de empresas de trabajo temporal para que ellos también se sumen a la lucha y puedan tener mayor estabilidad laboral. Tenemos que exigirle al gobierno, que en vez de aumentar el presupuesto militar y dar 100000 millones euros para modernizar el ejército, use ese dinero para garantizar un plan de empleo. Hay que exigirle que le suba los impuestos a las grandes fortunas y nos baje los impuestos a los trabajadores/as, etc.

Lamentablemente la dirigencia de la IG Metall hace una vez más todo lo contrario y sin consultar con nosotros decide cuánto, cuándo y cómo vamos a negociar y lamentablemente, como lo venimos viendo convenio tras convenio, en cuanto la lucha empiece a tomar fuerza van a firmar entre gallos y medianoche un mal acuerdo, que nos lo van a vender como un triunfo. 

Para que no nos venda la cúpula sindical y poder conseguir nuestros objetivos necesitamos recuperar el sindicato como herramienta de lucha. Necesitamos nuevas organizaciones sindicales que respondan a nuestros intereses. Un sindicalismo construido y controlado desde la base y no sindicatos que son colaterales del SPD y colaboradores del capitalismo alemán.

Por Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y la UIT-CI. 6/11/2024

Las encuestas preveían un empate técnico y que podía tardarse días en conocerse el resultado, pero la victoria de Donald Trump terminó siendo más rápida y contundente. Ganó en Carolina del Norte y dio vuelta a Georgia, Pensilvania y Wisconsin, estados en los que había perdido ante Biden en 2020. Ganó con el voto popular y se llevaría la mayoría del senado y la cámara de representantes.

Ha vuelto a ganar la presidencia de los EE.UU. Trump es un ultraderechista, racista fanático, xenófobo, misógino condenado por abuso sexual, con ideas abiertamente fascistoides.  Este triunfo lo están festejando los y las ultraderechistas de mundo como Meloni, Le Pen, Bolsonaro o Milei.

La pregunta de millones es: ¿cómo pudo volver a ganar semejante personaje ultraderechista fascistoide? Por la misma razón que ganaron en otras latitudes Meloni, Bolsonaro o Milei. Y por causas semejantes por las cuales había ganado en el 2016. Por el hartazgo de millones de personas del pueblo trabajador y de la juventud que equivocadamente dan un voto castigo a los gobiernos capitalistas de sus países que bajan el nivel de vida de las masas para beneficiar a las grandes multinacionales y oligarcas del mundo.

En el caso de EE.UU. expresa el odio de millones al gobierno capítalista-imperialista de Biden-Harris, quienes perdieron 15 millones de votos en comparación con las elecciones del 2020. Mas que ganar Trump perdió Kamala Harris y el partido Demócrata gobernante. Harris no pudo superar la debacle del partido Demócrata que tuvo que reemplazar de apuro la candidatura de Biden por Harris. Harris no pudo nunca disimular o esconder que su gobierno siguió bajando el nivel de vida de la clase trabajadora y de los sectores populares. No pudo esconder que ella misma persiguió a los migrantes. No pudo esconder que ella y Bíden encabezan un gobierno que apoyan el genocidio en Gaza. Que apoyan financiera y militarmente a Israel y su masacre criminal sobre el pueblo palestino y del Líbano.

Por eso miles de simpatizantes de la causa palestina iban a sus actos a repudiarla.  Por todo eso no tuvo el apoyo de amplios sectores progresistas ni de la juventud por su repugnante posición en favor del genocidio en Gaza. Ni la comunidad negra, ni los latinos han respaldado masivamente su liderazgo. Hasta Roger Waters y la luchadora ambientalista Greta Tumberg rechazaron el apoyo tanto a Harris como a Trump.

Trump tuvo el voto tradicional ultra conservador, racista y de derecha estadounidense, de las comunidades evangélicas, de las y los anti derecho al aborto y a las mujeres y disidencias. También tuvo el voto castigo equivocado de miembros de la clase trabajadora, fundamentalmente blanca, afectados por la crisis social como quedó demostrado en el abandonado “cinturón del óxido” enclavado en Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Pero también logró sumar una franja de votos de la comunidad negra, musulmana y latina por el odio al gobierno de Biden-Harris, y por las mentiras de Trump de “que vamos a cambiar todo”. o “vamos a terminar con las guerras”. Cuando es un agente de las multinacionales y también apoya a Israel y al genocidio en Gaza, Palestina y en Medio Oriente y en su primer mandato trasladó la embajada norteamericana a Jerusalén.

El regreso de Trump a la presidencia es una nueva expresión de la crisis y de la decadencia social y política que vive desde hace tiempo el sistema capitalista- imperialista y que tiene su propia expresión en los EE.UU. El viejo “sueño americano” estalló hace tiempo y se profundizó desde la crisis económica del 2008. “A julio del 2023, más de 37 millones de personas, el 11,5% de la población, viven en la pobreza y 6,6 millones (el 4%) viven sin empleo. (…). La desigualdad crece y el 10 % de los que más ganan acapara casi la mitad de todos los ingresos y el 50 por ciento inferior obtiene solo el 13 por ciento. El sueño americano de la abundancia y prosperidad, como sostén ideológico del imperialismo yanqui, solo es recuerdo de un pasado incierto, dando lugar a una creciente apatía y descontento con los dos partidos burgueses tradicionales, el Demócrata y el Republicano, de los Estados Unidos. El 48% de los estadounidenses califican como mala a la situación económica que viven y siete de cada diez estadounidenses (69 %) creen que la economía está “empeorando” y el 77% está insatisfecho, frustrado o enfadado” (nota “Estados Unidos: entre la crisis política y las urnas”, Ezequiel Peressini, revista Correspondencia Internacional N° 53, agosto 2024).

La perspectiva del nuevo gobierno del ultraderechista Donald Trump no traerá mejoras para el pueblo trabajador y la juventud estadounidense ni las inmigrantes. Menos que menos tendrá nada a favor de los pueblos palestino y de Medio Oriente, ucraniano o los pueblos explotados del mundo. Trump seguirá la política de explotación y de gendarme mundial y genocida del imperialismo yanky. Lógicamente agravadas por sus facetas fascistizantes y represivas, que no podemos minimizar y debemos enfrentar.

Desde la UIT-CI seguiremos llamando a la clase trabajadora, a la juventud, a las mujeres, a las disidencias y a los sectores populares de los EE.UU. ha seguir luchando por sus reivindicaciones, como sucedió con las huelgas triunfantes de los portuarios y de la Boing, y a enfrentar desde el 20 de enero de 2025, cuando asuma, al gobierno del ultraderechista de Trump.

La crisis social y política seguirá abierta en los EE.UU. Desde Socialist Core, organización simpatizante de la UIT-CI en EE.UU. llamamos al voto crítico a las candidaturas alternativas, como el caso de Jill Stein, Cornel West y otros candidatos independientes como Claudia De la Cruz, del Partido Socialismo y Liberación. Señalando que “ese voto crítico puede ayudar a fortalecer el polo de las y los luchadores, quienes se expresaron en las crecientes huelgas, en el apoyo a Palestina y la lucha de la comunidad negra contra el racismo y la violencia policial, de cara a los desafíos que enfrentaremos luego de las elecciones. Gane quien gane, la grave crisis socioambiental y la enorme desigualdad, así como el propio desarrollo de las luchas populares, plantean el desafío de la construcción de un partido de izquierda y de la clase trabajadora donde confluya la nueva vanguardia sindical, juvenil, antirracista y antifascista, ambientalista y feminista” (ver Declaración “Estados Unidos: Por un voto de protesta contra los genocidas del partido republicano y el partido demócrata”)

Desde la UIT-CI ratificamos y apoyamos todos los pasos que se puedan dar en ese camino de construcción de una alternativa política unitaria de la izquierda y las y los luchadores de los EE.UU. por fuera del partido demócrata que no es más que un vehículo para las derrotas de los trabajadores y los pueblos.

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