El gobierno ultraderechista de Milei no para de ajustar. Hasta vetó la Ley Jubilatoria perjudicando a millones de adultos mayores y luego festejó comiendo un asado en la Quinta de Olivos con los denominados “87 héroes” que hicieron posible semejante salvajada. ¡ES INDIGNANTE! ¡Encima los reprime!
Dijo también que va a vetar la Ley de Financiamiento para las Universidades. Por esto, se está convocando para los próximos días a una gran marcha unitaria de docentes, nodocentes y estudiantes.
Todos los días suben los precios y las tarifas. Millones se hunden en la extrema pobreza con salarios y jubilaciones pulverizados y ya se perdieron 650.000 empleos. “La casta somos nosotras”, dijo una jubilada.
En 2025 seguirá la motosierra. En el presupuesto del año que viene habrá más recortes en la salud, la educación, jubilaciones y la obra pública porque la prioridad para este gobierno siniestro son los pagos de la usurera deuda externa. Primero la deuda y el FMI, dice Milei.
¡Plata hay! Pero tiene que ir al pueblo trabajador, no a los usureros, como lo dice nuestra diputada ferroviaria Mónica Schlotthauer.
Crece la bronca popular. ¡Que la CGT rompa la tregua y llame al paro!
Milei aplica el brutal ajuste con la complicidad de políticos panqueques que se venden al mejor postor. Vetó la Ley Jubilatoria con el apoyo de radicales, peronistas y otros bloques que responden a los gobernadores. Pero al otro día recibió dos derrotas: cayó el DNU que disponía 100.000 millones para la SIDE y se aprobó la Ley Universitaria que ahora quiere vetar. ¡Quiere decir que se lo puede frenar!
También aumenta la bronca popular. A tal punto que cuando Milei fue al Congreso a presentar el presupuesto y habló en cadena nacional, no lo escuchó nadie. Las encuestas dicen que cae su imagen y la mayoría repudia su ajuste. Hasta periodistas que lo venían defendiendo lo empiezan a criticar.
Esta bronca se expresa en luchas importantes como la del Hospital Garrahan, los aeronáuticos, trabajadores del neumático, la docencia en varios distritos y se repudia los aumentazos del tren saltando los molinetes o caminando por las vías para no pagar el boleto.
A pesar de esto, la CGT vergonzosamente sigue en la tregua. Los burócratas sindicales se fueron a reunir con el Papa como si la solución vaya a venir del cielo. La CGT dice “no hay ambiente para un paro”, pero cuando convocó los paros generales fueron contundentes. No tiene más excusas. La CGT tiene que llamar a apoyar a la Marcha Universitaria que se está preparando y tiene que romper la tregua convocando a un nuevo paro general y plan de lucha nacional junto a las CTA.
¡Vamos con el Frente de Izquierda!
El peronismo, por su parte, sigue dejando correr a Milei apostando a su desgaste y pensando en las elecciones del año que viene. Cristina se la pasa haciendo “clases magistrales” pero está de acuerdo en que se siga pagando la deuda externa, por ejemplo.
El Frente de Izquierda Unidad, en cambio, es la única y real alternativa política para el pueblo trabajador, las mujeres y la juventud. El FIT Unidad postula otro plan económico obrero y popular que deje de pagar la deuda externa y vuelque esos fondos a combatir los males sociales. Peleando por un gobierno de las y los trabajadores y la izquierda, ante los distintos gobiernos patronales que nos llevaron a un desastre tras otro.
Llamamos a sumarse a Izquierda Socialista para pelear por esta salida, fortaleciendo al Frente de Izquierda Unidad.
La escena se viralizó y refleja las consecuencias del ajuste sobre la vida cotidiana: una larga fila de pasajeros caminando por las vías, con riesgo de vida por la cercanía del tercer riel, para evitar pagar el boleto, que acaba de volver a aumentar en un 40%. Es que la última tanda de tarifazos fue un mazazo (otro más), que se suma a los incrementos en colectivos y subtes de hace pocas semanas. Y al de la nafta. Y al de los alquileres que subieron el 260%. Y la luz y el gas. Y las prepagas… y así podemos seguir. La inflación de agosto, según el Indec, dio 4,2%. Ya van cuatro meses arriba de 4%: no se cumple la tantas veces declamada baja que anuncian el ministro Caputo y Javier Milei. La novedad de agosto es que volvieron a aumentar los precios de los productos de consumo masivo. Salarios y jubilaciones, como contrapartida, más que pulverizados. Las anécdotas de personas que comen una sola vez por día, o dejan de comprar medicamentos importantes porque no pueden pagarlos, se multiplican.
Después de todo lo perdido, ahora el gobierno anunció un congelamiento salarial (0% de aumento de acá a fin de año) para todos los estatales. Con respecto a los privados bajo convenio, la orden es poner un techo de 2%. Por eso sobran las encuestas que siguen mostrando una caída en picadas de las ventas en supermercados y shoppings. Obviamente, todo esto provoca una feroz recesión y el crecimiento del desempleo: hay estudios que dicen que sumando al trabajo informal y los tercerizados se llega a un número catastrófico: se perdieron 650.000 puestos de trabajo.
Mientras tanto Milei sigue con la motosierra. La semana pasada vetó el reajuste a las y los jubilados. Y obscenamente lo festeja con un asado para las y los diputados que sostuvieron dicho veto, incluye los cinco radicales que pegaron el salto a último momento. Asado que se los cobra a 20.000 pesos por cabeza. Con la nueva ley, alguien que cobraba la mínima iba a sumar 15.000 pesos; los legisladores festejaron con un asado que sale 5.000 más. No se puede ser más miserable. Simplemente, indignante.
Pero las acciones del presidente ultraderechista no paran. Anunció que también vetará la Ley de Financiamiento Universitario. Presentó un presupuesto que es una auténtica declaración de guerra contra el pueblo trabajador, anticipando la continuidad y profundización del ajuste para el año que viene. Todo para cumplir con un único objetivo: demostrar que puede cumplir con los pagos de deuda a los pulpos acreedores y al FMI.
El gobierno también avanza con planteos más de fondo. Como la implementación del RIGI, la reglamentación de la flexibilización laboral o los anuncios de privatización de Aerolíneas Argentinas.
Frente a esta realidad, contrasta la increíble continuidad de la tregua que hace cuatro meses le viene dando la CGT al gobierno de Milei. Incluso se escudan detrás de afirmaciones como “no hay ambiente para un paro”, cuando cualquiera puede verificar cómo crece la bronca. Por otra parte, cada vez que la CGT convocó, la respuesta fue multitudinaria, tanto en los paros como en las movilizaciones. Por eso no hay excusas que justifiquen su inmovilismo. Ahora, esta semana, su principal “acción” fue ir a verlo al Papa Francisco, que cínicamente los recibió el mismo día que también le daba audiencia a la ministra Pettovello.
El peronismo, principal partido patronal opositor, le sigue el juego a Milei, buscando fortalecerse mutuamente polarizando con “la grieta” entre ellos. Cristina lo confronta con textos donde le cuestiona su saber académico, abriendo la partida para que Milei le conteste en el mismo terrero. Un peronismo que hace discursos opositores en el Congreso, pero no organiza ninguna lucha o resistencia, sino que apuesta al desgaste del gobierno para capitalizarlo en las próximas elecciones.
Muchísimas compañeras y compañeros se interrogan qué hay que hacer para pararle la mano a la motosierra de Milei. Las y los jubilados siguen semana a semana con sus movilizaciones, sin miedo a la represión. Lo mismo hacen las y los trabajadores de Aerolíneas. La comunidad universitaria (docentes, no docentes y estudiantes) se prepara para una nueva marcha multitudinaria, que repita lo del 23A. ¿Dónde está la CGT? Se escucha cada vez más seguido. Por eso resulta fundamental exigirle a los burócratas de la central obrera que rompan la tregua y llamen al paro general y a un plan de lucha.
Del mismo modo, también es necesario postular que la única salida no es el super-ajuste permanente de Milei. Que existe un programa alternativo, que hay plata para las y los jubilados, para la educación, la salud o la vivienda, para crear trabajo genuino o aumentar los salarios y las jubilaciones. Para que esa plata aparezca es necesario dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, así como ponerle fuertes impuestos a las grandes empresas y los ricos.
¿Quién puede llevar adelante estas tareas? Quien denuncia y se opone sistemáticamente a todas y cada una de las medidas de Milei. En las bancas parlamentarias, pero también en la calle, en todas y cada una de las movilizaciones. Evidentemente no es el peronismo, por todo lo que explicamos más arriba. Mucho menos el resto de los partidos patronales, con sus legisladores “panqueques” y sus excusas de darle “gobernabilidad” a Milei. Solo el Frente de Izquierda Unidad se postula como la real alternativa para el pueblo trabajador, para que gobiernen los que nunca lo hicieron, las y los trabajadores y la izquierda, en el camino hacia una Argentina socialista.
Escribe José Castillo
Milei logró que su veto a la Ley Jubilatoria quede firme. Lo hizo comprando diputadas y diputados y con una feroz represión. Ratificó así que prefiere llevar adelante un gerontocidio (tal como lo definió nuestra diputada de Izquierda Socialista Mónica Schlotthauer) con tal de cumplir con el FMI y los buitres de la deuda.
Se trataba de un proyecto que apenas si les daba unos pocos miles de pesos a las jubiladas y jubilados. Que no cubría ni de lejos lo que se les llevaba robando ni, mucho menos, los sacaba de la pobreza. Por todo esto, el Frente de Izquierda en su momento había presentado su propio proyecto: que cada jubilado y jubilada cobrara como mínimo el valor de la canasta de la Tercera Edad, que asciende a 900.000 pesos, actualizado mensualmente por la inflación, y que se garantice el 100% de sus medicamentos, y, a partir de allí, que se instaure el 82% móvil.
Pero Milei no estaba dispuesto ni siquiera a aceptar esos pocos pesos que planteaba la ley aprobada. La vetó en su totalidad. Jactándose de hacerlo, incluso diciendo cínicamente que las y los jubilados habían tenido “grandes aumentos en dólares”.
¿Por qué lo hizo, si había miles de encuestas que mostraban que era abrumadora la posición contraria? Se trató, como lo dijo el propio Milei, de dar una señal: dejar tranquilos al FMI y a los buitres internacionales de que ni un centavo se distraerá del objetivo de pagar una deuda externa usurera y fraudulenta.
Con el mismo número con el que se había aprobado la Ley, sobraba para que ambas cámaras del Congreso rechazaran con los dos tercios requeridos. Por eso el gobierno salió a comprar votos para dar vuelta los números. Y de esta manera escandalosa logró que cinco diputados radicales se dieran vuelta y cambiaran su voto. Incluso a otro se le ofreció un cargo en un organismo binacional a cambio de su renuncia (logrando que así asumiera otra diputada del PRO). También apoyaron el veto de Milei los tres diputados peronistas de Tucumán. Y “ayudaron” con su abstención los diputados del bloque Innovación Federal (que responden a los gobernadores de Salta, Gustavo Sáenz –cercano a Sergio Massa–; de Río Negro, Alberto Weretilneck –reelecto en 2023 con el apoyo del entonces gobierno de Alberto y Cristina–, y de Misiones, Hugo Pasalacqua). También lo hizo Lourdes Arrieta (la diputada “del patito en la cabeza”, recién escindida de La Libertad Avanza quien hasta un rato antes decía que iba a votar contra el veto). Los propios radicales también aportaron con dos ausencias, ayudando así a que se le hiciera más fácil a Milei alcanzar los votos para que su veto se ratificara. En síntesis, políticos patronales de todos los espacios le terminaron garantizando a Milei su triunfo.
Milei vetó la Ley Jubilatoria, les sacó a los adultos mayores el 100% de la cobertura en los medicamentos y los reprimió. Es un hecho que hay que pararle la mano a este gobierno ultraderechista que mientras ajusta a las y los jubilados le dio 100 mil millones a la SIDE, le saca impuestos a los ricos y paga puntualmente la fraudulenta deuda externa. Por eso es escandalosa la tregua que, desde hace ya cuatro meses, le ha dado la CGT al gobierno.
También tenemos que reflexionar sobre el rol político de la principal fuerza de oposición patronal: el peronismo. Se volvió a repetir lo mismo que en la Ley Bases: realizó fuertes discursos en el Congreso, pero no toma acciones en cuanto a organizar la lucha para derrotar el ajuste. Está jugando al desgaste del gobierno y que este se exprese en las elecciones de 2025 o el 2027, llamando a votar por un peronismo que ya gobernó llevándonos al desastre en los cuatro años del gobierno anterior.
Por todo esto, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad, a la vez que denunciamos a la CGT por su tregua y le reclamamos que la rompa y llame a un paro nacional y un plan de lucha, decimos que es fundamental postular un programa alternativo al plan motosierra de Milei, que comience por dejar de pagar la deuda, rompa con el FMI y ponga todos los recursos para resolver las más urgentes necesidades populares, una de las cuales es, sin duda, la recomposición de los haberes de nuestras jubiladas y jubilados.
La diputada Mónica Schlotthauer desde la bancada de Izquierda Socialista manifestó, junto con nuestros compañeros del Frente de Izquierda y Trabajadores Unidad, el rechazo absoluto a la firma del veto presidencial.
Reafirmamos todos los términos del dictamen que presentó la izquierda para dar una solución a la problemática de las y los millones de trabajadores que durante años trabajaron y generaron riquezas en este país y aportaron desde su salario cada mes para tener un retiro digno.
Como dice nuestro dictamen: hay plata en este país para poder pagar 900.000 pesos, que es la canasta mínima, y cubrir el 100% de los medicamentos. Esa plata la pueden sacar del impuesto que le están salvando a todo el empresariado, que la levanta en pala.
Queremos sumarnos a la denuncia que todos los miércoles hacen las y los jubilados frente al Congreso, y que no es ninguna exageración: la política de este gobierno, que es un verdadero gerontocidio. No solo porque más del 80% de los jubilados están ganando sueldos de indigencia, sino porque retirar 40 medicamentos de la cobertura del PAMI, que utilizan el 75% de las y los jubilados, es condenarnos a una vejez tortuosa, dolorosa e indigna.
Lo que ustedes están sacando de la medicación es para los medicamentos de las neurodegenerativas, para medicamentos para curar y proteger del dolor del cáncer.
Y, entonces, la verdad no hay más que decir, “hay que ser muy tacho de mierda para votar contra los jubilados” en el momento que más no necesitan.
Tenemos que terminar con esta mentira de que las y los jubilados son un gasto. Con los jubilados hay una deuda de todo el Estado y de todos los gobiernos.
[...]
Lo que tenemos que decir acá es que ¡Plata Hay! ¡Que le devuelvan la plata a los jubilados que le robaron todos estos años! Todos los gobiernos los vienen jodiendo: con las tablitas de Macri, con el achatamiento de Alberto, con el 82% que en su momento también vetó Cristina, con las AFJP de Menem y con cuanto robo inventó el Fondo Monetario.
Entonces desde nuestra banca ponemos nuestro voto en contra del veto. Acá y fuera, vamos a estar reclamando junto con los que hoy se manifiestan para que haya un plan de lucha que termine de liberarnos de este plan ordenado por el FMI. Y para que, por fin, en este país rompamos las cadenas de dependencia con el Fondo Monetario.
Escribe Adolfo Santos
Milei dice que tuvo que vetar la Ley de Recomposición Jubilatoria porque “no hay plata”, y que esto pondría en riesgo el superávit fiscal. Es una vulgar mentira. Veamos.
Lo primero y principal: el aumento que se les niega a las y los jubilados se usa para pagar la deuda. Un ejemplo clarísimo fue que ya en enero, apenas asumido Milei, los intereses de deuda abonados subieron un 139%, superando por primera vez al monto total que se paga por jubilaciones y pensiones.
Pero esto no es lo único. El gobierno le acaba de rebajar el impuesto a los Bienes Personales a los ricos, y la alícuota del impuesto PAIS a las patronales importadoras. Entre ambas reducciones de impuestos suman más que el 0,43% del PBI, que es el total de lo que salía la ley vetada.
A todo esto le podemos agregar otros datos, que muestran claramente cuáles son las políticas de La Libertad Avanza. Cada aerosol de gas pimienta, usado cobardemente para reprimir a las columnas de jubiladas y jubilados, vale lo mismo que una jubilación mínima. El propio jefe de gabinete, Guillermo Francos, reconoció que sólo en las dos represiones del 1° de febrero y del 12 de junio el gobierno gastó entre ambos operativos 113 millones de pesos, el valor de 483 jubilaciones mínimas.
Por eso decimos con toda claridad: ¡Plata hay! Bastaría dejar de pagar la deuda externa o aplicar un fuerte impuesto a las grandes empresas o a los ricos. O reponer los aportes patronales del 33% que en su momento quitó el menemismo y que ningún gobierno repuso. También se podría poner fin a las 800 jubilaciones de privilegio millonarias, de las que se benefician políticos patronales, jueces y obispos de la iglesia católica, y que sumados equivalen mensualmente a 25.000 jubilaciones mínimas. Finalmente, también habría más plata para las jubiladas y jubilados si se terminara con el trabajo no registrado y precarizado y se exigiera realmente a las patronales que realicen los aportes que corresponden.