May 01, 2024 Last Updated 11:15 PM, Apr 30, 2024

Esta consigna, una de las fundamentales de nuestro programa, es un complemento absolutamente necesario de otras como dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI, nacionalizar el comercio exterior y reestatizar las empresas privatizadas. Cual es su importancia y cómo llevarla adelante

Escribe José Castillo

En la economía capitalista imperialista los bancos cumplen un rol estratégico. Concentran las mayores cantidades de recursos en sus arcas bajo la forma de depósitos (en cuenta corriente, cajas de ahorro, plazos fijos, fondos comunes de inversión e incluso otros instrumentos más sofisticados), allí está el dinero de las empresas (grandes y pequeñas) y también el de todos los trabajadores y jubilados que cobran vía cuenta sueldo y van retirando su dinero “de a poco” a lo largo del mes. Los bancos también reciben y concentran todo el dinero que ingresa por compras con tarjetas de débito o crédito, teniéndolo en su poder varios días antes de acreditarlo a los comercios. Así como innumerables operaciones comerciales entre empresas e incluso compras, ventas y transferencias de y hacia el exterior.

Esa enorme masa de dinero es utilizada por los bancos, que la ponen “a trabajar” el tiempo que está en su poder, obtienen enormes ganancias por los intereses a través de la especulación con el tipo de cambio o con diversos instrumentos a los que solo tienen acceso las entidades financieras (como actualmente las Leliq, que se las ofrece el Estado -vía el Banco Central- a siete días con tasas anuales que superan el 70%). Los bancos utilizan todo ese dinero para volcarlo a préstamos, según ellos mismos determinan. Así, tienen la capacidad estratégica de aprobar créditos multimillonarios a grandes empresas y negárselos a un trabajador o un pequeño comerciante. Las entidades financieras, al definir las tasas de intereses que cobran por los préstamos que otorgan (o las tasas de financiación de tarjetas de crédito, los descubiertos en cuentas o las simples comisiones de mantenimiento de una cuenta), también se transforman en auténticos usureros, esquilmando el ahorro popular.

Los bancos, finalmente, también son importantes en el capitalismo por su capacidad de concentrar una enorme cantidad de información estratégica: ahí están los patrimonios de las empresas y los grandes millonarios guardados bajo siete llaves con la excusa del “secreto comercial” o “la inviolabilidad de la información sobre la propiedad privada”.

¿Cómo nacionalizar?
El primer paso es la eliminación de la actual Ley de Entidades Financieras (vigente desde la época de Martínez de Hoz) y su reemplazo por otra que plantee la eliminación de todas las licencias para funcionar de los bancos privados. Todos los depósitos serán transferidos a la banca estatal, así como los archivos con información de cada cliente. Cabe mencionar que, a diferencia de lo que sucedió en innumerables crisis (como la de 2001), la banca nacionalizada respetará rigurosamente el dinero de cada trabajador, jubilado, cliente individual, o pequeño comerciante, industrial, o productor agropecuario. Esa tarea será sencilla: bastará convocar para dirigir las entidades financieras a los propios trabajadores bancarios, que tienen acceso a las claves, los sistemas y los conocimientos específicos. Las instalaciones de los actuales bancos privados, el dinero físico que eventualmente se encuentre en sus bóvedas y las redes de cajeros automáticos pasarán automáticamente a la banca estatal.

Esta nacionalización de la banca cumplirá tres funciones esenciales. En lo inmediato, terminará de cuajo con la especulación financiera, la fuga de capitales, corridas contra el dólar o cualquier otra maniobra con que los grandes capitalistas tratarán de boicotear a un gobierno de los trabajadores. En segundo término, permitirá que toda esa masa de recursos sea redirigida planificadamente a otorgar préstamos para el consumo popular, la vivienda, o incluso para financiar a tasas reducidas al pequeño productor o comerciante. Y, en tercer lugar, permitirá dar acceso a toda la información estratégica sobre las grandes empresas y sus reales “números” (patrimonios, ganancias, depósitos), estas ya no podrán evadir impuestos, poner como excusa que “no pueden” otorgar aumentos, o despedir trabajadores. El control y centralización de esa información será el primer gran paso para poder expropiar a los grandes monopolios capitalistas y empezar a avanzar hacia una economía socialista.

 

La nacionalización de los depósitos del peronismo

En dos ocasiones (1946-1955 y 1973-1976) el peronismo realizó una nacionalización parcial de la banca. Estrictamente hablando, fue una nacionalización de los depósitos bancarios, que pasaron a ser transferidos desde las distintas entidades privadas hacia el Banco Central. Este organismo (también nacionalizado en 1946) decidía el destino de ese dinero en lo que se refiere a dónde se dirigirían los préstamos y las tasas de interés que se cobrarían.

Evidentemente fue un paso adelante, ya que la enorme masa de depósitos dejó de estar manejada discrecionalmente por los bancos privados y se utilizó para otorgar créditos hipotecarios, para el consumo o para promover la industria. Pero se les permitió a los bancos que siguieran con el resto de sus negocios, y en particular a que se apropiaran del diferencial de tasas (entre lo que se pagaba a los depósitos y lo que se autorizaba a cobrar por los préstamos). Aunque acotada en sus ganancias y sometida a controles, la banca privada nacional y extranjera siguió existiendo y luego se tomaría revancha, primero a partir de 1955 y, mucho más, con la reforma financiera de Martínez de Hoz de 1977.

Cabe mencionar que los gobiernos peronistas posteriores a 1983 no siguieron esa tradición. No lo hizo por supuesto el menemismo (que hasta privatizó bancos provinciales), pero tampoco el kirchnerismo que, pese a toda su retórica, mantuvo vigente la ley de Martínez de Hoz.

J.C.

Escribe José Castillo

El sistema financiero argentino está concentrado en una pequeña cantidad de grandes entidades, muchas de ellas extranjeras.

Tanto por cantidad de depósitos como por préstamos otorgados, el banco más grande es el estatal Banco de la Nación Argentina. Ello se debe a que es el único que llega a todos los lugares del país, cumpliendo las funciones que otros no quieren realizar porque no les da rentabilidad, como pagar sueldos y jubilaciones o cobrar servicios públicos. El otro gran banco del Estado es el Provincia de Buenos Aires, que cumple idéntico rol que el Nación, en particular en los pueblos más pequeños del interior de la provincia. Los bancos estatales de las otras provincias han sido mayoritariamente privatizados en la década del 90.

Los grandes negocios, y las grandes ganancias, quedan en manos de un puñado de entidades privadas: los españoles Santander Río y BBVA Francés, los de patronales privadas argentinas Galicia (Grupo Escasany) y Macro (Grupo Brito). Completan el ranking de los más importantes los chinos HSBC e ICBC y el argentino Credicoop.

Estos bancos privados en las últimas décadas fueron los grandes ganadores, encabezando las tablas de posiciones de superganancias. Incluso en medio de la debacle económica de 2018, el conjunto de las entidades financieras, especulando con el dólar, las Lebac y las Leliq y fugando capitales, ganaron 172.106 millones de pesos (121% más que el año anterior). Mientras tanto, estafan a los ahorristas pagándoles tasas por debajo de la inflación y aplicando tasas usurarias por los préstamos y las tarjetas de crédito.

Una historia de extranjerización y entrega

En la historia argentina la banca siempre estuvo mayoritariamente en manos de capitales privados extranjeros. Incluso cuando se creó el Banco Central de la República Argentina en 1935, fue originalmente privado y hecho a medida de los intereses británicos. Salvo entre 1946-1955 y en 1973-1976, cuando hubo nacionalizaciones parciales de la banca (ver recuadro), el peso de los bancos de los países imperialistas siempre fue determinante.

Pero el salto cualitativo se pega en 1977. En ese momento Martínez de Hoz (ministro de Economía del dictador Videla) dicta la Ley de Entidades Financieras (21.536/77), que está vergonzosamente vigente hasta la actualidad. Ninguno de los gobiernos posteriores la derogó. A partir de esta ley se les da vía libre a los bancos para hacer prácticamente lo que quieran. Prestar (o no) a quienes ellos decidan, a cualquier tasa, participar en negocios especulativos, incluso vaciar y quebrar entidades, estafando a los propios ahorristas, todo está “legalmente” permitido.

El sistema financiero argentino, una de las mayores cuevas de ladrones, lleva décadas robando el ahorro popular, fugando millonadas y siendo una pieza fundamental en la fuga de capitales y la megaestafa de la deuda externa, de la que muchas de las entidades participan directamente. Esa sola razón es más que suficiente para expropiarlos y nacionalizar la banca.

Leer: http://izquierdasocialista.org.ar/index.php/periodicos-ediciones-anteriores/el-socialista-n-423/8796-que-significa-nacionalizar-la-banca

 

Escribe Joaquín Caporale, Consejero Directivo Psicología UNLP

La Juventud de Izquierda Socialista está en las calles, en los lugares de trabajo y de estudio junto a todo el movimiento juvenil del país. También damos batalla en las elecciones con el objetivo de difundir una salida de izquierda, anticapitalista y socialista. Vamos con el Frente de Izquierda que lleva en sus listas referentes jóvenes de las principales luchas e impulsa un programa para dar una solución de fondo a los reclamos de la juventud.
En el país avanzan los despidos y la flexibilización laboral. Entre los más de 40% de trabajadores en negro, la mayoría somos jóvenes. Con el verso del “empleo joven”, las “pasantías” o el “emprendedurismo”, el gobierno trata de imponer flexibilización laboral. Así justifican bajos salarios, en negro o sin aportes. La novedad son las plataformas de delivery como Glovo, Rappi o Pedidos Ya, cuyos resultados son la superexplotación laboral y hasta la muerte de jóvenes. El objetivo es bajar el costo laboral y que las empresas capitalistas obtengan cuantiosas ganancias.

En oposición, desde el FIT luchamos en cada lugar de trabajo y en las elecciones por la prohibición de los despidos y la realización de un gran plan de obras públicas financiado por el no pago de la deuda, donde todos los jóvenes puedan acceder a trabajo genuino, también planteamos la  eliminación de toda la legislación laboral que permita el trabajo basura.
 
La rebelión educativa del año pasado colocó en el centro del debate los reclamos del movimiento estudiantil ante el ajuste a la educación que promueven Macri y el FMI. Sin embargo, tras la histórica lucha, todas las fuerzas patronales (cambiemos, kirchnerismo/peronismo) volvieron a promover presupuestos de ajuste.

La Juventud de Izquierda Socialista y el FIT estuvo a la cabeza de la rebelión y sigue reclamando aumento del presupuesto educativo en base al no pago de la deuda. Exigimos el boleto educativo nacional y becas de estudio que realmente garanticen la permanencia ante la situación de ajuste brutal que sufren nuestras familias. También impulsamos el fin del financiamiento al lucro con la educación privada.

La Cuarta Ola feminista sigue en ascenso en nuestro país y en todo el mundo. El pasado 8M millones volvimos a salir a las calles en el Paro Internacional de Mujeres. En Argentina volvimos a reclamar por la legalización del aborto, la aplicación de la ESI y por la ley de emergencia por violencia de género.

Mientras desde el gobierno y los políticos patronales (como Cristina, que promueve la unidad de pañuelos verdes y celestes) salen a decir que en este año electoral “no está en agenda” los reclamos de las mujeres, desde Isadora, la Juventud de Izquierda Socialista y el FIT seguimos promoviendo la pelea en las calles y denunciando en las elecciones que quienes niegan los derechos a las mujeres no pueden ser la solución a nuestros reclamos.

Este año, como sucedió bajo el gobierno de Cristina, Macri intenta promover la baja de la edad de punibilidad. Buscan poner el foco de la inseguridad en la juventud pobre. Nunca un gobierno capitalista se responsabilizó por ninguna de las calamidades que afectan a los pibes. Lo que hay es falta de trabajo, educación, salud y vivienda. El Estado reprime a los jóvenes en vez de ayudarlos. Por eso desde la Juventud de Izquierda Socialista y el FIT impulsamos la “marcha de la gorra”, denunciamos y exigimos el desmantelamiento de las redes de policías, jueces y gobernantes, que utilizan a los jóvenes pobres como mano de obra barata del crimen y luego los reprimen y encarcelan.



1. ¿Sabías qué?

En 1975 en la Argentina la pobreza estaba en el 8% y el desempleo 4% y la deuda externa era de 4 mil millones de dólares. Hoy hay un tercio del país bajo la pobreza, y el desempleo 10% (19% entre lxs jóvenes), y existe generalizado el trabajo precarizado y en negro que en esa época no existía, y tenemos generaciones enteras que crecieron en la marginación, mientras la deuda externa es 100 veces más grande, en torno a los 400 mil millones de dólares.

2. ¿Quiénes son los responsables?

Primero la dictadura genocida destruyó la producción nacional y nos metió el problema de la deuda externa. Luego gobernaron: los radicales con Alfonsín; los peronistas con Menem; después los radicales con De la Rúa camuflados en la Alianza; tras la crisis del 2001, volvieron los peronistas primero con Duhalde y después disfrazados en el Frente para la Victoria kirchnerista; y otra vez, los radicales devuelta, ahora con Macri a la cabeza. Y ahora nos quieren convencer que la salida es que vuelva el peronismo, con Cristina o alguno puesto por ella.

Décadas de gobiernos que con distintos discursos mantuvieron la misma estructura que impuso la dictadura: un país que genera alimentos para 400 millones de personas, pero tiene gente que se muere de hambre porque nos saquean la burguesía y el imperialismo.

3. ¿Cómo se sale?

Tienen que gobernar quienes nunca gobernaron: la clase trabajadora, los sectores populares y la izquierda. Basta de partidos patronales que gobiernan para los empresarios y los usureros que nos roban con la deuda externa. Hay que romper con el FMI y poner los recursos de la Argentina al servicio de resolver las necesidades del pueblo trabajador.


¿Por qué no es salida el kirchnerismo?

Escribe Cristian Fernández, Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

Tenemos que recordar que con Cristina ya luchábamos por el desfinanciamiento a la educación, que nuestros docentes también cobraban miserias, no había boleto educativo, la infraestructura escolar ya era un desastre, y que sostuvo todos los pilares del sistema educativo del menemismo
en todos los niveles. También que el trabajo precarizado era ya un drama obligado al empezar a laburar, y cuando jóvenes salían a luchar contra los despidos eran reprimidos sistemáticamente.

Es verdad que Macri profundizó cada uno de esos problemas y ahora estamos peor. Pero lo cierto es que lo que Cristina no resolvió antes, menos lo va a hacer ahora que tenemos encima la bota del FMI, que a quien sea que gane le va a exigir más ajuste. Y tanto ella como Kicillof se encargaron de aclarar que no van a romper con el FMI y van a pagar la deuda. Esa es la única verdad más allá de los discursos de campaña. Con Macri, Cristina, Lavagna, o el peronista que sea, lo que viene después de octubre es más ajuste.

Sumemos que es imposible avanzar en reclamos como el derecho al aborto o la ESI mezclándonos con los antiderechos de la Iglesia como ella propone. Y que no nos olvidamos que puso a un genocida, César Milani a cargo del ejército, y jamás hizo nada para desmantelar el aparato represivo vigente que se llevó la vida de Luciano Arruga, y en el que todos los días padecemos el gatillo fácil y la criminalización de la pobreza y la juventud.

La crisis que generó Macri es tan grande que hoy todos quieren posar de ultra-opositores. Inclusive los peronistas y kirchneristas que le garantizaron que salgan sus leyes en el Congreso, que legitimaron el acuerdo con el FMI y que avance el ajuste. No tenemos que dejarnos engañar. Ya muchas veces los partidos patronales le pidieron a la juventud que baje sus banderas para ir detrás del “menos malo” y siempre terminó igual de mal. La única salida es la izquierda.

 

Escribe José “Pepe” Rusconi

El pasado 2 de abril se cumplieron seis años de la fatal inundación de La Plata, que se llevó más de 89 vidas y dejó un catastrófico deterioro urbano poniendo en evidencia la corrupción y la postergación de obras hidráulicas en la ciudad. La Plata sigue siendo una ciudad inundable. Por eso este sexto aniversario se realizó un nutrido acto y movilización que partió desde la plaza Moreno, donde confluyeron asambleas de vecinos y la izquierda bajo el lema ¡La Plata no olvida! Se marchó hacia los tribunales de calle 8, donde en los primeros días de marzo se realizó una parodia de juicio por las responsabilidades de la inundación, en donde la jueza Grecco y el fiscal Paolini acordaron una multa irrisoria de 12.500 pesos sobre un funcionario de rango menor de Defensa Civil que se declaró culpable, dejando parcialmente cerrado el caso sobre los verdaderos responsables políticos de la inundación: Bruera, Scioli y Cristina. Finalmente se leyó el documento de la Asamblea de Inundados La Plata frente a la gobernación, donde miles reclamaron por justicia y repudiaron la impunidad del “juicio-mordaza”, garantizado por el silencio cómplice de los actuales gobiernos.

El documento apuntó también contra los actuales gobiernos que orquestan un plan de ajuste dictado por el FMI, mientras en declaraciones informan sobre obras que “permitirán dormir tranquilos a los platenses”. Pero luego de seis años la ciudad sigue vulnerable, como lo evidenciaron las lluvias del pasado 22 de febrero. Allí quedó demostrado que las obras inauguradas por Garro, Vidal y Macri son una farsa. Como si eso fuera poco, al día siguiente del masivo sexto aniversario del #2A, los máximos mandatarios municipales y provinciales se hicieron presentes en el hogar de una familia del Barrio Norte (histórico lugar de asambleas y lucha contra esta problemática), ufanándose de sus obras truchas y un falso compromiso con los vecinos. Se sacaron la foto y se fueron. Desde las asambleas se repudió enérgicamente la engañosa publicidad como una burda utilización de las necesidades de los trabajadores para fines electorales. La Plata sigue inundada de impunidad y corrupción. Por eso continuarán los planes de acción del conjunto de las asambleas barriales y no descansarán hasta que los verdaderos responsables de la inundación reciban su castigo y se avance en la finalización del inconcluso plan de obras.

Editorial

En medio de la continuidad de la debacle económica que la semana pasada le sumó el dato de la inflación récord de marzo, Macri lanzó su paquete de medidas. Pretende esconder la brutalidad del saqueo al bolsillo trabajador: desde 2015 a hoy los salarios perdieron 60% de su poder de compra y las jubilaciones y los planes sociales mucho más aún. Las nuevas medidas son tan parciales, deshilachadas, directamente truchas, que hasta los propios funcionarios oficialistas salieron a decir que solo se trata de un “mero alivio”. En realidad, son la respuesta de un gobierno que entra al período electoral con una caída creciente absoluta en las encuestas. Todas reflejan que se hunde.

No hace falta recurrir a las consultoras, cualquiera lo palpa en la calle con la bronca creciente. ¡Hasta el propio Macri anunció una que le daría arriba, la única que solo circula desde las usinas de las Rosada!

Las medidas -que encima fueron anunciadas por medio de un video casero- son un manotazo de ahogado. En su desesperación el gobierno tuvo que sentarse con las patronales para pedirles que “aflojen algo” para así tener alguna posibilidad de llegar a octubre. El dueño de Cabrales lo ejemplificó: “ni loco les daba el café, pero no me costaba nada entregar el té, que es un negocio menor” (reportaje en Animales Sueltos, 22/4), para así explicar por qué aceptó poner ese producto en el listado de “precios esenciales”. Hace apenas una semana, el propio jefe de Gabinete Marcos Peña afirmó en el Congreso “no vamos a congelar”. Luego pasó a hablar de precios congelados, más adelante que no eran congelados sino “acordados” por 180 días, para elegir finalmente el nombre de “esenciales”, garantizados por un supuesto “pacto de caballeros”. Obviamente, con estas medidas de puro marketing preelectoral (que analizamos en detalle en las páginas centrales) no va a generar ningún alivio para el pueblo trabajador.

Mientras crece la bronca, y en muchos casos la desesperación (en estos días se viralizó la imagen de una abuela intentando suicidarse en el subte), la oposición peronista sigue haciendo reuniones y giras lanzando sus precandidatos. Ya se perdió la cuenta de cuántos: Massa, Urtubey, Lavagna, Pichetto, Scioli, Rossi, Solá, Rodríguez Saá, Kicillof…). Mientras Cristina sigue en la incertidumbre de si se presenta o no. Hasta se dio la nota de color de un Sergio Berni que declaró “yo soy de derecha”, mientras afirma su pertenencia al kirchnerismo. Lo único concreto es que en ningún caso ofrecen un plan alternativo al ajuste de Macri y el FMI.

Kicillof, ante las nuevas medidas, se quejó porque le robaron la idea: “Aplican los mismos precios cuidados que nosotros”. Pero lo más importante, sin duda, es que todos los candidatos peronistas insisten en que renegociarán el acuerdo con el FMI. Como explicamos en páginas centrales, no hay ninguna posibilidad de renegociación “progresista” con el Fondo. La insistencia del peronismo, y en particular el kirchnerismo, en que van a cumplir con el FMI, reflotó el “teorema de Baglini” (se cambia el discurso a medida que se acerca la posibilidad de llegar al poder), con un giro cada vez mayor a la moderación de un peronismo kirchnerista que hace un año llegó a hacer actos con el lema “la patria está en peligro” y exaltados discursos contra el FMI.

Ante el desastre del macrismo, insistimos que el peronismo no es salida. El FIT sale a dar pelea y ha lanzado su fórmula presidencial (Nicolás Del Caño precandidato a presidente y Romina Del Plá a vice) a la que se le sumarán los candidatos de Izquierda Socialista (ver página 3).

A todo esto, ¿en qué andan los burócratas sindicales? La CGT sigue en la tregua y pacta con el gobierno de Macri, negándose a convocar al paro general con excusas insostenibles como que “no hay ambiente”. Acuña llegó a plantear que “desde todos los sectores se le dio una mano al gobierno. La CGT siempre fue prudente, como tiene que ser” (Página12, 20/4). Por su parte, la CATT (Cámara Argentina de Trabajadores del Transporte) llegó al ridículo de plantear una “retención de tareas” (ni siquiera paro) para el feriado de 1° de mayo. Su preocupación está puesta en cómo juegan en la interna del peronismo (Daer y Acuña apoyan al peronismo federal). Andrés Rodríguez, de UPCN, afirmó que “no hay que parar porque este es un año político”.

Del otro lado, tenemos a Hugo Moyano. Su sector sindical (Camioneros, junto con Bancarios y el Smata) lanza un “paro” para el 30 de abril, apoyado por las CTA Yasky y Micheli. Se trata de una medida aislada y parcial. Estos dirigentes, o no hacen nada, o “regulan” cualquier medida acomodando sus intereses a la interna del PJ. Camioneros y Moyano el 21 de febrero de 2018 utilizaron una marcha multitudinaria para llamar a “votar bien” (al peronismo) y luego le dieron la espalda a las marchas contra el presupuesto 2019 a fines del año pasado para hacer una misa en Luján.

Ante el paro del 30 que convoca el sector Moyano y las CTA, desde la izquierda y el sindicalismo combativo llamamos a parar en los gremios que han convocado, haciendo asambleas para exigir a su vez un verdadero plan de lucha y no un paro aislado. Y en los gremios donde sus dirigentes no han convocado hay que hacer asambleas en los lugares de trabajo para decidir de qué manera se participa de la jornada. Ese día, el Frente de Izquierda convoca a Plaza de Mayo y en todas las plazas del país a los actos en conmemoración del 1º de Mayo reclamando un verdadero paro nacional y plan de lucha hasta derrotar el ajuste e imponer reales medidas de emergencia para el pueblo trabajador.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

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