Jul 19, 2024 Last Updated 5:27 PM, Jul 19, 2024

Escribe Martín Fú

Daniel es dirigente petrolero de Chubut. Hace un año se encuentra detenido en el penal de Marcos Paz por luchar contra el robo de las jubilaciones en las históricas jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017, donde miles salimos a las calles y enfrentamos la brutal represión de la Gendarmería y la Policía de Macri y Patricia Bullrich.

La incertidumbre ante un juicio que aún no tiene fecha, el hecho de estar alejado a dos mil kilómetros de su familia y afectos, y la falta de respuesta ante el pedido de morigeración de la situación llevaron a Daniel Ruiz a realizar una huelga de hambre a partir del martes 10 de septiembre.

La semana pasada y al cumplirse el primer año de su detención, en el marco de una campaña nacional e internacional por su urgente e inmediata liberación, se realizaron en el Obelisco y en diferentes ciudades del país actos y movilizaciones exigiendo su libertad. Desde Izquierda Socialista participamos junto a PTS, PO, MST y distintas organizaciones sociales y sindicales. Laura Marrone y Nora Cortiñas, entre otros oradores, exigieron la libertad de Daniel y denunciaron la persecución del gobierno de Macri y la ministra Bullrich a quienes diariamente nos enfrentamos contra el ajuste y la represión estatal.

Escribe José Castillo

Somos un país decadente, con trabajadores pobres y más de un tercio de la población sumida en la miseria. La contrapartida son empresarios cada vez más ricos y un sometimiento cada vez mayor al imperialismo. La salida es romper con todo esto y avanzar en un gobierno de los trabajadores y el socialismo.

Todos nos emocionamos con la excelente performance de la selección argentina de básquet en el mundial de China. Más aún cuando esta vez se trató de un grupo humilde de jugadores, que no contaban con el hándicap que diez años atrás tenía la llamada “generación dorada”. El contraste entre este equipo brillante y el presente de un país decadente, hundido en la miseria, y con la vergonzosa realidad de que mientras se es capaz de producir alimentos para diez veces la población, millones de argentinos (y entre ellos la mayoría de los niños) pasan hambre, no puede ser más fuerte. Muchos periodistas y analistas políticos salieron a plantear que ello se debía a que “nos falta espíritu de equipo”, o a que se trataría de un problema de “mentalidad”. Nada más alejado de la realidad.

Un país capitalista semicolonial

Acá está la primera y más profunda respuesta de la decadencia de nuestro país y de los males que sufre el pueblo trabajador. Nuestras inmensas riquezas naturales (capaces de producir carne, leche, trigo, maíz, y otros cultivos, gas y petróleo, la inmensa plataforma pesquera del Mar Argentino, el litio, los minerales) y la enorme capacidad de trabajo de nuestro pueblo son saqueadas por un puñado de empresarios nacionales y extranjeros.

Los mecanismos de este robo son diversos y han variado en su importancia a lo largo de los años: desde el reparto de las mejores tierras a un puñado de terratenientes oligarcas tras el genocidio a los pueblos originarios, pasando por las transnacionales que se llevaban al exterior las ganancias que obtenían por la superexplotación del trabajo, o por el liso y llano robo de recursos no renovables, como el gas, el petróleo, la pesca o los minerales. En los últimos cuarenta años, lo que primó fue el saqueo descarado a través del endeudamiento externo y la especulación financiera. Si en otros tiempos fuimos una semicolonia británica, ya hace más de setenta años que pasamos a ser semicolonizados por los yanquis, con los países imperialistas europeos aportando también “su granito” para empobrecernos más.

Capitalistas extranjeros…pero también nacionales

Cargill, Dreyfuss, Cofco, son nombres de algunas de las transnacionales que tienen monopolizado nuestras exportaciones agropecuarias. Ellas son las responsables de que los alimentos muchas veces no lleguen a la mesa de los argentinos. J.P.Morgan, Deutsche Bank, City, Santander, HSBC, Templeton, Black Rock, son nombres de algunos de los pulpos financieros que se llevan miles de millones por medio de los más diversos mecanismos de la especulación financiera. Chevrón, Total, Shell, son algunos de los nombres del saqueo petrolero, así como tenemos a la Barrick Gold para llevarse el oro, mientras deja un tendal de desastre ambiental. Y podríamos seguir, con las transnacionales automotrices que explotan a nuestros trabajadores para aprovecharse de la plataforma exportadora del Mercosur y tantos otros.

Pero no nos confundamos: al lado, e íntimamente vinculados a ellos tenemos a un puñado de grandes patronales argentinas, que se comportan de igual forma. También ellos viven de la superexplotación y el saqueo, fugan sus fortunas al exterior, con el “plus” de que su nacionalidad argentina les otorga cierta prioridad para los negociados de la obra pública. Así crecieron y se fortalecieron los Macri, los Roggio, los Fortabat, los Born, los Pagani y tantos otros. O, más acá en el tiempo, los Madanes, los Coto, los Cabrales, los Constantini o los Eskenazi. Que se enriquecieron con sus lazos con todos los gobiernos, sean militares, peronistas, radicales, centroizquierdistas o macristas. Cada gobierno les da prioridad a unos sobre otros, o agrega algún nuevo nombre a la nómina. Pero ninguno deja de ganar. El listado actual de quienes lideran la “tabla de posiciones” lo ofrecemos en el recuadro.

¿Cuál es la salida?

Todos ellos, los viejos y los nuevos, los nacionales y los extranjeros, se hicieron multimillonarios a costa de sumir al pueblo trabajador en la miseria. Que hoy el 35% de los argentinos sea pobre, que haya un 14,5% que haya pasado por situaciones de hambre, que casi un 40% de la clase trabajadora esté en negro, es la responsabilidad de estos personajes, que luego pontifican desde foros o revista de negocios “exclusivas” o, en muchos casos, directamente desde sus mansiones en el exterior.

Por todo esto, nuestra conclusión es contundente: no habrá salida para nuestro pueblo si no nos liberamos del imperialismo, que hoy en lo concreto pasa por romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas. Pero eso está íntimamente ligado a que se terminen los gobiernos patronales que nos hundieron mientras servían al enriquecimiento de quienes generaron las crisis. Y a que gobiernen quiénes nunca lo hicieron, los trabajadores, expropiando a estos grandes capitalistas, planificando la economía y empezando a construir una sociedad distinta: una Argentina socialista.

 

Seis grandes capitalistas argentinos suman, de conjunto, una fortuna de 15.000 millones de dólares. Son los que figuran en el ranking de los multimillonarios de la revista Forbes.

La tabla de posiciones la encabeza Paolo Rocca, el dueño de Techint, con una fortuna de 4.100 millones de dólares. Sus empresas van desde Ternium y Tenaris, en el rubro del acero, hasta la petrolera Tecpetrol. El gran salto lo pegó cuando, en plena era menemista, resultó favorecido con la privatización de Somisa, la gran acería estatal argentina.

Segundo viene Alejandro Bulgheroni, con 3.100 millones. Se trata del propietario de Pan American Energy, la segunda petrolera argentina después de YPF, y, junto a los pulpos transnacionales del sector, vanguardia en el saqueo de nuestros recursos energéticos no renovables.
Tercero lo tenemos a Alberto Roemmers, de los laboratorios del mismo nombre, con 3.000 millones de dólares de patrimonio. Cada vez que vamos a comprar un medicamento y vemos como sus precios se tornan inalcanzables para un jubilado, miremos la etiqueta: si es nacional tenemos una altísima posibilidad que sea de la empresa de este señor.

Eduardo Eurnekian está cuarto, con 1.600 millones, el dueño de los aeropuertos y del multimedio Corporación América. Luego viene Marcos Galperín, un multimillonario relativamente “nuevo”, propietario de Mercado Libre y abanderado de la flexibilización laboral. Y cierra el sexteto Gregorio Perez Companc, dueño de un grupo económico que supo transitar por todo el espinel (fue naviera, petrolera, proveedora de telefonía) para concentrarse en el último tiempo en el negocio de los alimentos tras la compra de Molinos Río de la Plata y es uno de los principales responsables de los precios por las nubes de gran parte de la canasta básica.

El gobierno sigue en su naufragio político. El pasado 7 de septiembre comenzó formal y tempranamente la campaña electoral. Los plazos fueron ampliados para comenzar 50 días antes del 27 de octubre, seguramente ante un gobierno que especuló con tener más tiempo para explicar “sus bondades”. Pero con la derrota catastrófica en las PASO la maniobra se le volvió en contra. Macri y su gabinete dijeron que van a postergar por dos semanas el inicio de la pelea por el voto porque están “concentrados” en contener la crisis social. Pero su medida central pasa por destinar los millones de dólares que le quedan a las reservas del Banco Central para controlar el dólar, al ritmo de pulverizar casi 300 millones de dólares por día. A tal punto que el ministro Lacunza está huyendo a Washington a pedirle de rodillas al FMI los 5.400 millones de dólares que se comprometió a desembolsar para tal fin.

La preocupación de Cambiemos (ahora Juntos por el Cambio) pasa por “llegar”, en los eternos tres meses que le quedan para entregar el mando. Nada más. Solo Pichetto y Marcos Peña piensan en la utopía de remontar el resultado electoral. Macri se sigue hundiendo al ritmo del crecimiento de la miseria, la pobreza y la pérdida salarial y jubilatoria. Un dato contundente: el salario mínimo vital y móvil, la jubilación mínima y todos los planes sociales ya quedaron por debajo de la canasta de indigencia.

Ante esta terrible situación al peronismo le alcanza con hacer la plancha. Alberto Fernández se fue una semana a Europa y Cristina sigue presentando su libro. No proponen ninguna medida de fondo, solo medias tintas, mientras reafirman hasta el cansancio que van a mantener el acuerdo con el FMI y pagar toda la deuda, aunque sea usurera, ilegítima y fraudulenta.

Ahora impulsan una “ley de emergencia alimentaria” en el Congreso -avalada por los gobernadores, la burocracia sindical y la Iglesia- en un jueguito parlamentario para posar de que “combaten el hambre”. El mismo peronismo que criticó los manotazos de ahogado de eliminar parcialmente el IVA de la canasta familiar sostiene ahora que con una ley que solo dispone 8.000 millones de pesos para más comida se va a solucionar el problema… ¡cuando se van todos los meses 70.000 millones de pesos solo en el pago de los intereses de la deuda!

Daer, por su parte, acaba de reunirse con el gobierno con el objeto de anunciar un bono de 5.000 pesos para los trabajadores privados, el mismo que se otorgó en otras oportunidades y ni siquiera se pagó en muchos lugares de trabajo. Descartando, por supuesto, cualquier medida de fuerza, ni qué hablar de un paro general como propone el sindicalismo combativo y la izquierda, a pesar de que los trabajadores de Chubut ingresan en otra semana de lucha y fueron patoteados, obligando que Ctera declare un paro nacional de la docencia el pasado 5 de septiembre, o este martes haya habido un paro nacional de ATE, o que hayan sido reprimidos los trabajadores de Luz y Fuerza de Córdoba en lucha.

Ante semejante catástrofe social, el Frente de Izquierda Unidad sigue llamando a enfrentar el ajuste de Macri y los gobernadores poniendo todas sus fuerzas para ello, exigiendo que la CGT abandone la complicidad con el gobierno y junto a las CTA llame a un paro general y a un plan de lucha nacional. Por eso nuestra diputada nacional Mónica Schlotthauer viajó varios días a Chubut junto al dirigente docente y candidato a primer senador por la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Adaro, para apoyar la heroica rebelión en la provincia, mientras el gobernador peronista que responde a Alberto Fernández aplica el ajuste al mejor estilo Macri (ver páginas centrales). Y fundamentalmente, desde el FIT Unidad, levantamos un verdadero plan económico alternativo, en la emergencia y con medidas de fondo.

Somos categóricos. A diferencia de lo que dicen los Fernández de que el país va a salir delante de la mano del FMI y los pagos de la deuda con el ejemplo del “modelo” de ajuste portugués (ver página 5), desde la izquierda planteamos que solo repudiando el pacto con el Fondo Monetario y suspendiendo los pagos de esa deuda en forma inmediata se podrán combatir los males capitalistas de Macri. No pago de la deuda que debe ir unido a la nacionalización de la banca y el comercio exterior, la reestatización de las privatizadas y la imposición de un fuerte impuesto a los ricos, multinacionales y grandes empresarios. Ahí están los fondos para aumentar los salarios y jubilaciones al valor de la canasta familiar e implementar un plan de viviendas populares para dar trabajo genuino. Para luchar por esa salida es que pedimos el voto al Frente de Izquierda Unidad.

Cada voto que saque el FIT Unidad con la fórmula presidencial Del Caño-Del Plá y demás candidatas y candidatos a diputados que orgullosamente integran nuestras listas será para estar más fuertes para la lucha de hoy y la que se viene con el próximo gobierno. Para todo ello llamamos a que nos acompañen a pelear por esa salida, entre los compañeros de trabajo, estudio, familiares y amigos. Y a participar del gran acto que el Frente de Izquierda está preparando para el próximo 5 de octubre en el Obelisco de Buenos Aires. Si Macri ya fue y con Alberto sigue el FMI, hay que apoyar y votar al FIT Unidad.

Escribe Claudio Funes

La profundización del ajuste hace crecer el hambre y la miseria semana a semana. No alcanza con grandilocuentes llamados a declarar la “emergencia alimentaria”, si esta no va unida a un auténtico conjunto de medidas que combata de verdad el flagelo de la pobreza.

De la mano de Macri, el FMI y la complicidad de los gobernadores, la pobreza y el hambre se profundizaron. A la brutal caída de salarios, jubilaciones y asignaciones familiares que cada vez alcanzan para menos, se le suma la nueva ola de suspensiones y despidos. Como si todo esto fuera poco, después de las PASO la devaluación generó un nuevo salto en la inflación. Hoy la pobreza ya alcanza al 35% de la población, estando en esa situación el 45,6% de los menores de 14 años. En el país de la carne y del trigo, millones tienen hambre. Es el capitalismo semicolonial el que ya no garantiza ni siquiera la comida diaria. Y estamos hablando de la Argentina, un país que produce alimentos para más de 440 millones de personas (10 veces su población). Las copas de leche en las escuelas se transforman en la principal comida diaria para montones de chicos, los merenderos se ven obligados a transformarse en comedores, y los comedores populares están desbordados, con cientos de personas nuevas que acuden cada día. Es la más pura imagen hacia dónde nos está llevando el ajuste. 

La presión de abajo y el oportunismo de la campaña electoral, hace que el Frente de Todos de Alberto Fernández y el resto del peronismo coincidan en reclamar la declaración de la “emergencia alimentaria”. Incluso inventan un slogan electoral demagógico: “comer no es un privilegio”.

La llamada “emergencia alimentaria” es una medida planteada por ocho provincias gobernadas por el peronismo (La Pampa, La Rioja, San Juan, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Chaco y Formosa), sus bloques de diputados y senadores y los movimientos sociales (como el denominado tridente de San Cayetano). Hasta la CGT, que jugó un lamentable papel en el Consejo del Salario, se sumó al pedido de la Iglesia en ese sentido, no sin antes aclarar, por enésima vez, que rechaza el paro y la movilización. También Roberto Lavagna y su fuerza se suman a este planteo.

¡Por supuesto que estamos en “emergencia”! ¡Qué duda cabe! Estamos en “emergencia alimentaria” porque cada vez más personas no tienen para comer, en emergencia educativa porque las escuelas se caen a pedazos y los docentes cobran una miseria, en emergencia sanitaria porque los trabajadores de la salud también ven pulverizarse sus salarios y los hospitales no tienen insumos, en emergencia habitacional porque a cinco millones de personas les falta una vivienda digna.

Por eso no basta con decretar la citada “emergencia”. De hecho, aunque esa medida no fue suficiente, el propio macrismo, a solicitud de la Iglesia y las organizaciones sociales afines (como la CTEP) declaró la “emergencia social” a fines de 2016.

Por supuesto que hacen falta, ante la gravedad de la coyuntura, más comida en comedores y merenderos, que aumenten los montos para las copas de leches en las escuelas, más planes sociales y con mayores montos. Pero esto no se arregla con alguna pequeña “reasignación de partidas”. ¡Acá hace falta poner plata de verdad y en grandes cantidades, dándole prioridad a resolver el hambre y la pobreza extrema! Pero a la vez, ir a las soluciones de raíz: trabajo digno con salarios que alcancen para vivir.

El propio Alberto Fernández reconoció que con la plata que se paga de intereses de Leliqs se podría resolver más de un problema social. Ni que hablar si se dejara de pagar la deuda externa. Pero los mismos que plantean la “emergencia alimentaria”, luego terminan diciendo que sólo se trata de cambiar de lugar algunas pocas partidas del presupuesto nacional, “con responsabilidad”, para que “no pongan en riesgo la gobernabilidad” y, por supuesto, garantizando como prioridad el pago a los pulpos acreedores de la deuda externa y al FMI.

Las propuestas de la izquierda

Mientras Macri continúa con el ajuste y el sometimiento al FMI, miles de trabajadores caen en la pobreza e indigencia cada día. Por ello el Frente de Izquierda propone un auténtico programa de emergencia que de salida a la crisis:

Aumento salarial de emergencia. Según los trabajadores de ATE/Indec, para superar el nivel de pobreza ninguna familia debe ganar menos de 48.000 pesos. Aumento de jubilaciones, implementación inmediata del 82% móvil del salario en actividad; aumento de los planes sociales; prohibición de despidos y suspensiones; precios máximos a los productos de la canasta familiar; plata para abastecer de comida a todos los comedores escolares, merenderos y escuelas. Por eso es un paso importante la ruptura con el FMI y la suspensión inmediata de los pagos de la deuda externa para volcar ese dinero a salario, trabajo, educación, vivienda y salud; nacionalización de la banca y el comercio exterior, para terminar con la especulación y la fuga de capitales; retrotraer los tarifazos y reestatizar las privatizadas y ponerlas bajo control de sus trabajadores y usuarios para garantizar un mejor servicio a precios populares.

Estas son algunas de las medidas que proponemos junto al sindicalismo combativo, a la vez que le exigimos a la CGT y a las CTA que convoquen a un paro de 36 horas y a un plan de lucha para imponerlas.


Prohibir los despidos y suspensiones

Con casi 2.000.000 de desocupados plenos, el desempleo llegó en el primer trimestre de 2019 al 10,1%. Eso sin contar los 2.500.000 millones de subocupados. Es el nivel más alto en trece años. Es un punto porcentual más respecto al mismo período de 2018. Significa que 211.800 trabajadores se quedaron sin trabajo durante el transcurso de los últimos doce meses. Este flagelo alimenta la miseria y profundiza la crisis social.

Ante esta realidad, la bancada del Frente de Izquierda presentó un proyecto de ley que prohíbe los despidos y las suspensiones, esta prohibición incluye el cierre de empresas, lo que implica que si la disposición es violada la firma es expropiada y entregada a sus trabajadores para su puesta en funcionamiento.

Esta es la única manera de parar una nueva oleada de suspensiones y despidos, para que ni un compañero más pierda su puesto de trabajo. A ello debemos sumarle la necesidad de poner en marcha un gran plan de obras públicas, comenzando con la construcción de viviendas populares, financiado con los fondos que se obtendrían de suspender los pagos de la deuda externa. Así se podrían generar millones de nuevos empleos para resolver el drama de aquellos que están sin trabajo.


Los números de la pobreza

Diversas fuentes coinciden que durante los últimos doce meses se generaron 10.000 pobres y 2.308 indigentes por día. De esta forma la pobreza ascendió al 35% de la población, con algunas investigaciones que la llevan incluso hasta el 43,1%. Seis meses antes alcanzaba el 32%, un año atrás la pobreza se ubicaba en el 25%. Sobre una población urbana de 40.500.000 de personas hay 13.800.000 pobres, es decir que se crearon 3.600.000 nuevos pobres en 12 meses. De estos totales los indigentes urbanos son 2.900.000, un millón más que un año atrás. Si estos porcentajes se proyectan a toda la población, incluyendo al sector rural se llega a la suma de más de 15.000.000 de pobres, de los cuales 3.500.000 son indigentes. Macri en doce meses dejó casi 4.000.000 de nuevos pobres.

Cabe destacar que esta información fue conocida una semana antes de la nueva devaluación, posterior a las PASO, que alcanzó el 30% (la tercera más grande desde la salida de la convertibilidad).

En junio de este año el Observatorio de la Deuda Social (UCA) publicó datos sobre la pobreza en la infancia y adolescencia. En 2018 alcanzó el 51,7%, la cifra más elevada de la década. Estas son las consecuencias de las políticas de ajuste permanente.

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