Las diferencias entre De la Sota y Cristina desaparecen a la hora de defender a multinacionales como Monsanto. Por eso acuerdan en reprimir con la policía o con la patota sindical una pacífica protesta de vecinos y ambientalistas que no quieren a Monsanto en Córdoba, ni en Argentina.

Por Liliana Olivero - Candidata a Diputada Nacional

Con el apoyo de De la Sota y Cristina, y el aval del intendente radical Daniel Arzani, Monsanto se está instalando en la localidad cordobesa de Malvinas Argentinas. Logró que la justicia la autorice a construir su planta antes que la Agencia Córdoba Ambiente, controlada por el delasotismo, se pronuncie sobre si contamina o no. Están seguros de obtener esa aprobación. Cristina también colaboró, porque al ser consultada sobre el proyecto, la Universidad de Córdoba, dirigida por Carolina Scotto, su candidata a diputada nacional del FpV, dijo "ni", quedando a la derecha de la Universidad Católica, que rechazó la instalación de la multinacional.

Al día siguiente de tener que reconocer el fracaso del blanqueo de capitales lanzado en junio -el gobierno apenas recaudó 300 millones de dólares de los 4.000 esperados-, sugestivamente se dio a conocer que la petrolera Bridas (propiedad de la familia Bulgheroni) invertiría 500 millones de dólares comprando "Baades" (uno de los bonos del fracasado blanqueo). Bulgheroni quiere aprovechar el "río revuelto" de la desesperación del gobierno por divisas para hacer un negocio redondo:

La presidenta lo dijo una y mil veces: "seguiremos pagando". Mientras tanto, la deuda sigue creciendo y, lo que es peor, los compromisos de pagos del futuro inmediato. Ese es el gran punto de acuerdo entre oficialismo y oposición patronal: cumplir a rajatabla con esa hipoteca usuraria. Solo el Frente de Izquierda tiene una propuesta diferente.

Miles de entrerrianos volvieron a marchar este fin de semana contra la pastera Botnia. La autorización para que incremente su producción por parte del gobierno uruguayo demuestra que Mujica, igual que el resto de los gobiernos latinoamericanos que se presentan como progresistas, actúan como vehículo de las multinacionales contaminantes. El kirchnerismo, por su parte, aprovecha ectoralmente el tema y dice que no permitirá el avance de la pastera

Con Boudou a la cabeza, transcurrirá lo que queda de la campaña electoral hasta el 27 de octubre, tras la operación y posterior reposo de Cristina Kirchner. Una muestra de la debacle kirchnerista. Boudou no solo es un hombre de la derecha (ex Ucedé) transformado por decreto en "nacional y popular". Es el de más baja popularidad y símbolo de la corrupción y negocios turbios que se practican desde las altas esferas del poder. Desde el búnker oficial aspiran a que el "Fuerza Cristina" que miles esbozaron horas previas a la cirugía de la primera mandataria se refleje, de alguna manera, en las elecciones. Pero la suerte ya está echada. Los datos muestran hoy que el oficialismo sufrirá una mayor derrota que en agosto, esencialmente en provincia de Buenos Aires, el mayor distrito del país. La pelea en el peronismo gobernante pasa por quién se hará cargo de los platos rotos.

El despliegue militante de las fuerzas del Frente de Izquierda a lo largo y ancho del país fue descollante. Un esfuerzo a puro pulmón y convencimiento, que enfrentó todos los obstáculos. Desde detenciones arbitrarias de nuestros compañeros en Córdoba, en plena campaña electoral, mientras un colectivo del FIT recorría la ciudad, hasta la agresión física de patoteros pagos, enfrentando al aparato del PJ como lo sufrió nuestro dirigente del Partido de La Costa, Miguel Arena. Pasando por la ardua tarea de fiscalización.